Madrid, 30 jun (EFE).- La historiadora y arabista María Rosa de Madariaga Álvarez-Prida, experta en las relaciones entre España y Marruecos, en particular sobre el Rif (norte del país africano) durante la etapa del Protectorado (1912-1956) español, ha fallecido en Madrid a los 85 años.
Licenciada por la Complutense y doctora en Historia por la Universidad de París I (Panthéon-Sorbonne), la especialista, sobrina de Salvador de Madariaga, está siendo velada desde la pasada noche en el tanatorio de la M-30 según la página de internet de los Servicios Funerarios de Madrid.
Fue autora de libros como «Los moros que trajo Franco» (2015); «Marruecos, ese gran desconocido» (2013); «Abd el-Krim el Jatabi» (2009); «En el barranco del lobo. Las guerras de Marruecos» (2005) y «España y el Rif: Crónica de una historia casi olvidada» (1999).
Para Madariaga, diplomada en Lengua, Literatura y Civilización árabes por el Instituto Nacional de Lenguas y Civilizaciones Orientales de París, el Protectorado (etapa en la que se ocupó el norte de Marruecos, el Rif) fue un periodo trágico para España, con episodios tan dolorosos como el del «Barranco del Lobo», o el célebre «Desastre de Annual», en 1921.
Esta batalla, «Epopeya de Annual» para los marroquíes, terminó con la derrota estrepitosa del ejército español dirigido por el general Manuel Fernández Silvestre, frente a las tropas del líder rifeño Abdelkrim el Jatabi (1882-1963), y costó la vida a más de 15.000 soldados españoles, lo que causó una gran conmoción en España.
Sobre el caudillo rifeño aseguraba que luchó contra los españoles «forzado por las circunstancias», ya que quería «una colaboración con España, pero no una ocupación militar», como la que se estaba llevando a cabo en el entonces Protectorado español de Marruecos, que se extendía por la parte septentrional de dicho país.
El balance de aquella etapa, decía la historiadora en una entrevista con Efe en 2013, funcionaria de la UNESCO durante muchos años, «no puede ser más negativo. Mantener aquel tinglado costó miles de vidas humanas y millones de pesetas, solo para beneficio de unos pocos que hicieron allí su agosto y se enriquecieron gracias a negocios sucios como el estraperlo, los desfalcos y otras corruptelas.»
La historiadora siempre intentó «reanimar» en la memoria colectiva española qué significó para el país la relación entre España y el Rif, la penetración colonial con la explotación mineral y agrícola y la resistencia que pusieron los bereberes a esta ocupación.
Consideraba «fundamental» que las relaciones entre España y Marruecos se cimenten en un conocimiento mutuo y en un afán de aprendizaje «cada vez mayor» como requisito indispensable para la tolerancia y el respeto que requieren países vecinos.
Entre otras cosas, según Madariaga, «mucho de lo que hay en la reivindicación sobre Ceuta y Melilla forma parte de la obligación de cada gobierno marroquí. Si no hiciera esta reivindicación, estaría mal visto», si bien su alcance es relativo porque no supone «un problema grave». Ambas ciudades «son españolas desde siempre», desde hace más de cinco siglos, afirmaba.
«Marruecos ahora es la gran muralla contra la invasión del islamismo que viene del Sahel y no le interesa en absoluto que ese problema aumente», afirmaba la investigadora, para quien este asunto, junto a la inmigración clandestina, es el más importante ahora en las relaciones entre España y Marruecos.