Yunke, uno de los magos e ilusionistas más reconocidos a nivel internacional, aterriza en IFEMA con su espectáculo Hangar 52 Revolution, el show de magia más grande celebrado en España. Hablamos con él sobre su experiencia en el estreno de su último espectáculo, que ya han disfrutado más de un millón de espectadores.
¡Buenos días, Yunke! Estamos en IFEMA, en el escenario de Hangar 52 Revolution… Un gran formato de todo: potencial del recinto, grandes medios, muchos trabajadores, en capacidad de público, de show, de impacto, de ritmo y de ilusión.
Como bien dices, estoy muy ilusionado por el formato de espectáculo que estamos teniendo ahora. Es un formato muy grande en la parte escénica: en metros cuadrados, altura, toda la estructura, efectos especiales, el graderío… También es un aforo muy grande, diseñado para 1.700 personas. Estamos muy contentos porque IFEMA es el único espacio que puede albergar un espectáculo como este. Así que ilusionados y deseando que cada día venga el público a disfrutar.
José Manuel Roldán, Editor de vivirEdiciones y Yunke durante la entrevista
Hangar 52 Revolution… ¿En qué momento empezaste a soñar con un proyecto así?
Desde que empecé con mi carrera he ido superándome. Nunca pensé que sería campeón de España, que iba a ganar un premio mundial, que tendría un show unipersonal como he tenido. Tampoco pensé que haría una gira en China y después otro show unipersonal, donde la magia que se estaba presentando era toda creada por mí. Siempre he ido sumando y cumpliendo metas.
Cuando hice una gira internacional en más de 30 ciudades por toda China con un show propio, original y con todos los efectos míos, empecé a pensar que había tocado la cumbre. Me di cuenta después, cuando vine a IFEMA y vi que tenía un espectáculo en Madrid que estuvo 6 semanas lleno, de que volvía a cumplir un sueño. Ahora volvemos a cumplir el sueño, pero ya no producido en la carpa, sino en un pabellón muchísimo más grande. Cada vez que te superas y crees que has llegado a la cumbre, al final te das cuenta de que siempre hay nuevos retos y puedes alcanzarlos.
Tus inicios en este mundo fueron con 8 años, cuando eras aún un niño. Cuando empezaste a dedicarte profesionalmente a la magia, ¿con qué show soñabas?
Fue muy rápido. Yo soy de los últimos que hizo la mili, tengo 46 años ahora. Cuando vine del servicio militar, como a los 20 años, Arévalo [el humorista] directamente me propuso hacer una gira con él. Yo esto lo tenía como un hobby, era mi pasión y afición, pero nunca pensé dedicarme profesionalmente a la magia. Me surgió esta gira y de esa enlazamos con otras tantas… y así no he parado desde los 20 años. Llevo 26 años como profesional, pero tengo la misma ilusión que cuando tenía 18. No me noto más cansado, no me noto con menos ilusión… ¡Qué va! Me noto como siempre, como si tuviera 18. Pero es real, ¿¡eh!? Yo no sé eso de los 46 años, para mí es solo una cifra.
¿Recuerdas tu primer truco de magia? ¿Es el mismo que te enganchó?
Sí, hay juego que fue el desencadenante del arte de la magia en mí. Era un juego de unos pequeños puntos que, en dos palitos de madera, aparecían y desaparecían. Si tuviera que elegir un efecto que ha marcado mi carrera artística y profesional, sería un efecto en el que rompía mi camisa y dentro de mí se abría una especie de alien. Era una persona con un traje que hacía de alien; o sea, era una persona que salía de dentro de mi pecho. Posiblemente sea el efecto que me hizo ganar un premio mundial. A partir de ahí, se abrió la carrera internacional… Viajé muchísimo. He dado la vuelta al mundo con ese número, y con otros, pero ese fue el que me lanzó internacionalmente.
«El equipo está súper implicado, hay ganas, hay ilusión, confianza, y eso se refleja dentro y fuera del espectáculo»
Una parte muy querida de tu público son los niños y niñas: te adoran, les adoras… y eso se palpa en el escenario. Con tus trucos, visualizan cómo la magia puede suceder. ¿Qué se siente al hacer volar la mente de este pequeño gran público?
