Barcelona, 27 mar (EFE).- Tiene 16 años, en julio cumplirá diecisiete, y parece un veterano. Lamine Yamal, el canterano del Barcelona, seguramente hizo su presentación mundial en el España-Brasil de este martes en el Bernabéu, donde fue despedido con una ovación después de un partido descomunal, como indican sus números.
Poco a poco van conociendo a este extremo diestro, un talento puro que Xavi Hernández ha querido cocinar a fuego lento, pero que la necesidad le ha llevado a ponerlo bajo los focos. Y Lamine Yamal, el humilde chico del barrio de Rocafonda (Mataró), no defrauda nunca.
Ante Brasil, ante la gran Brasil, el día que tenía que ser para Vinicius, Yamal fue el jugador más destacado del partido. Poco le importa el rival ni el lateral al que tiene que medirse, tampoco la dureza con la que se emplean con él. Es talento puro.
Provocó el penalti del primer gol, jugó con Olmo, que después firmó seguramente la jugada del partido, en el 2-0 e intervino en el tercer tanto, al infiltrar un pase con el exterior sobre Carvajal. Cuando fue sustituido, el Bernabéu, el feudo del gran rival del Barça, le brindó una sonora ovación.
Los números de Lamine Yamal ante Brasil, ofrecidos por Besoccer a EFE, demuestran su gran partido. Fue quien más regates intentó (9) y quien más consiguió (4), el que más progresiones con éxito completó (10), quien más pases al área intentó (7) y también completó (3), también el que propuso más duelos ofensivos (18) y el segundo que más victorioso salió de ellos (6).
Tras la fulgurante aparición, el seleccionador nacional Luis de la Fuente pidió prudencia, pese a admitir «la brillantísima» actuación del azulgrana.
«Es el mejor consejo que le podemos dar a estos chicos tan jóvenes y buenos. Solo le pedimos que ponga su talento al servicio del equipo. Y él lo hace», comentó.
Lamine se fue del Bernabéu con la idea de que España está lista para competir contra cualquier selección después de jugar «un partido bonito» para los aficionados. A su actuación solo le faltó un gol y que el mundo entero se pregunte por su celebración, ese 304 que forma con los dedos de sus manos y que representa el código postal de Rocafonda, el de su barrio de siempre, allí donde empezó todo.