ERC despliega sus recetas soberanistas para competir frente al empuje de Illa y Puigdemont

El presidente de la Generalitat y candidato a la reelección, Pere Aragonès, interviene durante el acto de inicio de campaña electoral de ERC, este jueves en Barcelona. EFE/ Alberto Estévez

Martí Puig Leonardi

Barcelona, 26 abr (EFE).- Frente al riesgo de quedar en fuera de juego entre el cambio que propugna Salvador Illa y la bandera de la «restitución» que enarbola Carles Puigdemont, ERC aplica una doble estrategia: despliegue de recetas soberanistas -referéndum, financiación y catalán- y reivindicación de su obra de gobierno.

Todo ello combinado con un cambio de tono: de su habitual estilo comedido y presidencial, Pere Aragonès ha pasado al ataque contra un Illa al que caricaturiza como «delegado» de la Moncloa y, aún más novedoso, contra un Puigdemont hasta ahora intocable, al que acusa de no tener más proyecto que su propio regreso al poder.

Tras asumir la presidencia de la Generalitat por tercera vez en su historia, la primera tras la recuperación de la democracia, ERC busca movilizar a sus simpatizantes para refutar algunos sondeos, que la sitúan algo por detrás de Junts en la pugna por la segunda plaza y para liderar el independentismo.

Gestión y negociación frente a «irresponsabilidad»

En ERC consideran que es hora de reivindicar lo realizado por el Govern de Pere Aragonès, en clara minoría parlamentaria -33 escaños sobre 135- desde que Junts rompió la coalición en octubre de 2022 y hasta que este partido y los comunes rechazaron «irresponsablemente» los presupuestos de 2024.

Los republicanos sacan pecho por la reversión de recortes, los datos económicos, el aumento de personal público, la regulación de los alquileres o sus políticas feministas, y también por su apuesta negociadora con el Estado, a la que, según subrayan, Junts se ha sumado dejando atrás «ensoñaciones» iniciales: los indultos, la derogación de la sedición, la amnistía o el acuerdo sobre Rodalies son las «victorias» que esgrimirá el partido, con la financiación «singular» y el referéndum como próximos objetivos.

Recuperar voto desencantado y «prestado» a Sánchez

Consciente de que ensalzar la gestión del día a día no estimula una gran movilización, ERC busca seducir a los desencantados con fórmulas imaginativas, como unas octavillas dirigidas a mujeres jóvenes -uno de los grupos a los que le está costando más llegar- o vídeos diarios sobre las entrañas de su campaña.

Los republicanos también pretenden recuperar al elector que en las últimas generales «prestó» su voto a Pedro Sánchez para evitar un Gobierno PP-Vox -ERC perdió en esos comicios unos 400.000 votos, casi la mitad- y creen que el «efecto Puigdemont» inicial ya está amortizado, por lo que la campaña «se le puede hacer larga» a Junts.

Aragonès, entre el talante conciliador y la pasión

El perfil del president y candidato a la reelección no es quizá el más seductor: entre las fuentes consultadas existe consenso en destacar su talante «conciliador», su voluntad de alcanzar acuerdos y su rechazo a las estridencias, pero no figuran entre sus puntos fuertes ni su carisma ni grandes dosis de «pasión».

El suyo es un liderazgo diametralmente opuesto al de Junqueras, que con sus discursos -más abstractos que concretos- levanta con facilidad a los militantes de sus asientos. Junqueras, cuya relación con Aragonès se ha ido enfriando, sigue inhabilitado para ocupar cargos públicos mientras no se aplique la amnistía.

PSC y Junts en la mirilla… y la incógnita de Sánchez

ERC no rehuirá el «cuerpo a cuerpo» con el PSC y Junts: de los primeros dice que tienen un «modelo de país» diferente y subordinado a los intereses de Moncloa; de Junts, critica su inconcreción más allá de la omnipresente figura de Puigdemont. «Se llenan la boca de nación, pero se olvidan del país», lamenta una voz del partido, que admite que ello dificulta dar con la tecla para rebatirles.

La incertidumbre que rodea el futuro de Pedro Sánchez ha roto cualquier previsión: en una eventual cuestión de confianza, resulta difícil imaginar que ERC no lo apoye, tanto por los acuerdos de investidura como porque la ley de amnistía sigue en tramitación, pero fuentes del partido alertan de que su dimisión dejaría en el aire la gobernabilidad de España, perjudicaría al PSC y animaría a concentrar el voto catalanista en opciones independentistas.

Qué hacer tras el 12M

Si las encuestas no yerran, Aragonès lo tendrá difícil para repetir como presidente de la Generalitat -diversas fuentes apuestan a que si no lo logra abandonará la primera línea política-, pero ERC jugará igualmente un papel determinante, con tres posibles alternativas sobre la mesa, todas con importantes contrapartidas.

La primera, un tripartito de izquierdas (como entre 2003 y 2010), una opción que dejará de ser inviable una vez se aplique la amnistía, auguran fuentes de ERC; la segunda, otro Govern con Junts pese a las maltrechas relaciones, si el independentismo reedita la mayoría; la última, no llegar a acuerdos para forzar una entente PSC-Junts, pese al riesgo que conllevaría una eventual repetición electoral.