Cuando empecé con la magia, mis espectáculos siempre eran de una magia muy dura, muy contundente. No me gustaba hacer magia a los niños y desde que tuve dos hijos —mi hijo mayor tiene 13 y el otro tiene 12— cambió mi visión de dirigirla más hacia ellos y de entenderles, de jugar y conectar. Me doy cuenta que tengo muchísima conexión con los niños. Muchos magos vienen a ver los efectos de magia que he creado y, cuando se acercan a parte de los niños, me felicitan porque dicen que la conexión que tengo con ellos es algo que se les escapa. Estoy muy contento porque los niños se sorprenden y son los que realmente me hacen vivir cosas bonitas en el escenario. Es muy gratificante.
«Tengo una conexión especial con los niños, me hacer vivir cosas muy bonitas en el escenario»
Además de ilusión, transmites auténtica pasión por lo que haces, profesionalidad, ingenio, esfuerzo, trabajo en equipo, perseverancia, resiliencia… Todo un ejemplo para los más pequeños y, en mi opinión, también para el resto del público. ¿Eres consciente de esta doble responsabilidad?
No, no soy consciente de eso. Lo que lo que sí que hago es hacerlo a diario. A diario me levanto con esa ilusión, con esas ganas de mejorar, de trabajar, de esforzarme. Si hoy en día hay un espectáculo como este, es por el trabajo y el esfuerzo. Sigo haciendo lo mismo que me enseñaron mis padres, y sigo haciendo lo mismo que hace 26 años cuando empecé de una manera profesional. Al final es trabajar en lo que te gusta, y entonces no te cansa.
Cada día vengo aquí, y si hay una entrevista —forma parte del trabajo— me encanta hacerla. Si no, pues superviso, reviso el vídeo, cambio detalles… Estoy siempre conectado con el espectáculo, y eso hace que lo vaya mejorando y que cada vez salgan las cosas mejor. Pero no soy consciente, simplemente es el trabajo diario y lo hago con mucho cariño. Hay un trabajo espectacular aquí: si coges aparato por aparato, ves que hay tantas cosas que pensar. Cómo hacerlo, cómo prepararlo, cómo diseñarlo… Estas cajas aquí doradas están hechas en mi taller o esos marcos están hechos en mi propio taller. La mayoría de cosas están hechas por mí.
En tu carrera profesional, seguramente hayas tenido que tirar de los trucos más ingeniosos y de tus ilusiones más profundas para poder triunfar a este nivel, para llegar a la élite. ¿Cuál ha sido el momento en el que más has tenido que tirar de esta magia?
Hay números que a veces se atascan. Hay números que tú tienes ahí y no salen y no salen y no salen… y te quedas atascado. Entonces, tienes que tirar de ingenio; tienes que tirar de ayuda. Yo tengo una técnica de cómo trabajar: en vez de trabajar en un truco o ilusión, trabajo en 3 ilusiones al mismo tiempo. Cuando me atasco en una, doy paso a la siguiente. Bien porque me he atascado y no sé cómo solucionarlo, o bien porque me falta el material para terminarla. A medida que estoy trabajando en una mejora, se me ocurre una idea para la siguiente. Esa es mi manera de trabajar.
Otra cosa que es también fundamental para el crecimiento de mi trabajo es hacer dos mejoras obligatorias por día. O sea, si aquí tengo 80 funciones, obligándome a hacer dos mejores diarias, tendré 160 mejoras cuándo termine el proyecto de Madrid, de IFEMA. ¿Qué son dos mejoras? Pueden ser o muy importantes —que se noten muchísimo— o cosas pequeñitas: un efecto de sonido, una salida al escenario, un cambio de color, de iluminación, un cambio de unas máquinas de humo, de una máquina de fuego…
En todos los espectáculos tenemos que hacer dos mejoras: es vital para seguir avanzando y creciendo. Y no solo yo, sino los técnicos también. Ellos tienen unas hojas donde tienen que poner dos ideas cada día. Muchas ideas coinciden y algunas son nuevas; a veces son cosas muy pequeñitas pero al final van sumando.
El color del pelo hace que pueda ser el cómico más divertido y entrañable del mundo, o el demonio más enrevesado
Me voy atrever a hablar de tu pelo, su color, la forma… Potencia exponencialmente el que puedas ser el cómico más divertido y entrañable del mundo o el demonio más enrevesado, que disfruta con auténtica maldad al intentar hacer daño a la gente clavándole cuchillos, partiéndola en dos… ¿Esto lo tenían preparado tus padres? ¿Conocían ya tu talento?
