Año bisiesto, ¿por qué?

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Hoy es un día especial que solo ocurre cada cuatro años. ¿Por qué? Nosotros te lo contamos

Un año bisiesto es un año que tiene un día más, es decir, en el cual febrero cuenta con 29 días en vez de con 28. Este día extra se añade para corregir un desfase que existe entre la duración del año trópico y el año del calendario. El año trópico tiene 356 días, 5 horas, 48 minutos y 45,10 segundos (lo que equivale a 365,242189 días) y el año del calendario, 365 días exactos. Cada cuatro años ha de hacerse este ajuste puesto que aproximadamente 1/4 de día por año equivale a un día extra.

Ya en tiempos de Julio César se consideró necesario añadir un día extra, solo que este se intercaló entre el 23 y el 24 de febrero. Para los romanos, esto era «el sexto día antes del mes de marzo», es decir, el bis sextus diez. El problema del calendario juliano es que no era exacto.

No fue hasta finales del siglo XVI cuando el Papa Gregorio XIII encargó un estudio a un grupo de eruditos para determinar los años bisiestos. Es aquí cuando surge nuestro calendario, el gregoriano. Este contenía la novedad de que, cada cuatro años, había uno bisiesto. Siempre pasa esto excepto con los años que cierran un siglo. La norma quedó así: Año bisiesto es el divisible entre 4, salvo que sea año secular -último de cada siglo, terminado en «00»-, en cuyo caso también ha de ser divisible entre 400.

El papa Gregorio XIII promulgó el 24 de febrero de 1582 la bula Inter Gravissimas. En ella se establecía que, tras el 4 de octubre de 1582, vendría el viernes 15 de octubre de 1582. Esos diez días fueron inexistentes y marcaron el paso del calendario juliano al gregoriano. De esta forma se corrigió el desfase con el año solar. Después de aquel reajuste, se eliminaron tres años bisiestos cada cuatro siglos.