Tristeza y labor social de las cofradías en otra Semana Santa sin procesiones

Ayuntamiento de Sevilla

Con resignación y profunda tristeza, pero con realismo, viven esta Semana Santa las hermandades y cofradías españolas que, por segundo año consecutivo, no pueden hacer estación de penitencia por las calles debido a la  COVID-19. No obstante, estas agrupaciones viven la fecha intensamente en los templos,  sin olvidar su amplia labor social y asistencial. Este año, por lo menos, los templos están abiertos y los devotos pueden paliar la falta de procesiones mirando y rezando a sus cristos y vírgenes.

Con resignación y profunda tristeza, pero con realismo, viven esta Semana Santa las hermandades y cofradías españolas, que por segundo año consecutivo no pueden hacer estación de penitencia por las calles debido a la covid-19, pero la viven intensamente en los templos y sin olvidar su amplia labor social y asistencial.

Este año, por lo menos, los templos están abiertos y los devotos pueden paliar la falta de procesiones mirando y rezando a sus cristos y vírgenes, que han sido colocados en los altares mayores de las iglesias, algunos incluso sobre los «pasos», «tronos» o «andas» preparados como si fueran a procesionar en las siguientes horas.

Aunque sin cortejos, las hermandades viven con mucha oración y recogimiento esta Semana Mayor, sin olvidar las relaciones fraternas, la permanente labor social y la vida de barrio, pues muchas de ellas se identifican con el barrio donde surgen.

Es el caso de la Hermandad de la Esperanza de Triana, de Sevilla; El Cautivo, de Málaga; la de Nuestro Padre Jesús Nazareno, más conocida como la de los Salzillos, de Murcia; o la del Santísimo Cristo de las Injurias, de Zamora.

HERMANDADES DE BARRIO

«La Esperanza de Triana está clavada en el corazón del barrio», afirma a Efe con rotundidad Sergio Sopeña, hermano mayor de esta hermandad que hace estación de penitencia en la «Madrugá» del Viernes Santo y que tiene como imágenes a la Virgen del mismo nombre a la que sus devotos llaman la «Reina y Señora» de Triana, y al Cristo de las Tres Caídas, con sede en la Capilla de los Marineros.

Una capilla, que es como una casa más de Triana, levantada en la calle Pureza, una vía en la que durante toda la Semana Santa los devotos guardan pacientes colas para ver de cerca a sus santos titulares y en su balcones cuelgan colgaduras y exponen fotos a tamaño gigante de sus santos.

«Hay que entender que, aparte de las visitas de estos días, la gente de esta zona siempre se ha sentido muy vinculada a la virgen, que es la del barrio, la virgen humana, guapa, morena, a la que todos vienen a buscar para pedir y en muchas ocasiones a darles las gracias», señala Sopeña.

Triana es tan peculiar como su hermandad, igual que la calle Pureza, donde las casas por las que pasa la Virgen durante la procesión de La Madrugá tienen un precio de mercado mucho mayor que la otra mitad de la vía.

Una de las imágenes de Semana Santa que más devoción suscita en Málaga es la de Nuestro Padre Jesús Cautivo, el «Señor de Málaga», que hace estación de penitencia cada Lunes Santo.

Ubicada en el barrio malagueño de la Trinidad, la del Cautivo es una de las cofradías con mayor número de hermanos en Málaga, unos 4.000. Creada en 1934, se ha convertido en un «portento devocional sin parangón» para sus «incontables» fieles, según ha destacado a Efe su hermano mayor, Ignacio Castillo.

En la iglesia de Jesús del murciano barrio de San Andrés tiene su sede Los Salzillo, una de las cofradías más conocidas de Murcia, que cuenta con más de 3.400 cofrades.

«Este año no podemos salir a la calle con nuestras procesiones», que son una «exaltación de la huerta murciana, de su luz y su primavera», pero «sí podemos celebrar esta otra Semana Santa», más íntima y de oración que otros años, señala el presidente de la cofradía Emilio Llamas.

SIN PROCESIONES

El hermano mayor de la Esperanza de Triana se toma con «resignación pero realismo» que por segundo año consecutivo la hermandad no salga a la calle, pero llama la atención sobre el hecho de que «la estación de penitencia es el culto extremo más significativo, pero no es lo más importante», recordando que las propias reglas de la hermandad recuerdan que la caridad está muy por encima de la procesión.

«Hay que adaptarse y vivir la Semana Santa con la misma ilusión», destaca.

