
David, 15 años, estudiante de la CiudadEscuela Muchachos de Leganés, entrevista a Gabriel González-Bueno, especialista en Políticas de Infancia en UNICEF
Unicef España ha publicado recientemente “Malnutrición, obesidad infantil y derechos de la infancia en España”, un nuevo informe sobre la mala alimentación en los niños, niñas y adolescentes y unos índices de sobrepeso elevados. Hemos querido saber más sobre este tema tan importante para todos nosotros, los niños. Para ello hemos podido hablar con Gabriel González-Bueno, especialista de Políticas de Infancia en Unicef, que ha sido nombrado recientemente, nuevo director general de Derechos de la Infancia y de la Adolescencia por el Consejo de Ministros. Su trabajo consistía en promover e impulsar políticas de la aplicación efectiva de los derechos de los niños y las niñas, en su caso sobre todo en el ámbito de las políticas sociales, lo que tiene que ver con la pobreza, salud y la nutrición.
Pregunta. ¿Nos puedes contar qué es Unicef?
Respuesta. Unicef es un organismo de Naciones Unidas que tiene como misión la aplicación de los derechos de los niños y las niñas en todo el mundo. El propósito de Unicef es que todos los niños tengan todos los derechos en todo el mundo. Se organiza en oficinas de terreno, que son las que trabajan en los países en desarrollo y aplican los programas dependiendo de cada país. Aunque hay unas prioridades internacionales, en cada país hacen su trabajo según sus necesidades. Pertenezco al comité nacional de España, que recauda fondos para los programas que Unicef hace en los países en desarrollo, sensibilizar a la opinión pública y que se produzcan cambios en la aplicación de los derechos de los niños y niñas en nuestro país.
P. ¿Por qué os dedicáis a ayudar a los niños?
R. La historia de Unicef tiene que ver con la Segunda Guerra Mundial. En ese momento, sobre todo en el bando perdedor -en Alemania y en Italia- se descubrió que muchísimos niños y niñas al terminar la guerra vivían en unas condiciones lamentables e incluso que muchas veces habían perdido toda la relación con sus familias. Entonces se estableció el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, que las siglas son UNICEF, para cuidar de esos niños y niñas que se habían quedado en esa situación tan difícil y también para reagruparlos con sus familias, de las que la guerra les había separado. Lo que ocurrió es que el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia no acabó su misión en estos países, sino que se vio como instrumento válido para abordar el bienestar y la protección de los niños en todo el mundo. Lo que iba a ser un Fondo que iba a durar un tiempo limitado, pues ya tiene más de 70 años.
P. ¿Qué habría que hacer para reducir la obesidad y la desnutrición infantil?
R. Habría que hacer cosas en muchos planos. Estos problemas son muy complicados, necesitan que se actúe en muchos aspectos. Voy a empezar por dos actuaciones básicas, una tiene que ver con todo el sistema alimentario y todo lo que hay alrededor de lo que se produce, y finalmente se consume en el ámbito de la alimentación y en el ámbito del espacio y el tiempo que disponemos que es una de las causas de la obesidad infantil. Y, por otro lado, lo que podemos hacer nosotros como personas, como nos debemos concienciar de qué alimentos y qué actitudes y hábitos son más o menos saludables.
Vivimos en un entorno, y EE. UU. lo sabe muy bien porque es uno de los países con más obesidad infantil, en el que la publicidad, los productos que hay en los supermercados y la comida que hay en los restaurantes de comida rápida nos predisponen a ser obesos. Es lo que llamamos el entorno obesogénico, un entorno que genera obesidad. Y, por ejemplo, los productos que generan obesidad son: el azúcar, las grasas saturadas, los productos muy procesados y precocinados y la sal. Lo que proponemos es etiquetar esos productos con una especie de semáforo que de un primer golpe de vista nos diga si son saludables o no. Se llama Nutriescor, es una etiqueta muy visible en los productos envasados en la que nosotros vemos que si es rojo no es bueno y lo podemos comprar, pero no deberíamos comer mucho, y si es verde es un producto saludable.
