El diccionario «Una, grande y rara» confirma que España sigue siendo diferente

Imagen de época de uno de los hipnotizadores recogidos en "Una, grande y rara. Diccionario ilustrado de la España alucinante y alucinada" (La Felguera), no es sólo una colección de excéntricos, sino de un catálogo de ejemplos de superación. EFE/Servando Rocha /La Felguera
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Alfredo Valenzuela

Sevilla, 2 jun (EFE).- Un retrato del que después sería presidente del Gobierno José María Aznar ataviado como el Cid Campeador, tomado en un castillo de Valladolid en 1987, es la imagen de cubierta de 'Una, grande y rara' (La Felguera), un diccionario de personajes y hechos insólitos de la reciente historia de España que confirma que este país sigue siendo diferente.

«Diccionario ilustrado de la España alucinante y alucinada» es el subtítulo con el que se define esta obra que, por original, también es una rareza en el panorama editorial, compuesta por 350 páginas de hermosa tipografía, repletas de ilustraciones, dibujos y fotografías en blanco y negro, la mayoría de las cuales parecen proceder de un más allá que, sin embargo, resultará muy próximo al lector español.

Dos ejemplos, Paul del Río y Argamasilla: Paul del Río fue un enano madrileño que en los años veinte se propuso triunfar en Hollywood, para lo cual emigró a California y logró que la revista «Life» le dedicara un reportaje por su brillante interpretación en la película «El Mago de Oz»; y Argamasilla fue un joven aristócrata que, después de enfrentarse a Hudini en Nueva York, asegurando que podía ver a través de cuerpos opacos, acabó como censor de cine durante el franquismo.

Se trata de vidas tan novelescas que no servirían para una novela, de historias tan peliculeras que no servirían para una película y de unos personajes tan peculiares que probablemente solo podrían ser protagonistas de sus propias vidas, como la de Regina García López, la 'Asturianita'.

Sin brazos, en la Casa Blanca

Emilio Herrera Linares, quien inventó el prototipo del traje que llevarían los astronautas que pisaron la Luna y quien acabó como presidente del Gobierno de la República en el exilio. Uno de los personajes incluidos en "Una, grande y rara. Diccionario ilustrado de la España alucinante y alucinada" (La Felguera). EFE/Servando Rocha /La Felguera
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La 'Asturianita' perdió los brazos a los nueve años en un accidente en el aserradero de su padre, pero eso no impidió que se hiciera maestra y que aprendiera a comer, beber, coser, tocar el acordeón y pintar con los pies, por lo que decidió dedicarse al espectáculo y actuar en el Teatro Jovellanos de Gijón ante la Infanta María Teresa de Borbón.

La 'Asturianita', que nunca dejó de leer y de estudiar, hacía gala de una gran cultura, actuó en  teatros europeos, de Egipto, Turquía, Brasil, Argentina y Estados Unidos, donde fue recibida en la Casa Blanca por Theodore Roosevelt, de modo que cuando el presidente norteamericano le tendió la mano ella le ofreció el pie.

Este diccionario, que tiene entradas tan inquietantes como «Necrofotógrafos», «Faquires», «Vampiros», «Magnetizadores», «Duelistas» o «Prodigios», tiene su origen en la revista digital «Agente provocador», publicada por la editorial La Felguera.

El director de La Felguera, el escritor Servando Rocha, de 49 años, ha dicho a EFE que el diccionario no es sólo de una colección de excéntricos, sino de un catálogo de ejemplos de superación, como demuestran la 'Asturianita' y Paul del Río, aunque también de personajes fraudulentos como Argamasilla.

«¿Acaso hay un personaje más raro que Valle-Inclán?», se ha preguntado Servando Rocha para responder a una pregunta sobre un cómic publicado en México en 1974 sobre el genial autor de «Luces de Bohemia», quien fue achacando la pérdida de su brazo a las circunstancias más pintorescas: Unas veces decía que se lo había arrancado un cocodrilo o un león y otras que se lo llevó por delante un balazo en un duelo.

Valle-Inclán perdió el brazo por la herida que le provocó en la muñeca un bastonazo del también escritor Manuel Bueno, pero ese cómic mexicano no atiende a la verdad histórica sino a la imaginación del escritor gallego y, a través de sus viñetas, muestra las versiones que a Valle-Inclán le fue proporcionando su propia imaginación.

De diseñar el traje de los astronautas a presidente en el exilio

«Una, grande y rara», según su editor, trata de mostrar «qué nos define y qué es España, partiendo del esperpento», en la estela de otras obras como la ya clásica «Celtiberia show», del maestro Luis Carandell, y los textos -muchos del propio Rocha- son de colaboradores habituales de «Agente Provocador», donde inicialmente vieron la luz.

Aunque el título remita al lema del franquismo, «Una, grande y libre», Rocha advierte que el diccionario, aunque recoja «historias vergonzantes» como los zoológicos humanos que hubo en Madrid y Barcelona, es sobre todo una «interpretación propia de la historia de España, de lo que es ser español y de lo que no es ser español».

De ahí que el editor incida en las historias de superación, como la del ingeniero granadino Emilio Herrera Linares, quien inventó el prototipo del traje que llevarían los astronautas que pisaron la luna y quien acabó como presidente del Gobierno de la República en el exilio.

Sobre la sempiterna cuestión del ser español, Rocha se remite a la cita del humorista Ignatius Farray con la que se abre este diccionario: «Para mí ser español significa que te importe una mierda ser español (…) Los españoles que se toman a sí mismos demasiado en serio siempre me parecieron, paradójicamente, poco españoles».