Cuando era pequeño, yo me odiaba a mí mismo: pelirrojo, pecoso… No me gustaba nada cuando me miraba al espejo. Lo de ser pelirrojo jamás lo vi una ventaja… puede que empezase a ver a los 35 ó 40. Mis hijos no son pelirrojos, pero si lo fueran desde pequeñitos les habría hecho sentirse las personas más especiales del mundo. En nuestra sociedad de antes no era así. Los padres a lo mejor no trabajaban eso tanto, por lo menos en mi familia. Entonces, yo mismo me odiaba, no me gustaba nada el pelirrojo, creía que era un bicho raro. No había nadie más, solo estaba yo, y era como un pequeño monstruito.
Pero sí, me veo la cara ahora y creo que es muy bueno para la magia. Puedo tener cara de malo, de pillo, divertido o un poco demonio. La gente dice que tengo cara de muñeco diabólico. La gente, después de verme una vez, cuando voy por la calle —aunque vaya con mascarilla o con gorra— se acuerdan de mí, dicen: “¡Yunke! ¡El mago!”. Entonces, al final creo que es una cosa que funciona muy bien. Mi imagen puede ser un reclamo hacia el espectáculo, aunque no lo busco.
«Siempre estoy conectado con el espectáculo, cuido hasta el más mínimo detalle»
Entrevista de Yunke en las ediciones impresas
¿Cómo es tu magia desde la perspectiva profesional?
La magia ahora la tengo porque es mi pasión, es mi hobby, es mi vida y la hago así porque me gusta. Si me ofrecieran otro tipo de espectáculo, otro tipo de negocio, no lo haría. Yo quiero ser mago, trabajar la magia y eso es lo que me gusta. Si viene un productor y me dice “vamos a hacer un show de televisión y vamos a utilizar trucos de cámara”, yo me niego rotundamente a eso. Para hacer un show mío en televisión, todo lo que se ve tendría que ser verdad. Sin ningún truco de cámara ni compinches. Puedes repetir si algo sale mal, pero prefiero el directo.
¿Es duro dedicarse al mundo del espectáculo? O, más concretamente en tu caso, ¿al de la magia?
Sí, es un desborde de trabajo, mucho desgaste. Cuando estoy en casa, me levanto a las 6:00 de la mañana, salgo a la montaña y doy una vuelta. Cuando estoy preparándome para un espectáculo, subo corriendo. Cuando no, voy caminando. Hago una hora casi todos los días en la montaña. Luego bajo, me ducho y me voy al taller hasta la hora que salen los niños del instituto. Entonces ya estoy con ellos, les atiendo… pero cuando se acuestan sigo trabajando. Es mi vía de escape y mi placer.
Probablemente seas el mago con el que peor lo paso. El riesgo extremo es uno de tus fuertes en los shows, y te la juegas en mucho. El nivel de concentración que requiere cada segundo, cada movimiento, de cada número… ¿Cómo se vive desde dentro? ¿Cómo se gestiona esa tensión añadida?
Trabajando siempre con la misma gente y confiando muchísimo en tu equipo. Eso hace que al final todo funcione bien. Para entrar en mi equipo, tiene que ser una persona que conozca y en la que pueda confiar. Que sea buena persona es fundamental para trabajar conmigo. A todo el equipo de aquí puedes dejarle la cartera, las llaves de tu coche o lo que quieras. Es gente de confianza, gente honesta y que van a estar a favor de la obra. Por eso, cuando les pido que saquen ideas para el espectáculo en ningún momento te dicen “ah, no, yo cuando termino ya he terminado”. No, se van a casa —seguramente tienen el espectáculo en la cabeza— y mejoran ellos mismos algunas cosas. Eso es porque hay equipo, porque hay ganas, porque hay ilusión, porque la gente viene a trabajar contento… Todo eso hace que vaya sumando.
Manu, lleva trabajando conmigo 17 años. Confío plenamente en él, es el que me sube a 5 metros de altura colgado boca abajo, atado de los pies, pongo la mano en el fuego por él.
«A todo el equipo de aquí puedes dejarle la cartera, las llaves de tu coche o lo que quieras. Es gente de confianza, gente honesta y que van a estar a favor de la obra.»
Eso también hace cuando tienes que confiar en alguien cuando estás colgado boca abajo, atado de los pies, que te están atando y tienes que confiar en esa persona… O el que te está subiendo arriba, que estás colgado y te suben en una cadena. Por ejemplo ese es Manu, que lleva trabajando conmigo 17 años. Confío plenamente en él, pongo la mano en el fuego. Otra persona clave en el espectáculo es mi hermana Elena. Trabaja conmigo toda mi vida y es como si fuera una madre. Cuida de mí, se preocupa de todo y ella es la persona en la que confío más que en nadie en el mundo. Perdí a mi madre cuando tenía 18 años y ella cogió el rol de madre al ser ella un año mayor que yo. Elena es una mujer espectacular y a la que quiero muchísimo, es una persona excelente.
