Madrid, 28 ago (EFE).- Se cumplen cien años del nacimiento de María Dolores Pradera, mujer empoderada y de fina ironía, que se mantuvo en el escenario casi hasta el ultimo suspiro, una entrega que le convirtió en la gran señora de la canción y en la primera en unir las dos orillas de la música, la española y la latinoamérica.
Durante casi siete décadas de trayectoria profesional, María Dolores Pradera, que este jueves cumpliría cien años (Madrid, 1924-Madrid, 2018), grabó más de treinta discos con temas del cancionero español y latinoamericano, entre los que destacan 'Amarraditos', 'La flor de la canela', 'Que te vaya bonito', 'Fina estampa', 'Caballo viejo', 'El rosario de mi madre', 'Limeña' o 'Toda una vida'.
Desde el fado a la ranchera pasando por la copla, el tango, la habanera o la cumbia, María Dolores Padres fue una intérprete mítica de la cultura popular que supo mantener una conexión muy estrena con Iberoamérica.
Su voz -siempre en un tono perfecto-, el movimiento de sus manos y su elegancia sobre el escenario, la convirtieron en una artista única y muy querida a ambos lados del Atlántico.
Se dio a conocer como cantante en las emisoras de radio y en la sala Alazán en Madrid. Su primer trabajo discográfico llegó en 1960 con el sello Zafiro, donde comenzó grabando EPs (discos de 4 canciones).
Acompañada por 'Los Gemelos', Julián y Santiago López Hernández, dos guitarristas madrileños que también habían conocido América, se especializó en la canción melódica y cantó a Chabuca Granda, Atahualpa Yupanqui o Violeta Parra, entre otros.
Fue la primera cantante española en actuar en el Albert Hall de Londres. Colaboró en muchas ocasiones con Los Sabandeños, Horació Guaraní, Mercedes Sosa, Amancio Prada, Carlos Cano o Chavela Vargas.
Muy conocidos fueron los dúos con artistas de generaciones posteriores y diferentes estilos al suyo como Raphael, Joaquín Sabina, Miguel Bosé o Amaia Montero.
Su última actuación fue en la Plaza de toros de Las Ventas, el 21 de junio de 2013 en el que contó con Miguel Poveda, con quien cantó, una vez más, 'Fina estampa'. Tenía 89 años. Cuatro años después, fallecería.
Nunca se dejo llevar por las modas, ella creaba moda con sus canciones, con sus túnicas y ponchos con los que creaba una silueta icónica, de gran elegancia.
En la primera biografía de María Dolores Pradera 'Déjame que te cuente', sus autores, Santiago Aguilar y Felipe Cabrerizo, la descubren como una mujer con «un desarmante sentido del humor y una tremenda fuerza de voluntad que desafió todos los convencionalismos de su época».
Aunque fue en su faceta de cantante donde cosechó sus mayores éxitos y logró fama internacional, la artista arrancó su carrera en 1941 en el cine, donde participó como extra en la película 'Porque te vi llorar'.
Intervino en películas como 'Mi vida en tus manos' (1943); 'Yo me caso' (1944); 'Altar mayor (1944); 'Los habitantes de la casa deshabitada' (1946) o ' Vida en sobras' (1948). Pradera se labró su prestigio inicial como actriz hasta la década de los 60, llegó a interpretar una veintena de películas.
También trabajó en el teatro. Representó obras Enrique Jardiel Poncela, Jozé Zorrila, Federico García Lorca o Edmon Rostand. Su etapa más gloriosa se desarrolló en el Teatro María Guerrero, dirigido entonces por José Luis Alonso Mañes.
Una época en la que interpretó 'El jardín de los cerezos', de Chéjov; 'El rinoceronte' de Ionesco; 'Los intereses creados', de Benavente; 'Intermezzo', de Giraudoux, entre otras.
Regresó puntualmente al cine y, sobre todo, al teatro, con grandes actuaciones como la Mariana Pineda de Federico García Lorca en el Teatro Marquina de Madrid en 1968 o la Cándida de George Bernard Shaw en 1985.
En los años 70 inició su alabada trayectoria como cantante que la dio a conocer a ambos lados del Atlántico y con la que llegó a acumular en su repertorio más de un millar de canciones.
De niña, vivió en Chile. Su padre, asturiano, tenía allí su negocio. Estuvo casada con el gran Fernando Fernán Gómez , de 1945 a 1957. Con él tuvo dos hijos: Fernando y Elena.
Tanto en la escena como en la canción, a María Dolores Pradera se le aplaudió por su carácter, talento, sensibilidad y natural elegancia, en definitiva: una gran señora.