«No vamos desistir de Brasil», afirma hijo de Bolsonaro tras el triunfo de Lula

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, acompañado de su hijo, el senador Flávio Bolsonaro, en una fotografía de archivo. EFE/Joédson Alves

Sao Paulo, 31 oct (EFE).- Jair Bolsonaro se quedó solo ante la derrota. Después de soportar durante meses una sistemática campaña de descrédito, las instituciones brasileñas le mandaron un mensaje claro al jefe de Estado: la democracia no se cuestiona.

Todas las altas autoridades del país, incluidas algunas afines al líder ultraderechista, que sigue sin reconocer el resultado, salieron en estampida para reconocer la victoria del ahora presidente electo, Luiz Inácio Lula da Silva, al poco tiempo de hacerse oficial.

No dieron pie a ninguna sombra de sospecha, desmarcándose de las teorías conspiratorias de Bolsonaro, que cuestionó repetidamente la legitimidad del proceso electoral e insinuaba que desconocería el dictamen de las urnas en caso de derrota, que al final fue muy ajustada (50,9 %-49,1 %).

RECONOCIMIENTO UNÁNIME

El presidente de Congreso Nacional, Rodrigo Pacheco, fue taxativo al afirmar que los resultados son «incuestionables» y que «el presidente Bolsonaro así lo reconocerá», poniendo más presión sobre el capitán retirado del Ejército, que guarda silencio desde anoche.

Pacheco compareció el mismo domingo en un acto inédito al que asistieron el presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE), Alexandre de Moraes, y buena parte de los once jueces de la Corte Suprema, a los que Bolsonaro ha dedicado los más variados insultos.

En la misma línea se pronunciaron el jefe de la Cámara Baja, Arthur Lira, y el fiscal general, Augusto Aras, dos figuras clave para la continuidad de Bolsonaro en el poder, que asumió en 2019 y dejará el 1 de enero de 2023.

El primero ha aguantado en el cajón más de un centenar de peticiones para abrirle un juicio político por diversos asuntos, desde su errática gestión de la pandemia a sus «amenazas a la democracia».

«Es la hora de extender la mano a los adversarios», indicó Lira.

El segundo también puso en baño María todas las investigaciones abiertas contra Bolsonaro, que seguirán su trámite en instancias inferiores cuando deje la Presidencia.

TENSIÓN CONSTANTE ENTRE PODERES

A lo largo de su Administración, el mandatario elevó la tensión institucional a niveles no vistos en décadas con sus graves ataques hacia la cúpula judicial y parlamentarios opositores.

La convivencia entre los poderes se agrió todavía más con su participación en manifestaciones que exigían el «cierre» del Congreso y el Supremo con una «intervención militar» que le mantuviera en el poder, mientras el país era azotado por el coronavirus.

Frente a esas embestidas, las instituciones se han mostrado siempre resilientes, actuando de freno a las iniciativas más polémicas del Gobierno, sobre todo en relación a la liberación de armas y a cambios de última hora en el sistema de votación.

Pero la gota que colmó el vaso fue una reunión con decenas de embajadores extranjeros el pasado 18 de julio, con el país ya en clima electoral.

En ese encuentro, Bolsonaro cuestionó las urnas electrónicas que el país utiliza desde 1996 sin que hayan sido objeto de una sola denuncia de fraude.

Una vez más, la condena de las autoridades fue unánime. Otro gesto de unión se produciría el pasado 16 de agosto. Ese día comenzó oficialmente la campaña y tuvo lugar la ceremonia en la que el juez Alexandre de Moraes, enemigo número uno del bolsonarismo, asumió la presidencia del TSE.

Allí se dieron cita los jefes del Parlamento, los magistrados de la Corte Suprema, 22 de los 27 gobernadores del país, medio centenar de embajadores extranjeros y cuatro expresidentes: José Sarney, Lula, Dilma Rousseff y Michel Temer.

«Somos la única democracia del mundo que divulga los resultados electorales el mismo día con agilidad, seguridad, competencia y transparencia», declaró Moraes.

A esas palabras le siguieron un minuto de aplausos, muchos en pie. Bolsonaro, también presente, asistía con rostro serio.

Dos meses y medio después, con los resultados de las elecciones en la mano, las instituciones reforzaron su compromiso con el régimen vigente.

Bolsonaro, como en ese 16 de agosto, calla tras su derrota electoral, reconocida hasta por el pastor evangélico Silas Malafaia, declarado «consejero» de Bolsonaro y quien pidió que Dios bendiga a Lula para que libre a Brasil del «caos político, social y económico».

Carlos Meneses