«Mi hermana Elena es una persona excelente, una mujer espectacular, cuida de mi como una madre»
Antes hemos hablado del Yunke de 8 años. Al Yunke de cuarentaytantos… ¿Qué le queda? ¿Podrías describirme al Yunke de dentro de 10 años?
Cuando tenía veintipocos, mi idea era jubilarme a los 45 años. Siempre lo decía: “yo a los 45 dejo de actuar y me dedico a lo mejor a fabricar algún truco para otros magos”, porque tengo mucha demanda de taller de creación para otros profesionales. Pero ahora que tengo 46 años no me veo jubilado, me veo con las mismas ganas… Yo creo que 10 años mínimo tengo por delante. Con 56 años lo mismo dejo de hacer lo que hago, pero de momento físicamente me encuentro bien, me encuentro incluso más fuerte ahora que 5 años atrás. Me estoy preparando más, voy más a la montaña, me sigo preparando física y mentalmente… No me veo yo con con intención de retirarme de momento.
También eres un hombre de negocios con, por ejemplo, tu proyecto del Magic Museum. ¿Esta faceta empresarial te quita tiempo de la magia o tus espectáculos?
Magic Museum sigue vinculado a la magia. Es un negocio en Peñíscola, un recorrido que cuenta la historia de la magia —de la época dorada de la magia—, del 1900, cuando empezó a explotar la magia. Hay piezas muy importantes dentro de este museo y por la noche se hacen espectáculos. Al ser mi museo, tener premios mundiales y mucha conexión internacional, pasan por él los mejores magos del mundo. A nivel nacional: Jorge Blass, Jandro o Juan Tamariz, quien me ha dicho que quiere venir.
Sí hago cosas de negocios, pero que estén vinculadas con la magia. Los negocios salen bien cuando tú los controlas y cuando tú sabes lo que estás vendiendo y proponiendo. Yo el mundo del espectáculo lo controlo muchísimo porque me he criado con él y el mundo de la magia lo conozco porque me apasiona, y su historia incluso me fascina. Entonces, tengo todos los ingredientes para hacer un negocio redondo en el mundo del ilusionismo, porque al final es mi carrera artística.
En este momento de la entrevista, nos “interrumpe” un grito de Manu de fondo:
«¡Yunke! ¿Sabes donde está el soporte de las alas de la muerte?»
«Pues tiene que estar por allá… en una caja. Dentro de la “flip case” a lo mejor…», responde el mago.
Pudimos vivir que, efectivamente, Yunke está de forma activa en su show, hasta en el más mínimo detalle.
El pabellón 1 de IFEMA, se ha adaptado para el espectáculo, acogiendo hasta 1.700 personas.
Continuamos con la conversación:
Aquí a lo mejor hay 20 personas y me preguntan a mí. Si estuviera Elena, por ejemplo, también ella lo sabría perfectamente. Al final estás en todo. En el color de la moqueta que vas a poner, el color de las telas, la altura de las telas, donde van colgadas… Hay tantos detalles que es mejor que pasen por ti. Y gracias a todos esos conocimientos puedes crear. Otros magos a lo mejor se dedican más al tema de venta, de marketing y les funciona muy bien… pero la magia la tienen que comprar. Tienen que llamar a una tienda de magia, tienen que comprar los trucos a otro mago o tienen que copiar a otro mago. Al final yo conozco cómo funciona todo: sé cómo funciona la mesa de luces, la iluminación, los cruces, cómo va todo conectado… Eso hace que puedas crear cualquier cosa.
Para finalizar, como sabes, nuestros periódicos son leídos diariamente en la Comunidad de Madrid, Ciudad Real y Sevilla. ¿Qué mensaje te gustaría lanzar a nuestros lectores y lectoras?
Me gustaría decirles que luchen por sus metas, que luchen por lo que realmente les haga felices. En este mundo estamos para ser mejor personas, para cada día intentar ser mejores en la vida, para cada día levantarnos con más ilusión. Que se levanten con ilusión porque es lo más bonito que te puede pasar. Al final yo me dedico a eso: a la ilusión.