Jalili, un revolucionario islámico opuesto a Occidente

El candidato presidencial iraní Saeed Jalili. EFE/Abedin Taherkenareh

Teherán, 4 jul (EFE).- El ultraconservador Saeed Jalili ha sido descrito como “un verdadero creyente en la Revolución iraní” y se ha mostrado opuesto a Occidente a lo cargo de su carrera diplomática y política.

En la campaña electoral para las presidenciales anticipadas ha insistido en ese mensaje antioccidental y ha asegurado que un “fuerte Irán no esperará a las sonrisas de otros y las órdenes de extranjeros”.

Se le considera el candidato del status quo, el más cercano al fallecido presidente Ebrahim Raisí, cuya familia le ha apoyado, pero más ultraconservador.

Los medios conservadores iraníes han retratado a Jalili, de 58 años, como un intelectual leal a los «ideales y principios» islámicos que lleva una «vida sencilla”, algo valorado por parte de la población del país.

Las encuestas lo colocan ligeramente por detrás de su rival, el reformista Masoud Pezeshkian, en la segunda vuelta de las presidenciales del viernes.

  Apuesta por China y Rusia

  En materia internacional considera que Irán no necesita necesariamente revivir el pacto nuclear de 2015, que limitaba el programa atómico iraní a cambio del levantamiento de las sanciones económicas, acuerdo del que Estados Unidos se salió en 2018, cuando reimpuso medidas restrictivas de nuevo.

“Debemos hacer que el enemigo lamente haber sancionado económicamente”, ha dicho durante la campaña electoral.

Ha apostado por forjar lazos con China, Rusia, África y América Latina, afirmando que «la comunidad internacional no se compone solo de dos o tres países occidentales».

También ha salpicado su campaña con medidas como crear un impuesto a las grandes fortunas para alcanzar la justicia social o crear empleo, aunque no ha explicado cómo.

Durante la campaña ha defendido el velo islámico como afirmando que “hay que comprender la profundidad estratégica de esta cuestión”, sin aclarar a que se refería.

Sus críticos dicen que carece de la experiencia administrativa para dirigir el país.

Nacido en la ciudad nororiental de Mashhad en 1965, hijo de un profesor y una ama de casa, se unió muy joven a la fuerza paramilitar basiji y sirvió en la guerra Irán-Irak (1980-88) como voluntario.

Fue herido en combate y perdió la pierna derecha. Por eso ello se le apoda «mártir viviente».

  Intransigente e inflexible

Tras la guerra estudio Ciencias Políticas de la Universidad Imam Sadegh de Teherán y se doctoró con la tesis «La base del pensamiento político islámico en el Corán”.

Trabajó en el Ministerio de Exteriores, que abandonó durante el mandato del expresidente reformista Mohamed Jatamí (1997-2005) por motivos que no han sido aclarados y se unió a la Oficina del líder supremo de Irán, Ali Jameneí.

Con el expresidente Mahmud Ahmadineyad (2005-2013) regresó al Ministerio de Exteriores, donde ejerció de jefe negociador nuclear iraní, sin éxito.

En esas discusiones negó el Holocausto y daba diatribas de historia y filosofía a los diplomáticos europeos y estadounidenses, que lo calificaron de «intransigente» e «inflexible» e interpretaron su actitud como que Irán no estaba interesado en cerrar un acuerdo.

Por ello, el entonces negociador nuclear y ahora director de la agencia de inteligencia estadounidense CIA, William Burns, lo definió como «un verdadero creyente en la Revolución iraní».

Los analistas consultados por EFE vaticinan que con una presidencia de Jalili el “enfrentamiento sería más duro con Occidente”.