Londres, 28 feb (EFE).- Tras años de tira y afloja, tuvo que ser un pacto de Brexit duro, el Acuerdo marco de Windsor, el que ha servido para encauzar la tortuosa relación entre la Unión Europea (UE) y el Reino Unido y reparar el contencioso sobre Irlanda del Norte.
Esta paradoja, apuntada este martes en un coloquio por el prestigioso politólogo John Curtice, pone de manifiesto que la UE ha optado por ir más lejos de lo previsto en sus concesiones a Londres a cambio de pasar una página dolorosa de su historia.
El pacto debe ser refrendado todavía por el Parlamento británico, pero ya le ha servido al primer ministro, el conservador Rishi Sunak, para presentarse como un líder pragmático, más interesado por resolver problemas reales que por enredarse en discusiones bizantinas.
«En sustancia, el acuerdo de Windsor debe ser considerado más duro que el Protocolo de Irlanda del Norte que enmienda, porque permite divergir en impuestos o subvenciones estatales y además el ‘freno de Stormont’ (un mecanismo de veto para la Asamblea norirlandesa a nuevas leyes comunitarias) abre la posibilidad de otras formas de divergencia», señaló Curtice.
El valor del acuerdo rubricado este lunes por Sunak y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, va más allá de fijar las reglas comerciales en la provincia de Irlanda del Norte.
Windsor aparece como una llave que abre la puerta a una mayor colaboración en todos los ámbitos.
En primer lugar, como recordó la víspera Von der Leyen, desencalla el acceso del Reino Unido al programa científico comunitario Horizonte Europa, algo de lo que miles de investigadores estaban pendientes.
Para Catherine Barnard, profesora de Derecho Europeo del Trinity College, «Windsor es más radical de lo que los expertos creían, sobre todo por incluir el ‘freno de Stormont'», y destacó el papel que ha jugado en las negociaciones «la química entre Sunak y Von der Leyen».
«Todo esto apunta a una relación más productiva y más tranquila entre las dos partes, pero esto tampoco debería exagerarse ni ser interpretado como que el Reino Unido vaya a considerar reintegrarse en la UE», dijo la también subdirectora del centro de pensamiento UK in a Changing Europe.
LA APUESTA DE SUNAK
Las flores con que ha sido recibido el acuerdo por la prensa conservadora más recalcitrante permiten a Sunak vivir su mejor momento como primer ministro desde que asumió el cargo hace cuatro meses.
Hasta ahora, las malas noticias económicas ensombrecían su gestión, pero el aldabonazo conseguido con el pacto de Windsor lo aleja del legado de sus predecesores, Boris Johnson y la fugaz Liz Truss.
«Sunak ha demostrado que ha podido arreglar la chapuza de Boris. El Protocolo de Irlanda del Norte, que fue la aportación de Johnson al acuerdo del Brexit, ha ido a la basura y ha sido reemplazado por el de Sunak», consideró Curtice.
Los comentaristas británicos destacan este martes que el éxito de la negociación implica un golpe de timón importante en la postura de Londres hacia la Unión Europea.
A juicio de Anand Menon, director de UK in a Changing Europe, «Sunak ha hecho una apuesta al cambiar la posición hostil de Reino Unido por una colaborativa».
Al ganarse hasta el momento el aplauso de algunos de los «brexiteros» de mayor pedigrí, el primer ministro consigue sacar a los «tories» de la dialéctica de confrontación en la que parecían manejarse con comodidad.
¿Significa eso que el Brexit queda zanjado en la política británica? No son pocos quienes hoy se hacen esa pregunta. Pero el Brexit como argumento electoralista, que contribuye a separar en dos a los votantes, pierde fuerza a todas luces, más aún si se considera que el Partido Laborista, favorito a ganar los próximos comicios, no tiene ningún interés en seguir hablando del tema.
Por Enrique Rubio