El flamenco, ese runrún que enamoró a Picasso durante toda su vida

El escritor Francis Mármol, autor de la obra Y Picasso recordaba el flamenco ”posa en la Plaza de la Merced de Málaga, donde nació el artista y se está homenajeando este año por el 50 aniversario de su muerte. EFE/ Álvaro Cabrera

José Luis Picón

El escritor Francis Mármol, autor de la obra Y Picasso recordaba el flamenco ”posa en la Plaza de la Merced de Málaga, donde nació el artista y se está homenajeando este año por el 50 aniversario de su muerte. EFE/ Álvaro Cabrera

Málaga, 4 jun (EFE).- La copla que recitó Picasso a un grupo de malagueños que le visitaron en Francia fue la chispa que inspiró el libro «Y Picasso recordaba el flamenco», del periodista Francis Mármol, que quiere reivindicar que el artista fue un enamorado de la música de su tierra durante toda su vida.

El escritor Francis Mármol, autor de la obra Y Picasso recordaba el flamenco ”posa en la Plaza de la Merced de Málaga, donde nació el artista y se está homenajeando este año por el 50 aniversario de su muerte. EFE/ Álvaro Cabrera

«Adiós, patio de la cárcel, rincón de la barbería, que al que no tiene dinero, lo afeitan con agua fría» rezaba aquella copla que Picasso recordó en 1957, explica en una entrevista con EFE Mármol, que presentará este lunes el libro en el centro cultural La Térmica de Málaga, que lo ha editado.

Las diecisiete historias que contiene surgieron al rastrear periódicos del siglo XIX y principios del XX que mostraban cómo, «en esa época, que coincide con la niñez de Picasso, Málaga era una auténtica meca del flamenco, con hasta una docena de cafés cantantes abiertos y todas las grandes figuras pasando por la ciudad».

A ello se sumó la entrevista que Mármol hizo a José Guevara Castro, uno de los pintores que viajó para ver a Picasso y homenajearle en Cannes, y que fue quien le desveló que, al preguntarle qué recordaba de su Málaga natal, «lo primero que le soltó fue esa letra de los cantes del Piyayo».

EL FLAMENCO QUE OYÓ EL PICASSO NIÑO

«Pensé que en Málaga, donde a Picasso se le ha relacionado con todo lo habido y por haber, nunca se le había relacionado con la música dominante en su tiempo, en la calle y en los lugares de ocio, porque su padre fue un gran consumidor en locales nocturnos y Picasso debió de escuchar en su casa esos ecos del flamenco».

En el libro ha llevado al terreno de la ficción esas historias «de un Picasso niño que va a encontrarse con esos personajes flamencos» y las ha hilado a través de un personaje como Paco Promesa.

«En realidad se llamaba Paco Jurado y fue un guitarrista melillense, pero afincado en Málaga, que le dio clases de guitarra a Jacqueline Roque, la última mujer de Picasso, quien le regaló una guitarra pintada por él, que tras un tiempo Paco logró cambiar por un piso en Torremolinos», relata Mármol.

LAS TRES MUERTES DE JUAN BREVA

En esas charlas ficticias en su castillo de Cannes, Picasso le va contando historias que conoció en su niñez como las tres muertes del cantaor Juan Breva, y es que la prensa informó erróneamente en dos ocasiones de su fallecimiento, que se produjo finalmente en 1918.

También mataron prematuramente los papeles a La Trini, «una mujer que marcó el cante por malagueñas y que cantaba cosas que tenían mucho que ver con su experiencia vital de mujer maltratada», apunta Mármol.

Otro personaje que asoma por estas confidencias picassianas es La Cuenca, una bailaora que había actuado y triunfado en Nueva York, La Habana o Ciudad de México.

«Lo que bailaba era protoflamenco, y lo hacía vestida de torero. Es un hilo para seguir investigando, porque podría haber sido la primera transformista o transexual del mundo del espectáculo», apunta el autor del libro.

EL TRABAJO CON DIÁGUILEV

En el apartado de curiosidades, se recuerda cómo Picasso trabajó con los Ballets Rusos de Diáguilev y también diseñó para este los decorados de un espectáculo flamenco «para el que reunió una caterva de artistas que reclutó sobre todo en Sevilla».

Uno de ellos era el bailaor Félix Fernández, a la postre conocido como Félix el Loco, que al estar la compañía en Londres y saber que no sería el protagonista del espectáculo, se encaminó enrabietado a una iglesia londinense y bailó desnudo sobre el altar, lo que le llevó a un manicomio inglés hasta el final de sus días.

Por su parte, el bailaor Pepito Vargas tiró el dibujo que le había hecho Picasso por no haberle sabido pintar bien los ojos, y el malagueño disfrutó además del arte de Antonio Gades o de Antonio el Bailarín.

«Aunque el libro es de ficción, he querido reivindicar que, a pesar de todo lo que se ha elucubrado sobre lo que pensaba y deseaba Picasso, es muy probable que fuera un enamorado de la música de su tierra, simplemente por las guitarras que dibujó, porque ningún artista de su tiempo ha dibujado tantas», resalta Mármol.

Y añade que «hay gente que atestigua que disfrutaba viendo bailar a los flamencos, porque le recordaban a su tierra».

ILUSTRACIONES DE LAFONT

Los textos de Francis Mármol están acompañados por las ilustraciones del artista argentino Emmanuel Lafont, que ha llevado «a su terreno» los episodios que le relataba.

«Se lo propuse a Emmanuel porque quería que lo hiciera alguien que no estuviera en la línea oficial sobre Picasso. Es como si lo hubiera hecho el propio Picasso, que si hubiera tenido que ilustrar algo habría tomado su propio camino».

La última joya que incluye el libro es un código QR como epílogo de cada capítulo que permite oír grabaciones originales de cantes desde principios del siglo XX, de artistas como Paca Aguilera, La Antequerana, El Cojo de Málaga o La Rubia, y que muestran «cómo ha evolucionado el flamenco».