Inmaculada Tapia
Madrid, 25 feb (EFE).- La revista, un género teatral ahora denostado, vivió el esplendor en los años 40 y 50 con Celia Gámez como reina absoluta. Pasó de ser espejo de una época a un «juguete cómico lírico» y ahora los jóvenes ni siquiera saben lo que es, según Juan José Montijano, autor de 'Historia de la revista' (Almuzara).
«En sus comienzos, el término revista aludía a poner en escena aquellos acontecimientos que habían sido noticia a lo largo del año», una revista de actualidad en versión teatral, explica a EFE Montijano, autor de esta obra recién editada y de la primera tesis doctoral sobre el género.
En la revista dieron sus primeros pasos en el espectáculo Concha Velasco, Lina Morgan, Tony Leblanc, incluso Fernando Fernán-Gómez y el expresidente del grupo Planeta, José Manuel Lara. Sin embargo, a finales de los 70 y 80 pasó a ser un género menospreciado.
«Nació como espejo de una época que se fue moldeando gracias a la existencia de otros géneros para transformarse en un juguete cómico lírico», ahora completamente olvidado e inexistente para los jóvenes. Solo se producen espectáculos de manera local como «variedades arrevistadas», resalta Montijano.
Montijano reivindica la zarzuela y la revista como «el teatro musical español» y el libro es una manera de destacar su importancia y el nombre de los artífices que salieron de sus filas.
El libro abarca desde 1864, fecha en la que se data el primer estreno, hasta 2022. Relata su llegada a España, su evolución en la Guerra Civil, la censura y los años del destape.
A finales de los 70 y principios de los 80 «una serie de intelectuales pseudoprogresistas intentaron desacreditar el género», alegando que era «machista y estaba vinculado al franquismo, cuando nada más lejos de la realidad», dice el autor en su defensa.
Montijano califica a la revista como el género reivindicativo por excelencia, «se ha metido siempre con el régimen imperante, siempre ha reflejado la situación social y política. Convivió con la República, con la monarquía, con la Guerra Civil, con la posguerra, con la Transición y la democracia y supo reflejar a la mujer como figura independiente».
Celia Gámez, la estrella
La vedete por excelencia fue Celia Gámez (1905-1992, Buenos Aires-Argentina) «sin lugar a dudas». Tenía orígenes españoles y cuando regresa a España para cobrar una herencia, la escucharon cantar en un tren y la contrataron para un festival, relata Montijano.
«Celia marca un antes y un después en el teatro español. Hasta entones los artífices eran masculinos. Celia fue la primera empresaria de teatro de revista, abre camino a mujeres como Lina Morgan», y a la vez marca directrices en el libreto, la coreografía, la música y el vestuario. «Hasta entonces ninguna mujer lo había hecho».
«Era la artista por excelencia. Adaptó los libretos a la forma de hacer teatro América y eso se traslada a la mentalidad española con el primer título 'La cenicienta del Palace'», un hito -dice el escritor- a partir del que las mujeres iban al teatro no solo a divertirse si no a copiar el vestuario.
«Celia se convierte en una generadora de tendencias, la primera que utilizó medias de cristal en el escenario», la primera que se travistió de hombre y la que incorporó la figura del 'boy', el bailarín masculino.
Viajera incansable, actualizaba cada espectáculo con lo que veía en Londres o París. «Aquí siempre se ha identificado el término vedete al ámbito femenino, sin embargo, fuera de nuestras fronteras también se aplicaba al hombre. Maurice Chevalier fue un grandísimo vedete, en el sentido de que era el protagonista absoluto del espectáculo».
El libro -argumenta su autor- intenta poner en valor una forma de hacer teatro en España, de cuya filas «salieron grandísimos actores como José Bódalo, Alfonso del Real, Rafaela Aparicio, Quique Camoiras o Tony Leblanc».
Otros muchos, nunca quisieron reconocer «que trabajaron en revista y es una pena porque era es el género más difícil». El cambio en los gustos del público y la manera de presentar los espectáculos y el avance en los medios de comunicación, son las razones principales por los que la revista ha pasado a ser un genero en extinción
«Los jóvenes no saben ni lo que es», concluye con cierta nostalgia Montijano.