Finlandia y Suecia, una ampliación nórdica pendiente de Turquía

Imagen de archivo del presidente finlandés, Sauli Niinistö, y del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. EFE/EPA/MAURI RATILAINEN

Berlín/Estambul, 23 jun (EFE).- De la cumbre de la OTAN se esperaba el «abrazo de bienvenida» a Finlandia y Suecia, dos países nórdicos aferrados durante décadas a la neutralidad militar hasta que la agresión rusa a Ucrania les lanzó a solicitar su adhesión, algo pendiente aún del sí de Turquía.

Si el desbloqueo turco a su incorporación tarda aún «un par de semanas» en producirse no sería «una tragedia», afirmaba estos días una fuente gubernamental alemana; «nunca dijimos que Madrid fuera la fecha límite para la ratificación a su ingreso», aseguró el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en su última visita de trabajo a Helsinki.

El propio presidente finlandés, Sauli Niinistö, expresaba ante Stoltenberg su «extrañeza». Según él, hasta hace unos meses siempre había percibido de Turquía una «actitud favorable» al ingreso de su país en la OTAN, hasta que de pronto surgió ese veto.

Los temores de Turquía son «legítimos», zanjó el noruego Stoltenberg, tanto en Helsinki como en una visita posterior a Estocolmo. Toda ampliación debe ser ratificada por todos los miembros de la Alianza; si Turquía la bloquea, esos dos países «asociados» -o «miembros sin carné de socio», en definición de la ministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock- quedarán a las puertas.

EL BLOQUEO TURCO

Desde mediados de mayo, Turquía se ha mantenido firme en su postura: no aceptará el ingreso de Suecia y Finlandia en la OTAN si no cambian radicalmente su actitud hacia a las organizaciones políticas kurdas.

Turquía exige el apoyo a su lucha contra los grupos que considera «terroristas», principalmente el Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK) y las milicias kurdas de Siria, las Unidades de Protección Popular (YPG).

Ankara reprocha especialmente a Suecia que acoja a militantes kurdos en busca y captura en Turquía por supuestos vínculos terroristas y permita incluso discursos a favor del PKK en el Parlamento.

Todos los países de la Unión Europea consideran terrorista al PKK, la guerrilla kurda activa en Turquía, pero el respeto a la libertad de expresión en Suecia permite incluso a políticos abogar por su legalización.

Turquía pide que también se ilegalice al YPG, aunque este movimiento recibe respaldo militar de Estados Unidos en su lucha contra el yihadismo en Siria.

El presidente Recep Tayyip Erdogan ha reconocido que no se trata únicamente de un problema de los países candidatos, ya que, dice, «Alemania, Francia y Holanda cometen el mismo error» de permitir la expresión política de movimientos kurdos en la órbita ideológica del PKK.

Ankara, que no ha hecho público una lista concreta de condiciones para retirar su veto, asegura haber entregado por escrito sus condiciones a Estocolmo y Helsinki, pero considera que la primera respuesta recibida quedó «muy lejos» de una base para negociar.

El lunes pasado, el portavoz presidencial turco, Ibrahim Kalin, reafirmó en la reunión preparatoria de la OTAN en Bruselas que los países candidatos deben «dar pasos hacia las reformas legales que pide Turquía».

Comparó el proceso con el de Macedonia del Norte, cuyo ingreso en la OTAN fue bloqueado durante 11 años por Grecia, hasta que el país accedió a cambiar de nombre.

«Las negociaciones continuarán y la cumbre de la OTAN en Madrid no es para nosotros ni una fecha límite, ni un momento de inflexión», dijo Kalin en Bruselas, retomando el término de Stoltenberg en Helsinki.

EL FULMINANTE GIRO NÓRDICO

La guerra de Ucrania generó en Suecia y Finlandia un giro de 180 años en el principio de la neutralidad que unos meses antes parecía incuestionable. En semanas la opinión pública de ambos países dio un vuelco a favor de la adhesión, mientras aparecía un amplísimo consenso parlamentario asimismo a favor del sí.

Los socialdemócratas suecos, el partido de la primera ministra Magdalena Andersson, se retractaron en mayo de una resolución aprobada en noviembre en contra del ingreso. Pusieron con ello fin a los dos siglos de no alineación militar sueca.

Finlandia, país con casi 1.400 kilómetros de frontera con Rusia gobernado por la también socialdemócrata Sanna Marín, formalizó en mayo la petición de ingreso en paralelo a la de Suecia. Ambos socios nórdicos de la UE plasmaron su anhelo compartido de quedar bajo el paraguas del Artículo 5 de la Alianza.

Para la OTAN -o, al menos, para sus principales socios-, la incorporación de los dos últimos países nórdicos europeos fuera formalmente de la Alianza reforzará el escudo báltico frente a Rusia. Todo depende de cómo se atiendan las «legítimos temores» turcos. «Ningún otro país de la OTAN ha tenido que sufrir tantos ataques terroristas como Turquía», aseveró Stoltenberg, desde Helsinki.

Gemma Casadevall e Ilya Topper

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