Sol Carreras
Madrid, 20 nov (EFE).- De talante amable y dialogante, Pilar Alegría asumió el cargo de ministra de Educación con el objetivo de implantar la ley Celáa, sumó después la labor de portavoz del PSOE en una etapa crítica para el partido y ahora será la nueva voz del Gobierno en una legislatura que se prevé de alto voltaje.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha confiado en Alegría (La Zaida, Zaragoza, 1977) para ser el rostro más cercano a los medios en esta nueva legislatura, en la que los socialistas gobernarán en coalición con Sumar y dependerán de socios parlamentarios como Junts y ERC, con los que han pactado la ley de amnistía.
De esta forma, a sus 46 años, Alegría sigue como ministra de Educación sumando la responsabilidad de Deportes y adquiere un nuevo reto en su carrera política relevando como portavoz del Gobierno a Isabel Rodríguez, con la que comparte las formas, al ser ambas casi siempre sosegadas en sus discursos, pero firmes y contundentes cuando la ocasión lo requiere.
La tarea no es nueva para Alegría, que lleva ya más de un año ejerciendo como portavoz de la Ejecutiva Federal del PSOE, un cargo que previsiblemente tendrá que abandonar para centrarse en su nueva misión en el Gobierno.
De carácter afable, en su entorno la definen como una persona muy trabajadora y dialogante pero también exigente.
Alegría es una de las personas de la máxima confianza de Sánchez y uno de los pocos cargos del Gobierno que en la pasada legislatura ha simultaneado responsabilidades en la cúpula de Ferraz, al igual que otros ministros como María Jesús Montero y Félix Bolaños.
Por este motivo, ha estado presente en todas los órganos claves del partido y del Gobierno: la Ejecutiva Federal, el Consejo de Ministros y los denominados ‘maitines’, unas reuniones de coordinación entre Ferraz y Moncloa que mantiene Sánchez con nueve miembros de su núcleo duro.
Además más recientemente Alegría formó parte de la comisión del PSOE para negociar la investidura de Sánchez con los grupos parlamentarios, una señal más del poder ejecutivo y orgánico que ha ido acumulando con el tiempo.
Diplomada en Magisterio con especialidad de Educación Primaria y con un máster en Estudios Avanzados en Educación Social, Alegría no ha ejercido nunca como maestra y ha centrado su carrera profesional en la política de la mano del PSOE.
Ha trabajado en la Secretaría de Organización del partido, en la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero, tanto con Leire Pajín como con Marcelino Iglesias, y ha sido diputada en el Congreso de los Diputados (la primera vez de 2008 a 2015) y en el Parlamento de Aragón.
Además, en su comunidad autónoma ha ejercido también como consejera con el Gobierno de Javier Lambán (con quien luego ha tenido fuertes discrepancias políticas), como concejal en el Ayuntamiento de Zaragoza y como delegada de Gobierno.
Acarició el sueño de convertirse en alcaldesa de Zaragoza tras las elecciones municipales de 2019 al encabezar la lista más votada, pero el pacto alcanzado entre PP y Ciudadanos con el apoyo de Vox la desbancó.
Su gran salto a la política nacional llegó con su nombramiento como ministra de Educación y Formación Profesional, en sustitución de Isabel Celáa, en la reestructuración de Gobierno que Sánchez hizo en julio de 2021.
La aplicación de la Lomloe o ley Celáa ha sido su principal objetivo en el Ministerio, donde ha destacado por su disposición al diálogo, también con la escuela concertada y con las escuelas católicas, y por su voluntad de «bajar decibelios en el debate educativo», una de sus frases más repetidas.
Entre sus logros como ministra de Educación destaca la aprobación de la Ley de Formación Profesional Dual y el avance en la digitalización de las aulas tras la pandemia, pero no ha conseguido aprobar el anhelado estatuto de la profesión docente.
Tras la convocatoria de las elecciones generales del 23 de julio aparcó la aprobación de la polémica nueva prueba de acceso a la universidad (Ebau).
Soltera y con un hijo, es muy familiar y suele ir con frecuencia a su pueblo de La Zaida, donde mantiene su peña de amigos de toda la vida, donde la llaman ‘la Pili’
Le gusta la gastronomía (los caracoles con tomate de su madre es uno de sus platos favoritos), es aficionada a la radio, a la música indie, a los viajes, a deportes como el frontón y el pádel, y a la literatura, sobre todo a los libros de Zweig.