También habría que limitar la publicidad, especialmente la dirigida en niños y niñas, de productos que tengan un alto contenido en azúcar, en grasas o que sean alimentos muy procesados. Si uno se fija en la televisión y más en horario infantil todos los productos que se publicitan seguramente tendrían un punto rojo en ese semáforo que nosotros apoyamos y que el Gobierno se ha comprometido a realizar. Creo que también deberían tomar conciencia las empresas para mejorar la calidad nutricional de sus productos, que pueden estar muy ricos, pero seguramente pueden estar igual de ricos teniendo menos elementos que no son buenos para la salud como los que he mencionado antes.
Desde la acción pública también deberían implantar más horas de deporte a la semana en los colegios, que tanto la alimentación como la actividad física son dos elementos clave en la obesidad. Por otro lado, para una alimentación más saludable de la infancia y la adolescencia habría que mejorar la alimentación. Podemos hacerlo nosotros personalmente, aunque a veces nos cueste porque todos esos alimentos están diseñados para que nos gusten, pero evitar alimentos y bebidas procesadas, ricas en grasa, azúcar, o bajas en minerales o que no tengan fibra. Elegir alimentos de temporada, comer mucha más fruta y verdura y mucha menos carne e hidratos de carbono, especialmente azúcar y luego incluir los alimentos ricos en grasas saludables, como, por ejemplo, puede ser el aceite de oliva.
También hay que hacer más deporte, cada vez nos movemos menos, nos desplazamos menos andando y hacer deporte tanto en la escuela como fuera de ella es clave para tener un estado de salud bueno, y se relaciona muchísimo con la obesidad. Otra cosa muy interesante es dormir bien, porque la gente que duerme mal o duerme pocas horas tiene mucha más tendencia a la obesidad.
P. ¿Por qué crees que hay mayor concentración de sobrepeso en entornos menos favorecidos?
R. No está analizado del todo, las cifras están ahí y vemos como en la Encuesta Nacional de Salud los hijos e hijas de trabajadores no cualificados con salarios bajos, tienen el triple de posibilidades de ser obesos, que los hijos de padres trabajadores con más ingresos, como directivos. Creo que hay dos factores que explican esa cuestión. Primero que la obesidad es una enfermedad física, pero también es un problema social. Lo segundo es que esos alimentos son cada vez más baratos, los productos procesados ricos en azúcar y grasas, que al final son los que generan en gran medida la obesidad. Otro motivo es por la actividad física porque los espacios en los que se puede practicar son de pago, con lo cual esas familias tienen menos acceso. Otras veces también tiene que ver con que esas personas tienen menos información. También es verdad que hay que romper algunos mitos, hay algunos alimentos que son muy ricos en algunos nutrientes y que son muy sanos, como por ejemplo las legumbres, que son alimentos relativamente baratos. Hay otras personas que dicen que también la falta de tiempo influye, hogares en los que se trabaja con mucha intensidad con horarios muy difíciles. No poder cocinar provoca que se tienda a comprar más ese tipo de productos ya procesados que no son precisamente los más adecuados.
P. ¿El aumento de la obesidad en qué podría afectar a los Derechos de los Niños?
R. Afecta a muchos derechos, el más obvio es el derecho a la salud, en el sentido que la obesidad produce otro tipo de enfermedades, muchas veces no inmediatamente, pero sí a medio o largo plazo, como la diabetes o como las enfermedades cardíacas o enfermedades de los músculos y del esqueleto. Pero no es solo eso. Los niños que tienen obesidad están más cansados, por lo tanto, también rinden menos en la escuela, con lo cual afectaría a su derecho a la educación. También puede afectar a sus relaciones sociales y al juego porque pueden ser víctimas de bullying o de acoso, por lo que se deterioran otro tipo de derechos como el derecho al ocio y al tiempo libre. Es verdad que parece que puede estar muy ligado a la salud y quizás es el principal derecho que vulnera ese crecimiento de la obesidad, pero está asociado a otros derechos como la educación, el ocio y el tiempo libre. Seguramente si hiciésemos un análisis más exhaustivo habría muchos derechos más afectados.