Málaga, 19 nov (EFE).- Las Finales de la Copa Davis 2024, en el Palacio de los Deportes Martín Carpena, en Málaga, en el duelo entre España y Países Bajos supuso el epílogo en la carrera de Rafael Nadal, el mejor deportista español de todos los tiempos, a la vez que oficializó el relevo hace algún tiempo advertido del ganador de veintidós Grand Slam con Carlos Alcaraz, sobre el que pesa, desde ahora casi en exclusiva, la responsabilidad de exportar el tenis de altura que durante décadas ha hecho tan feliz al seguidor.
Aunque los Juegos Olímpicos de París 2024 supusieron un traslado de poderes, ha sido en Málaga, donde el balear ha echado el cierre a su recorrido y ha puesto fin a su vigencia como deportista, cuando el trasvase ha sido plasmado y sellado.
La inmensa proyección de Rafael Nadal ha provocado cierta prudencia en la irrupción de Alcaraz. El propio jugador murciano, referencia del tenis español, número uno, se ha resguardado en cierto perfil bajo, respetuoso siempre con la leyenda creada por el balear.
Casi ninguna comparación resiste al jugador de 38 años que disfrutó en Málaga de su último servicio al tenis español y vivió sus horas finales como profesional. Carlos Alcaraz ha estado al margen, fiel a su propio camino, a un impulso que ha derribado barreras históricas que, en teoría, le aproximan en un futuro hacia los más grandes de la historia. Pero mientras eso llega y continúa paso a paso a través de metas, ya es miembro el murciano, por derecho propio, de la generación elegida que ha sido capaz de sacar del escenario al histórico Big Three.
Junto a Jannik Sinner, son la realidad del presente y el futuro.
Cuando el tenis español empezaba a asumir el desierto existente, el vacío, detrás de Nadal y de una generación que impuso su dominio durante décadas en el circuito, con jugadores como David Ferrer, Feliciano López, Fernando Verdasco y que recogió el testigo de otra gloriosa como la de Juan Carlos ferrero, Albert Costa o Alex Corretja, apareció Carlos Alcaraz.
El murciano, a sus 21 años, es un experto ya en romper registros de precocidad. El más reciente, después de ganar en Pekín, fue el de alcanzar tan pronto los dieciséis títulos, el sexto en la historia del tenis español con más trofeos. A uno solo de Corretja en toda su carrera. O a cuatro de Carlos Moyá que se retiró con veinte. Cerca de David Ferrer, capitán de la Copa Davis ue totalizó 27. Más lejos, Manuel Orantes y, sobre todo, Nadal, que abandona el tenis profesional con 92 trofeos levantados.
«Me decían hace tiempo de que venía alguien muy bueno y cuando entrenamos por primera vez en Australia me di cuenta de que tenía cosas que no tenían los otros», dijo Nadal sobre cuándo descubrió a Alcaraz recientemente. “Es un animal”.
Erigido en el más joven en lograr Wimbledon y Roland Garros en la misma temporada, en el lograr finales del Grand slam en tres superficies diferentes -ganó el Abierto de Estados Unidos en el 2022-, el más precoz en ser número un o del mundo, con 19 años y 4 meses, entre otros, como en salir campeón del Mutua Madrid Open, en lograr un ATP 500, en obtener cincuenta victorias en Grand Slam, en el más joven en conquistar el Abierto de estados Unidos desde Pete Sampras en 1990 o el que logró un Grand slam con menos años desde Rafael Nadal en el 2005.
Málaga ha constatado el final de un ciclo y la apertura de otro.
“Del niño que te veía por televisión y soñaba con llegar a ser tenista al que tuvo el inmenso regalo de jugar a tu lado en Roland Garros representando a España en unos Juegos Olímpicos! Muchas gracias por ser ejemplo a todos los niveles, tu legado es irrepetible! Te he disfrutado muchísimo y te echaré mucho de menos cuando lo dejes después de la Davis, Rafa!, indicaba Carlos Alcaraz al conocer la noticia del adiós del balear.
En la puerta de salida de la Davis un giro a la historia del tenis español. Una nueva vida espera al balear, cn 92 títulos en su historia, leyenda, veintidós Grand slam y 209 semanas en la cima de un ránking de la que cayó Alcaraz meses atrás.
El murciano también prosigue su camino. En solitario. Sin el refugio de su mentor. Con el futuro por delante y un montón de cifras y desafíos que conseguir. Nadal es un ejemplo, una referencia, pero no una obligación.
Santiago Aparicio