Ginebra, 22 sep (EFE).- La relatora especial de la ONU para la situación de los derechos humanos en Rusia, Maria Katzarova, subrayó hoy que la actual represión en ese país todavía no ha llegado a los peores niveles de hace casi un siglo en la URSS, durante la época de los gulags de Stalin, pero alertó que la comunidad internacional debe presionar para evitar que se pueda regresar a esa situación.
«Todavía no es comparable a los tiempos de las represiones estalinistas, en los años 30, cuando quizá unos 30 millones de personas perecieron en gulags por ser percibidos como enemigos del Estado o disidentes», reconoció Katzarova en rueda de prensa en la sede europea de Naciones Unidas en Ginebra, donde presentó su primer informe sobre Rusia ante el Consejo de Derechos Humanos.
«Pero ahora es el momento, con el mandato que ocupo, con nuestro informe, mediante la prensa y mediante la acción de la comunidad internacional, de no permitir que la situación en Rusia empeore hasta el nivel de las represiones estalinistas», subrayó la experiodista búlgara, con 25 años de experiencia en materia de derechos humanos.
Katzarova, quien presentó el informe ante el Consejo de Derechos Humanos este jueves y hoy prosigue su debate con los Estados miembros de ese órgano, reiteró ante los periodistas que «la sociedad civil rusa ha sido clausurada por las autoridades, en un país donde ya no hay prensa independiente u ONG que funcionen efectivamente».
La relatora de la ONU, primera encargada de seguir la situación de las libertades fundamentales en un país miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, recordó que más de 600 organizaciones de la sociedad civil de Rusia han cerrado debido a «draconianas leyes» aprobadas por las autoridades rusas.
La campaña contra las ONG ha afectado «desde organizaciones como Memorial, premiada con el Nobel de la Paz el año pasado, a otras mucho más pequeñas dedicadas a pueblos indígenas, minorías étnicas o al colectivo LGBTIQ», denunció la relatora.
También recordó que Rusia ha caído nueve puestos en el último Índice de Libertad de Prensa que elabora Reporteros Sin Fronteras (RSF), y ahora ocupa la posición 164 de un total de 180.
En el informe presentado ayer, Katzarova puso como ejemplo de esa persecución a la prensa el cierre el pasado año de uno de los últimos diarios independientes que quedaban en Rusia, el Novaya Gazeta, y las acusaciones de «agente extranjero» contra su redactor jefe Dmitri Muratov (también galardonado con el Nobel de la Paz).
La situación, recordó la relatora, empeoró con el inicio de la invasión a Ucrania en febrero de 2022, y desde entonces más de 20.000 personas han sido detenidas por participar en marchas contra la guerra y 600 han sido procesadas, entre ellas Oleg Orlov, copresidente de Memorial.
El informe no incluye menciones sobre posibles crímenes de guerra o contra la humanidad cometidos por las autoridades rusas, algo que defendió hoy la relatora argumentando que su mandato no es estrictamente de «investigación», por lo que no puede llegar a tales conclusiones.
«Estoy aquí para observar, hacer un seguimiento y dar recomendaciones a las autoridades (rusas) y a la comunidad internacional sobre cómo introducir cambios prácticos», argumentó.