«En los márgenes» es el primer trabajo tras las cámaras del actor. Penélope Cruz, Luis Tosar, y el propio Botto protagonizan la película
El debut en la dirección de Juan Diego Botto es un intensísimo – e irregular – drama social de historias entrecruzadas: una mujer con un hijo al borde del desahucio, un hombre que ha hipotecado a su familia y se ha hundido a sí mismo por una mala decisión empresarial, y una mujer a punto de perder la custodia de su hija. Alrededor de estas historias transita una adicional, la de un hombre tan obsesionado con ayudar a los demás que no tiene tiempo para ayudar a los suyos.
Botto intercala estas historias usando a este último personaje, interpretado por Luis Tosar, para vincularlas y desvincularlas, retomándolas en momentos determinados para que tengan más impacto dramático. Y es este aspecto el que lastra la película: la necesidad extrema de transmitir su mensaje, su inexistente sutileza, y su falta de confianza en sus actores para cumplir con la tarea. La banda sonora deja claro desde el primer minuto que el objetivo es emocionar, conmover al espectador con el sufrimiento que se ve en pantalla; la ingente cantidad de sucesos desafortunados que sufren los protagonistas en tiempo record incide en ello; y las escenas del personaje interpretado por Adelfa Calvo – que hace lo que puede – prácticamente ruegan al espectador que se ponga a llorar.
Todo ello en una película que cuenta con un reparto acertadísimo y que perfectamente puede – y logra – conmover al espectador: Penélope Cruz está impecable como madre desesperada, y Luis Tosar vuelve a exhibirse como ese hombre que se hunde en su propia bondad. Es esta trama, de hecho, la única que aporta algo de descanso entre el drama, pues las interacciones del personaje de Tosar con su hijastro (interpretado por Christian Checa) funcionan como historia secundaria centrada en crear un vínculo entre ambos.
La dirección de Botto es directa y efectiva, cámara en mano para acentuar la sensación cercana y documental de la historia que cuenta, y con cortes rápidos que aumentan el ritmo y transmiten la sensación de que a los protagonistas se les está acabando el tiempo. Llaman la atención un par de secuencias en las que, consciente de los medios con los que cuenta, deja a la cámara respirar en planos largos donde lo único presente son los actores: la mejor secuencia de la película es una en la que él mismo y Cruz se enfrentan en un plano secuencia de unos cinco minutos.
En los márgenes se ve lastrada por una completa falta de sutileza en su mensaje y por su continua necesidad de conmover al espectador con el sufrimiento de sus protagonistas. Sin embargo, lo real de su mensaje, la visibilidad que da a sectores vulnerables, y el sólido trabajo de sus actores consiguen hacer que destaque sobre el resto de dramas similares.
Mario Orgaz