El malagueño Castillo precisa que «es una pena que esta manifestación popular de fe se haya visto afectada por la pandemia», pero señala que es un error que los cofrades «convirtamos esta situación en un drama».

Para Castillo, el «verdadero drama» es el de los enfermos de covid-19 y sus familias y pide rezar a los Titulares para que esta sea la última Semana Santa atípica.

La ausencia de procesiones por segundo año consecutivo resulta «muy triste» para el presidente de la Real Hermandad del Santísimo Cristo de las Injurias, de Zamora, Rufo de Paz, si bien reconoce que es «de sentido común» no celebrar actos multitudinarios o con gente debajo de los pasos como los que implican los desfiles procesionales.

Como alternativa, esa cofradía que protagoniza uno de los momentos más visuales de la Semana de Pasión zamorana -declarada de interés turístico internacional y Bien de Interés Cultural- el del juramento de silencio, ha optado por venerar a la imagen titular de la cofradía dentro de la Catedral la tarde del Miércoles Santo.

La iglesia de Jesús del murciano barrio de San Andrés -donde tienen la sede Los Salzillos- está siendo preparada estos días para que los fieles visiten los pasos desde la mañana del Jueves Santo, donde la Hermandad de las Ánimas Benditas realizará uno de sus ancestrales cánticos a los pies del Jesús Nazareno y se realizará una ofrenda de embojo de gusano de seda, símbolo del origen huertano de la ciudad, en señal de «entrega de Murcia a Cristo», explica el presidente de los cofrades.

Llamas asegura a Efe que la situación de «profunda tristeza» que se vive desde marzo del año pasado «invita a vivir la fraternidad, la caridad y el amor», y que la propia Cofradía, como «una gran familia» constituida en Murcia el año 1600, atraviesa su segunda Semana Santa sin desfiles procesionales, pero «con mucha oración y recogimiento».

«No es lo que quisiéramos, en especial por la tristeza de muchas familias de cofrades y mayordomos que lo están pasando mal porque han perdido a seres queridos o tienen problemas de necesidad económica, pero celebraremos esta Semana Santa desde el recogimiento y abriremos nuestro templo a fieles y devotos para que puedan acompañarnos», reconoce a Efe el presidente de la Cofradía, Emilio Llamas.

Este Viernes Santo «no podemos salir a la calle con nuestras procesiones», que son una «exaltación de la huerta murciana, de su luz y su primavera», pero «sí podemos celebrar esta otra Semana Santa», más íntima y de oración que otros años, añade.

LABOR SOCIAL Y ASISTENCIAL

La hermandad de la Esperanza de Triana mantiene una labor social que trasciende los muros de su barrio. Es parte activa de un centro de apoyo infantil para 65 niños con TDH, a los que se atiende de forma diaria, del comedor social de Las Candelarias junto a la hermandad del Baratillo, y mensualmente atiende a 80 familias en su sustento alimenticio a través de un economato social.

Para responder a esa labor, los hermanos pagan una cuota anual de unos 55 euros, y una papeleta de sitio (la reserva en el cortejo procesional), de 30.

Con unas 3.500 personas en el desfile, entre nazarenos, músicos y costaleros, la suspensión de la procesión deja sin ingresar unos 105.000 euros en sus arcas, lo que se ha intentando compensar con la «papeleta solidaria», una especie de salvaconducto sin reserva para una procesión que no saldrá, pero que hará que la hermandad siga teniendo ayuda para una labor asistencial que está en torno al 15 % de su presupuesto, que ha aumentado un 23 % durante la pandemia.

HERMANOS

Esperanza Borrachero, de 26 años, desfila de nazarena con la Esperanza de Triana y destaca que los jueves santos son de reunión en el barrio, de preparación para La Madrugá.

«Toda la gente está nerviosa esperando ver a la Virgen», asegura. Este año, con las restricciones derivadas de la pandemia espera que también sea así, aunque las reuniones en las casas previas a la salida tendrán que esperar.

La joven ha pasado media vida entre los muros de la capilla: «De pequeña venía a jugar, luego me metí en el grupo joven. Mis padres estaban tranquilos, porque sabían que si no estaba en casa estaba en la hermandad. El día que deje de salir de nazarena será el más duro de mi vida.

La malagueña Carmen Dueñas, hermana del Cautivo, asegura a Efe que ver las imágenes es «muy emotivo» y les da «esperanza» y confía en que el año que viene pueda acompañarlas en procesión «si Dios quiere».

Fuente: © EFE 2021

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