Madrid, 24 abr (EFE).- «El miedo a lo desconocido es lo que te hace moverte». Así de tajante se muestra el navegante español Alex Pellas, que, pese a acumular más de 400.000 millas náuticas navegadas en todo tipo de embarcaciones y haber completado cincuenta cruces del Oceánico Atlántico, sigue manteniendo la motivación por nuevos retos como el ‘Desafío Victoria’, su nuevo proyecto.
Alex Pellas (Barcelona, 1972) está considerado el mejor navegante oceánico español de este siglo. Cuenta con el récord absoluto de la vuelta al mundo a vela de velocidad, el Trofeo Julio Verne, pero también con el récord de la Ruta del Té. Además, fue el primer regatista español en ganar una regata transatlántica en solitario y en su vitrina lucen trofeos con diversas victorias en regatas oceánicas, como la “Transat Jaques Vabre”.
Su próximo reto es buscar el récord absoluto de la circunnavegación hacía el oeste, el Trofeo Oceánico Elcano. Se llevará a cabo de una manera sostenible, sin escalas alrededor del globo, navegando a vela en contra de los vientos y las corrientes predominantes, siguiendo la ruta liderada por Fernando de Magallanes y completada por el español Juan Sebastián Elcano hace 500 años.
P: ¿Qué es el Desafío Victoria?
R: Es el proyecto para intentar batir el récord de la vuelta al mundo hacía el oeste, que es el llamado ‘Trazado oceánico Elcano’. Hemos empezado ya pero la tentativa de intento de batir el récord del mundo la haremos en el invierno de 2025/2026.
Antes hay tres hitos para ir calentando y después el propio reto. Este año, el 15 de mayo, intentaremos el récord de la Vuelta a Menorca ligado a un concepto de autosuficiencia como isla Reserva de la Biosfera. El segundo, el récord de la Vuelta a España a partir del 15 de julio y en noviembre la Ruta del Descubrimiento que es Huelva-Gomera-San Salvador, una isla pequeña que hay en Bahamas, que es exactamente la ruta que hizo Cristóbal Colón en su primer viaje a América. Digo siempre a partir de tal fecha porque esperamos una buena ventana de viento para salir. El cuarto punto será ya la Vuelta al Mundo a partir del 1 de noviembre de 2025.
P: ¿Quién le va a acompañar en esta aventura?
R: He navegado mucho en solitario, con tripulación de dos y con tripulación reducida, que es donde me he especializado. Ahora mismo somos cuatro personas a bordo y creo que seremos entre seis y siete tripulantes. Por el momento me acompaña el navegante francés Lalou Roucayrol, conocido por sus dos décadas de experiencia en regatas de alto nivel, y dos jovencísimos tripulantes, Alejandro Cantero y Alberto Muñoz.
P: ¿Cuándo empezó a darle la vuelta a este proyecto?
R: El proceso es largo. Llevo 25 años de carrera oceánica. Al principio, muy pronto, ya dije que quería hacer cosas nuevas para aprender. Me ha ido bien, he ganado muchas regatas y he hecho récords. Hubo un momento, cuando batí el récord de la vuelta al mundo en 2016 y 2017, el Trofeo Julio Verne, que empecé a pensar. Ahí maduro que había ido hacía el este, en el sentido que corren las borrascas, y para el otro lado hay una ruta que tiene un crono pero deportivamente no tiene valor, cuando es la ruta original de la primera vuelta al mundo.
Sigo avanzando, sigo haciendo cosas, y justo antes de la pandemia me empiezo a documentar y veo que hay algo muy interesante. He hecho 25 años de carrera fuera de España y me quedaba la espina de hacer algo aquí. Hay una buena excusa y empecé a pensar en ligar este proyecto a la sostenibilidad del planeta y nuevas energías.
P: ¿Cómo se prepara uno psicológicamente para estar en el mar con un espacio reducido, dependiendo del clima…?
