Rabat/Nairobi,13 dic (EFE).- Níger y Gabón se sumaron en 2023 a la lista de países africanos en sufrir golpes de Estado, lo que agrava la inestabilidad en la región, donde Rusia crece en influencia en detrimento de los países occidentales mientras los grupos yihadistas ganan terreno.
Estos golpes están afectando especialmente al punto más caliente de África, el Sahel, una región que recorre el continente de este a oeste debajo del desierto del Sahara, conocida como la «frontera avanzada de Europa».
Terrorismo, mafias, sequías e inundaciones y la subsiguiente escasez de alimentos se suman a la proliferación de regímenes militares. Desde 2020 Mali, Guinea-Conakry y Burkina Faso sufrieron golpes de Estado y en 2023 la lista se amplió a dos países más: Níger y Gabón.
Cae el gobierno más prooccidental del Sahel
El golpe en Níger, ubicado en el Sahel al igual que Mali y Burkina, atrajo especialmente la atención internacional en un contexto de conflicto entre Occidente y Rusia, que amplía cada vez más su influencia en la región.
Ocurrió el 26 de julio, cuando la guardia presidencial se levantó contra el presidente, Mohamed Bazoum, y le mantuvo retenido en su residencia, tras lo que un grupo de militares ocuparon el poder sin que por el momento hayan dado fechas para una transición democrática.
Bazoum, que sigue retenido en su palacio de Niamey, era el único presidente civil que quedaba en el Sahel. Mantenía una política cercana a Europa y, sobre todo, a Francia, ex potencia colonial que pugna por mantener su influencia y tenía en Níger desplegada a su fuerza antiterrorista, desplazada desde Mali después de que el gobierno golpista maliense la expulsara de su territorio.
El golpe en Níger, cuya junta militar se ha aliado con las de los vecinos Mali y Burkina Faso, estuvo a punto de convertirse en un conflicto regional, ante la amenaza de la coalición de estados del África Occidental, Cedeao, de intervenir militarmente.
Pero esa posibilidad se desinfló poco a poco ante la intransigencia de la junta nigerina, a la que la Unión Africana propuso responder con diálogo en vez de con armas.
Gabón: fin de 56 años de la familia Bongo
El 30 de agosto, los golpistas de Níger aún estaban acomodándose en el poder cuando soldados anunciaron en Gabón un nuevo golpe de Estado.
Lo hicieron pocos minutos después de que las autoridades electorales del país anunciasen el triunfo del entonces presidente, Ali Bongo, en los comicios presidenciales, unos resultados que los golpistas, como la oposición, tacharon de falsos.
Los uniformados terminaron así con la presencia en el poder de la familia Bongo, que había gobernado ininterrumpidamente Gabón desde 1967.
El fantasma de los golpes de Estado también amenazó este año a países como Sierra Leona, Guinea-Bisáu, Burkina Faso y Santo Tomé y Príncipe, donde sus gobiernos aseguraron haber detenido levantamientos militares contra ellos.
El analista maliense Mohamed ag Ismail apunta a los recursos naturales -minas de oro, uranio y hierro- como la fuente principal de inestabilidad en el Sahel, debido a la incapacidad de los gobiernos africanos de extraerlos y distribuirlos de manera justa para proporcionar seguridad y desarrollo.
Acercamiento a Rusia
A ello se suma, explica a EFE, «la expansión del terrorismo y el crimen organizado versus la incapacidad de los ejércitos nacionales para enfrentar estas amenazas» y una pugna por la influencia en la región que se decanta por ahora hacia Rusia.
Mali es uno de sus más estrechos colaboradores. Compra armamento a Rusia y recibe continuas visitas de delegaciones rusas, la última en diciembre, en la que se habló de colaboración para explotar riquezas mineras.
En este país, al igual que en otros como República Centroafricana o Sudán, opera además el grupo de mercenarios ruso Wagner, que continúa en África a pesar de su descabezamiento este año con la muerte de Yevgueni Prigozhin.
Los nuevos vínculos de Rusia en África también se hicieron notar en Burkina Faso, donde la junta militar que gobierna desde 2022 llegó incluso a firmar en octubre un acuerdo con Moscú para construir una central nuclear en ese país.
Asimismo, la junta burkinesa rechazó de plano las antiguas alianzas del país con Francia, su exmetrópoli, en materia de seguridad y se reunió varias veces con el Ministerio de Defensa ruso, pactando reforzar la cooperación militar entre ambos países.
Aumento del Yihadismo
«El futuro de la región es muy ambiguo -dice el politólogo maliense- a la luz del conflicto ruso-occidental que la rodea. Los datos sobre el terreno apuntan a un continuo deterioro de la situación de seguridad a pesar del apoyo ruso a los regímenes golpistas y la participación de Wagner».
Y es que la violencia en el Sahel no deja de crecer, con grupos leales a Al Qaeda y el Estado Islámico que, además, luchan entre sí por el control del territorio.
Según el grupo de análisis de conflictos ACLED, en los cinco países del Sahel -Chad, Níger, Burkina, Mali y Mauritania- se registraron 13.748 víctimas de la violencia -ejercida por actores estatales y no estatales- entre diciembre de 2022 y el mismo mes de 2023, frente a los 10.617 del mismo periodo un año antes.