Ciudad de México, 23 sep (EFE).- El novillero Emiliano Osornio cortó el único apéndice de la corrida en la Plaza de Toros Arroyo, en la Ciudad de México, con un casi lleno en los tendidos.
Julián Garibay, Carlos Mauricio, y Pablo Martínez, todos mexicanos, se fueron sin trofeos.
Los novillos de José Arroyo resultaron correctamente presentados, pero de deslucido juego, salvo el último que sobresalió por encastado.
Se esperaba más de los novillos del empresario de la plaza Arroyo, pero solo el postrero se comportó con la casta de la casa ganadera.
De los novilleros se llevó el triunfo Emiliano Osornio, quien con un novillo de correcta presentación, y tras un buen par de banderillas ejecutado por Rogelio Sánchez, inició por alto para luego realizar buenos pases con ambas manos.
Ejecutó un derechazo particularmente vistoso y largo. Le faltó continuidad en las tandas.
Si bien, Osornio cargó la suerte y se asomó al contrario, también abusó de retrasar la muleta al citar.
El astado no tenía calidad y rebrincanba. Aguantó con valor el de luces. Una media estocada fue argumento suficiente para finiquitar al bovino y lograr una oreja.
Antes, un novillo de 400 kilogramos abrió plaza. De buena hechura se fue dos veces al caballo dándose la circunstancia, debido a la demora del picador en aplicar la puya, que sonasen dos avisos en este tercio.
El animal repetía las embestidas con cierta emoción y nobleza. También con evidente falta de fondo.
Carlos Mauricio, su matador en suerte, citó siempre con el pico y al paso.
Interpretó el toreo en redondo dejando algún pase suelto de calidad al final de la faena. No probó el pitón izquierdo una sola vez.
Mató tras varios intentos y dos avisos.
Siguió el novillo de Julian Garibay, una res de correcta de presentación que se durmió en el peto mientras recibía una buena vara.
Garibay corrió la mano derecha con mando pero falto de un paso adelante citando.
El toro doblaba las manos al bajar la muleta. Lo mejor de la faena fueron dos naturales de mérito y mucho mando, pues el Arroyo por ese lado exigía mucha decisión y sitio.
Extrañamente, no continuó Garibay su labor con la mano siniestra. Aunque una buena estocada al tercer intento pasaportó al novillo.
Cerró la tarde Pablo Martínez, quien enfrentó a un novillo con trapío que tomaba la muleta con violencia.
Faena emotiva, sin colocación, de pases incompletos, con el cuerpo doblado y la muleta atrasada.
Vibrante por momentos por la casta del cierra plaza, que acabó por propiciarle un viaje sin consecuencias al joven mexicano.
El Arroyo se impuso y la suerte de matar se puso cuesta arriba para Martínez, que pudo reponerse y lograr dejar la espada muy trasera y caída luego de varios intentos.
Tras la conclusión de la segunda novillada, del vigésimo noveno ciclo de novilladas en la Plaza Arroyo, mantiene un saldo negativo de casta.
Lo más reseñable de este coso y lo que valoriza todo lo que sucede en este recinto al sur de la capital.
Borja Ilián