R: Primero hay que valer y sentirse marino para adaptarse al medio. Preparaciones hay muchas. Yo he hecho para retos preparaciones con el tema psicológico, de sueño, de comida…pero al final lo que pagas son situaciones reales. La primera es el entusiasmo, la motivación y verte ahí. Me gusta lo desconocido y la curva de aprendizaje de algo nuevo. Siempre he intentado documentarme y proyectarme ahí dentro. Tengo muy claro como quiero hacer esto con el perfil de gente que me acompaña, cómo lo quiero hacer, la configuración del barco. Sorpresas habrá, tendremos que improvisar, pero cuando te proyectas y te ves ahí tienes soluciones a los problemas.
P: ¿Ha sentido miedo real en alguna de sus expediciones?
R: Por supuesto que sí. El miedo es como una alarma que tenemos. Si te suena es que has pasado de la zona roja y estas por encima. Lo que tienes que intentar es que el miedo no te bloquee, pero miedo he pasado en situaciones de avería a bordo que no encuentras soluciones en ese momento. Por suerte he salido de todas. El miedo a lo desconocido es lo que te hace moverte.
P: ¿Cómo se aborda un problema en alta mar?
R: Tenemos que ser autosuficientes durante todo el recorrido. Primero por reglamento y segundo porque donde vamos no hay nada, en medio del Pacífico, Índico, Atlántico… No hay recursos y te tienes que apañar con tus problemas de todo tipo, ya sea averías, temas de salud o meteorología. Ya era así en la época de Magallanes y Elcano. Encima ellos se abastecían en las paradas sin conocer lo que había porque todo estaba por descubrir. El 80% de éxito de este tipo de retos está en la preparación.
P: ¿Cómo es el barco?
R: Hemos recuperado un barco que tiene 25 años. Quedaría obsoleto para las regatas oceánicas por cómo se está corriendo actualmente, pero para este reto nos vale. También es un punto para este proyecto de economía circular y regenerativa. Con esto hacemos una huella de carbono negativa. Este barco ya tiene miles de horas de trabajo y lo hemos adaptado.
Ese barco quedó en abandono, en Doha (Catar). Se construyó en el año 2000 para la primera regata de Multicascos Oceános. La ganó. Unos años después se hizo otra, que también ganó, y luego el barco quedó en abandono. Un jeque se enamoró del barco, lo compró como juguete, le hicieron una adaptación con un interior más lujoso y no lo usó nunca. Cuando lo recuperamos estaba en desuso total. Lo recuperamos para un reto diferente y sacamos todo lo que había dentro. Lo hemos adaptado y cambiado las velas porque esto es un reto de cien días de autosuficiencia. Estamos en el proceso de preparación. Es curioso que en un deporte mecánico como es el nuestro, que un barco de 25 años te sirva para un récord del mundo homologado. Esto es fantástico.
P: El punto de partida es Denia
R: Resido en Denia desde hace veinte años. Me he pasado 25 años estando fuera de casa 250 días. Durante el covid empecé a hacer familia, tengo dos niños pequeños, y si monto algo en casa no lo puedo montar en La Coruña o Cádiz. Me apetece también estar con ellos. Este proyecto tiene un encaje perfecto con mi nueva vida personal y profesional.
P: ¿Y cómo lleva estar tanto tiempo fuera de casa, con una familia y con un trabajo que tiene un componente de riesgo?
R: Es muy complicado porque el marino vive con un ritmo diferente del terráqueo. El ritmo en un barco es veinticuatro sobre veinticuatro. En tierra llegan las diez o doce de la noche y te metes en la cama. En el barco no hay tanta burocracia como la que te encuentras en tierra. Si a eso le sumas una vida familiar es difícil. Eso le pasa a toda la gente que está embarcada y se dedica a la pesca, la Armada, los mercantes…Me gusta mucho lo que hago y eso lo supera todo y tengo suerte por los que me acompañan.
David Ramiro