Borja Jiménez, con una oreja, y Talavante no cuajan a los dos mejores toros de la feria

El diestro Borja Jiménez en su faena al segundo de su lote durante el festejo taurino de la Feria de San Isidro celebrado hoy viernes en la Monumental de Las Ventas. EFE/ Borja Sánchez-Trillo.

Paco Aguado

Madrid, 31 may (EFE).- Los diestros Borja Jiménez, que cortó la única oreja, y Alejandro Talavante se encontraron hoy en Las Ventas con los que, hasta el momento, son los dos mejores toros de la feria, sendos ejemplares de Santiago Domecq que por su encendida bravura y su profunda clase merecieron mejores y más redondas faenas que las que ambos les plantearon.

Aun así, Jiménez hizo, al menos, un visible esfuerzo por asentarse con ese enrazado tercero de la tarde, un astado suelto de carnes que tras sufrir un duro castigo en varas se vino arriba en banderillas y llegó al último tercio con unas fuertes y exigentes arrancadas, justo en los terrenos del tendido cuatro donde, para refugiarse del viento, le abrió faena el sevillano.

El inicio del trasteo fue vibrante, porque doblándose en los dos primeros pases y comprobando la codicia del animal, Jiménez continuó toreando con las dos rodillas en tierra y ligando los pases en mayor número de lo que luego lo iba a hacer de pie, con tandas demasiado cortas que hicieron que el de Domecq amenazara incluso con desbordarle.

Pero esa siguió siendo la tónica de un trasteo en el que, algo más atemperado, 'Experto', que ese era el nombre del bravo, tomó con la misma profundidad la serie más nutrida y asentada que le logró Jiménez, con cinco o seis naturales rematados con el pase del desdén y el de pecho, antes de que, por falta de intensidad del matador, todo fuera decayendo y el toro muriera con un comportamiento coherente con todo lo que hizo antes.

Cortó una oreja, tal vez pírrica, Jiménez, que al menos sirvió para compensar en su justa medida su insuficiente esfuerzo, al que también se vio obligado con un sexto que sacó un áspero temperamento y con el que el de Espartinas volvió a estar voluntarioso.

Claro que menos comprensible, y perdonable, es que Alejandro Talavante desaprovechara tan clamorosamente la profunda y rítmica clase del quinto, un toro, no menos bravo y que derribó aparatosamente en varas, que fue «para soñar el toreo». Tanto que para haberlo cuajado como merecía le hubiera bastado con poner sobre el ruedo una similar entrega a la del animal, y también un temple que brilló por su ausencia.

Sin compromiso apenas, limitándose a dejar pasar las incansables y nunca negadas embestidas de un toro de calidad suprema, el extremeño, también refugiado en tablas, lo movió con ligereza, sin ligarle los pases, buscando muchas veces el escondite de la pala del pitón y adornándose con una prefabricada variedad, que gustó aun así a la mayoría festiva, no a los pocos cabales.

Y así fue como, tras una estocada defectuosa y dos descabellos, a la hora de recapacitar lo visto, no asomó ni un solo pañuelo blanco en el tendido, pero tampoco, en una clara injusticia, el azul del presidente para honrar a 'Tejonero' con la más que merecida vuelta al ruedo en el arrastre.

Antes, Talavante decidió abreviar con un segundo abierto de pitones y de escasas fuerzas, al que tampoco ayudó demasiado, más o menos como fue también el primero, otro toro terciado al que, a pesar de su nobleza le faltaron mayores energías. Solo que a este le dio Uceda Leal una precisa y ordenada lidia que le sirvió para poderle sacar algo más de jugo.

De tal forma, el veterano madrileño, mediada la faena de muleta, y sabiendo aplicar las pausas oportunas, logró una tanda de naturales de dilatado temple, llevando muy enganchado y mecido al de Santiago Domecq. Fue, sin duda, lo mejor de la tarde. Pero apenas le tocaron una sola palma.

Y es que a estas alturas, el festivo público de aluvión que puso hoy el décimo 'no ha billetes' de la feria no solo parece reaccionar únicamente con el toreo efectista sino que también ha perdido la memoria de los grandes toreros de Madrid que siempre reinaron en esta plaza: los que hacen el toreo con el regusto clásico con que Uceda Leal le abrió también el trasteo al hondo remiendo de Algarra.

Los trincherazos, los pases de la firma y los de pecho de solera recordaron a los de los grandes maestros del 'foro', justo antes de que, uno a uno y con pulso pese al viento, le robara algunos otros pases más que estimables a un toro con escaso fuelle, entre la gélida actitud de unos tendidos más propensos al trago fuerte que a saborear el vino añejo.

FICHA DEL FESTEJO

MADRID, 31/05/2024.- El diestro Alejandro Talavante en su faena al segundo de su lote durante el festejo taurino de la Feria de San Isidro celebrado hoy viernes en la Monumental de Las Ventas. EFE/ Borja Sánchez-Trillo.

Cinco toros de Santiago Domecq, de muy dispar presentación, varios cinqueños, y todos bajos de alzada, con mayor seriedad y cuajo los dos últimos, frente a un resto terciado Y un remiendo de Luis Algarra, en cuarto lugar, hondo y noble, pero de escaso fuelle.

Uceda Leal, de celeste y oro: estocada desprendida (ovación); pinchazo y estocada (palmas).

Alejandro Talavante, de negro y plata: estocada delantera desprendida (silencio); estocada delantera desprendida y dos descabellos (leve división de opiniones tras aviso).

Borja Jiménez, de berenjena y oro: pinchazo y estocada trasera desprendida (oreja tras aviso); estocada caída (silencio).

Entre las cuadrillas, Javier Ambel saludó tras banderillear al quinto.

Décimo noveno festejo de abono de la feria de San Isidro, con cartel de «no hay billetes» (unos 23.000 espectadores), en tarde de mucho viento que condicionó la lidia.

El diestro Uceda Leal en su faena al segundo de su lote durante la corrida celebrada hoy viernes en la plaza de toros de Las Ventas incluida en la Feria de San Isidro. EFE / Borja Sánchez-Trillo.