Noelia López
Madrid, 11 oct (EFE).- Hace hoy cincuenta años, el 11 de octubre de 1974, trescientos delegados socialistas se dieron cita en la localidad de Suresnes, en las afueras de París, y protagonizaron un histórico congreso que renovó el ideario político del PSOE y eligió a Felipe González primer secretario.
En Ferraz no hay prevista celebración oficial por este aniversario y dos de los protagonistas de aquel congreso, Felipe González y Alfonso Guerra, llevan ya años alejados del PSOE liderado por Pedro Sánchez y discrepan en público del rumbo que ha tomado el partido y el Gobierno socialista.
Unas diferencias que contrastan con las celebraciones de hace diez años, cuando el PSOE organizó un acto con centenares de invitados para conmemorar los cuarenta años de su último congreso en el exilio.
El evento reunió a Pedro Sánchez, Felipe González y Alfonso Guerra ante el reto de abrir una nueva etapa en el partido y volver a llevarlo a la Moncloa.
Hacía pocos meses que Sánchez había ganado las primarias que le auparon al liderazgo del partido. Una década después, con el objetivo electoral cumplido, no se repetirá aquella fotografía, con González y Guerra convertidos en dos figuras incómodas para Ferraz.
Isidoro, el inesperado primer secretario
El de Suresnes fue el 26 Congreso del PSOE, una asamblea que renovó en profundidad al partido y lo convirtió en una pieza decisiva de la futura transición española.
Felipe González, Isidoro en la clandestinidad, asegura que viajó a Francia en coche sin sospechar que regresaría a España como líder del partido.
El destinado al puesto era Nicolás Redondo, pero el sindicalista vasco renunció en favor del entonces joven abogado laboralista sevillano y ayudó a conformar una única candidatura.
En ella estaban Nicolás Redondo, Enrique Múgica, Alfonso Guerra, Guillermo Galeote, Pablo Castellano… Habían ganado los socialistas «del interior» frente a los del exilio y, con ellos, la apuesta por el pragmatismo político y por una organización profesional del partido.
Las resoluciones aprobadas en el teatro Jean Vilar de Suresnes recogen las herramientas que los socialistas consideraban entonces necesarias para el restablecimiento de la democracia en España, como la libertad de los presos políticos y sindicales, la convocatoria de elecciones libres, o el reconocimiento del derecho a la libre autodeterminación de las nacionalidades.
Bajo el lema «Por la libertad, por el socialismo», de aquel congreso salió un partido renovado que, solo ocho años después, lograría una amplia mayoría absoluta para llevar a Felipe González a la Presidencia del Gobierno.
Ninguno de aquellos dirigentes socialistas sigue en primera fila de la política.
A la espera de invitación para el Congreso de Sevilla
En vísperas del 41 Congreso Federal del PSOE, que se celebrará en Sevilla entre el 29 de noviembre y el 1 de diciembre, ni González y Guerra han recibido aún su invitación.
Es pronto y fuentes socialistas indican que, como manda el protocolo, Felipe González volverá a ser invitado, como todos los ex secretarios generales del partido, aunque, reconocen, nadie espera que acuda.
Hace tres años González sí viajó al Congreso de Valencia y su abrazo con Sánchez es una de las imágenes que quedan de aquel cónclave.
El expresidente aparcó sus reproches y garantizó lealtad al líder del PSOE, aunque también le pidió que estimulara la libertad en el partido para expresar opiniones críticas.
Él, desde entonces, no se ha callado, convertido en una de la voces más duras contra la amnistía o el pacto de financiación para Cataluña. En esta semana de conmemoraciones ha querido dejar claro que no es él quien se ha desmarcado del programa electoral y de las resoluciones que aprobadas en aquel Congreso de Valencia.