Almería, 14 dic (EFE).- El Centro Andaluz de la Fotografía (CAF) acoge la mayor retrospectiva que se ha realizado hasta la fecha del fotógrafo estadounidense Louis Stettner (1922 – 2016), una muestra que se podrá ver hasta el 2 de marzo en Almería y que permite descubrir «al menos conocido de los fotógrafos más conocidos”.
Así lo apunta en una entrevista con EFE el director del CAF, Juan María Rodríguez, durante una visita a esta muestra organizada por Fundación MAPFRE en colaboración con la Consejería de Cultura y Deporte, dedicada a este “fotógrafo maravilloso en el que podrían converger muchos grandes maestros”.
Rodríguez apunta que nunca tuvo el “prestigio que mereció”, entre otros motivos porque fue un comunista en los Estados Unidos en pleno macartismo, siendo perseguido por el Comité de Actividades Antiamericanas “porque había pertenecido a la Photo League”. “Le pidieron que delatara nombres y no los dio”, subraya.
El director del CAF incide en que Stettner tampoco presenta un estilo homogéneo, sino que salta “continuamente” entre ellos.
“Es un fotógrafo incómodo porque además de fotografiar, él escribía. Publicaba unos artículos contundentes en Camera 35 en los que atacaba al sistema de museos; a los comisarios de arte, a los que llama sumos sacerdotes que han secuestrado el arte del público (…) A los directores del MoMA”, relata.
“Ataca a Edward Steichen cuando está montando la gran exposición fotográfica del siglo XX que fue ‘La familia del hombre’. Es uno de los grandes fotógrafos que no está en esa exposición. Su cuñado lo retrata como una especie de profeta del viejo testamento. Era una especie de bohemio radical”, apostilla Rodríguez.
Movimientos sociales sin apología
El director del CAF precisa que también apoyaba la racialidad, el movimiento afroamericano y la lucha contra la segregación racial, mostrando un compromiso con lo “real” pero sin “hacer tampoco apología”, ya que considera que su trabajo fue “muy ideológico”, pero sin caer en la propaganda.
Por ejemplo, apunta que cuando fotografía a trabajadores, lo hace de forma individualizada para presentar a cada uno de una forma diferente. No lo contextualiza ni siquiera en el gremio, no necesariamente. Lo hace de manera muy fragmentaria. Y es un fotógrafo brillante”, recalca.
“Es un trabajo que reivindica mucho la materialidad de la fotografía. Todo el proceso de laboratorio era suyo. En un momento en el que la fotografía es muy líquida, se ha desvanecido, en el que no se sabe dónde está, o que está en las pantallas de los móviles… Esta exposición nos recuerda mucho el trabajo comprometido de un fotógrafo que creía que la fotografía era un oficio. Que era un lugar de compromiso con la sociedad”, manifiesta Rodríguez.
Una exposición única
El director sostiene que en Almería se pueden ver materiales de la Fundación MAPFRE totalmente inéditos, que “ni siquiera se presentaron en Madrid o en París”. “La exposición fue revisada y se amplió el cupo de imágenes”, revela.
“Los estilos son muy distintos. Empieza fotografiando los años 40 bajo un influjo muy peculiar también, porque él es un marxista, pero al mismo tiempo está muy influido por Walt Whitman. Y por un cierto trascendentalismo espiritual, casi diríamos religioso, entre comillas”, desvela.
“Luego va a fotografiar abstracciones sorprendentes. Porque era muy amigo de Brassaï. También le interesa mucho el mundo del graffiti, el mundo de las composiciones geométricas en la calle. Luego hará retratos de vagabundos en el Bowery. Luego hará una serie en Pennsylvania Station (…) Es un fotógrafo que recorre durante 40, 50 años la historia de la fotografía”, afirma.
Un fotógrafo ávido
“Era un fotógrafo muy ávido. Era un fotógrafo compulsivo. Le gustaba mucho el trabajo, la cámara. Y acabará con 92 años. Haciendo fotos en color (…) Era un depredador visual en toda regla. Y un tipo muy comprometido con la energía y con la vida”, asegura.
Sin embargo, Rodríguez cree que sus ataques a lo establecido consiguieron difuminar su figura, porque “la historia de la fotografía se ha escrito desde el canon americano y en concreto desde el canon del MoMA, donde él nunca expuso”.
“Es un fotógrafo un poco estigmatizado. Pero hay algo subversivo en eso. Hay algo delicioso en eso. Está muy bien que sigamos descubriendo fotógrafos que no son Cartier-Bresson o a los que todo el mundo conoce. Y de los que él además se siente muy lejano”, concluye.