La obtención de embriones humanos sintéticos plantea retos éticos que habrá que resolver

Imagen de archivo del científico del CSIC Lluis Montoliú. EFE/ NACHO GALLEGO

Madrid, 16 jun (EFE).- Los recientes anuncios sobre la obtención de embriones humanos sintéticos abren la puerta a una serie de preguntas que antes o después la sociedad tendrá que responder: qué condición o estatus tienen estos embriones y si deberían ser equiparados a los embriones sin serlo.

«La biología debería darnos la respuesta», asegura el investigador en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) y en el CIBERER-ISCIII Lluís Montoliu en un artículo publicado este viernes en el Science Media Centre.

El investigador se refiere a dos anuncios hechos esta semana sobre la obtención de embriones sintéticos humanos en el laboratorio.

El primero lo hizo la investigadora del Instituto de Tecnología de California (EE.UU), Magdalena Zernicka-Goetz, quien anunció en un congreso que su laboratorio había obtenido este tipo de embriones. Tras el revuelo inicial, aclaró en Twitter que su investigación aún está pendiente de publicarse en una revista científica y que se trata de modelos de embrión (embrioides), no de embriones sintéticos, cuyo fin «no es crear vida, sino salvarla».

Horas después, el investigador palestino Jacob Hanna, del Instituto Weizmann, publicó un estudio en bioRxiv (un ‘preprint’ sin revisión científica) con resultados que demuestran que su grupo sí ha logrado obtener embriones humanos sintéticos a partir de células troncales pluripotentes que se asemejan mucho a los embriones naturales con unos 14 días de desarrollo.

«Este episodio de competición entre grupos interesados en el mismo tema, muy habituales por otro lado en ciencia, no nos debería alejar de lo verdaderamente relevante que se ha conseguido: la obtención de embriones humanos sintéticos, en el laboratorio, a partir de células troncales, hasta una fase posterior a la implantación en el útero», subraya Montoliu.

Y es que, hablamos de unos embriones sobre los que ahora se pueden estudiar las cuestiones biológicas de las fases iniciales del desarrollo embrionario «que anteriormente estaban ocultas a los investigadores», destaca.

Pero ¿qué estatus deben tener?. ¿Deberían tener la misma protección legislativa que los embriones naturales? ¿O los consideraremos una agrupación celular que se asemeja a un embrión sin serlo?, se cuestiona el investigador.

«La biología debería darnos la respuesta» y decirnos en detalle «cuánto se parecen estos embriones humanos sintéticos a sus equivalentes naturales desde el punto de vida genético, celular, morfológico y de activación de los diversos programas de diferenciación», asegura Montoliu.

Lo cierto es que, una vez más, la ciencia se ha adelantado y ha puesto «en jaque» a la legislación planteando retos éticos que deberemos resolver. «Habrá que integrar estos nuevos avances tecnológicos en nuestros procedimientos de revisión de proyectos, tanto desde el punto de vista científico como ético. Queda mucho trabajo por hacer, a todos los niveles: científico, legislativo y ético», concluye.

DESARROLLO DE EMBRIONES EN EL LABORATORIO

El desarrollo inicial de los embriones de mamíferos, como los seres humanos, se conoce relativamente bien hasta su implantación en el útero.

El embrión de una célula se divide y forma un blastocisto, una bola de células de la que, posteriormente, surgirá el feto y cuya formación puede observarse en el laboratorio.

Pero cuando el blastocisto se implanta en el útero, ya no podemos seguir el proceso, y es en esos días cuando tiene lugar el proceso más importante del desarrollo: la gastrulación, cuando aparecen los tres tipos de linajes celulares (ectodermo, mesodermo y endodermo) que darán origen a todo el embrión y posteriormente al feto.

En la mayoría de países, la legislación sobre investigación con embriones humanos impide cultivarlos en el laboratorio más allá de las dos semanas (14 días), por lo que no llega a las tres semanas, cuando se inicia la gastrulación en humanos.

Estas primeras semanas de desarrollo de un embrión son esenciales para determinar el éxito o fracaso de la gestación pero, como no se puede investigar sobre ellas, «seguimos sin entender por qué fracasan muchos embarazos en estas fases iniciales», explica el artículo de Montoliu.

Hasta ahora la ciencia ha usado embriones de especies similares como el ratón para tratar de entender lo que pasa en el embrión humano, pero en 2017 una investigadora demostró que no había tal equivalencia entre humanos y ratones.

Pero el pasado agosto, Hanna y Zernicka-Goetz plantearon una posible solución. Ambos, de manera independiente, consiguieron crear embriones sintéticos de ratón, embriones que no surgieron de la fecundación entre un óvulo y un espermatozoide. Algo que no se había logrado antes.

Un año después, ambas investigaciones han avanzado hasta lograr embriones humanos sintéticos.