No se puede estar gordo, pero sano. Un estudio constata que la actividad física no anula los efectos negativos del exceso de peso corporal sobre la salud del corazón.
Esta es la principal conclusión de un trabajo, con participación española, que publica este jueves la revista European Journal of Preventive Cardiology, de la Sociedad Europea de Cardiología.
La investigación refuta la idea de que un estilo de vida físicamente activo puede anular por completo los efectos nocivos del sobrepeso y la obesidad, explica Alejandro Lucía, de la Universidad Europea de Madrid, quien subraya: «No se puede estar gordo, pero sano».
El estudio utilizó datos de 527.662 trabajadores en España, con una edad media de 42 años y con un 32% de mujeres.
Los participantes se clasificaron en peso normal (con un índice de masa corporal de 20-24.9), sobrepeso (25-29.9) y obesidad (30 o superior).
Además, se agruparon por nivel de actividad: regularmente activos, definidos como los que hacen el mínimo recomendado para adultos por la Organización Mundial de la Salud; insuficientemente activos (alguna actividad física de moderada a vigorosa cada semana, pero menos que el mínimo de la OMS); e inactivos (sin ejercicio).
La salud cardiovascular se determinó en función de los tres principales factores de riesgo de infarto e ictus: la diabetes, el colesterol elevado y la hipertensión arterial.
Aproximadamente el 41 % de los participantes tenía un peso normal, un 41% sobrepeso y el 18 % de las personas eran obesas. La mayoría eran inactivas (63,5 %), mientras que el 12,3 % eran insuficientemente activas y el 24,2 % eran regularmente activas.
El 30 % tenía el colesterol alto, el 15 % la tensión arterial elevada y el 3 % diabetes, explica un comunicado de la Sociedad Europea de Cardiología, que detalla que los investigadores estudiaron las asociaciones entre cada grupo de índice de masa corporal (IMC) y actividad y los tres factores de riesgo.
En todos los niveles de IMC, cualquier actividad (independientemente de que cumpliera o no el mínimo de la OMS) estaba relacionada con una menor probabilidad de padecer diabetes, hipertensión arterial o colesterol alto, en comparación con la ausencia de ejercicio.
«Esto nos dice que todo el mundo, independientemente de su peso corporal, debería ser físicamente activo para salvaguardar su salud«, resume Lucía.
En todos los pesos, las probabilidades de diabetes e hipertensión disminuían a medida que aumentaba la actividad física: más actividad es mejor, así que caminar 30 minutos al día es mejor que caminar 15.
Sin embargo, los participantes con sobrepeso y obesidad presentaban un mayor riesgo cardiovascular que sus compañeros con peso normal, independientemente de los niveles de actividad.
Por ejemplo, en comparación con los individuos inactivos de peso normal, los obesos activos tenían aproximadamente el doble de probabilidades de tener el colesterol alto, cuatro veces más probabilidades de sufrir diabetes y cinco veces más de tener la tensión arterial alta.
«El ejercicio no parece compensar los efectos negativos del exceso de peso«, concluye este investigador, quien señala que los hallazgos se observaron en general en hombres y mujeres.
Para Lucía, «la lucha contra la obesidad y la inactividad es igualmente importante; debería ser una batalla conjunta. La pérdida de peso debe seguir siendo un objetivo primordial de las políticas sanitarias, junto con la promoción de estilos de vida activos».
Fuente: © EFE 2021.