Malienses refugiados en su propio país sueñan con la paz para volver a casa

Carpas de los desplazados internos malienses en el campo de refugiados de Mopti. EFE/ Idrissa Diakité

Idrissa Diakité

Carpas de los desplazados internos malienses. EFE/ Idrissa Diakité

Mopti (Mali), 4 abr (EFE).- Los recurrentes ataques yihadistas han llevado a cientos de familias malienses a desplazarse del norte del país hacia el campo de refugiados de Mopti (centro) donde se enfrentan a difíciles condiciones de vida a la espera de un retorno de la paz para poder volver un día a sus hogares.

Adama Minta, que ha tenido que huir de su pueblo Oundou huyendo de los terroristas. EFE/ Idrissa Diakité

Estos desplazados internos han tenido que dejar sus casas huyendo de los grupos terroristas que han quemado sus pueblos y matado a sus familiares. Han tenido que viajar de un lugar a otro hasta encontrar refugio en este campo situado en las afueras de la localidad de Sevaré (en la región de Mopti, a más de 600 kilómetros de la capital Bamako).

PEQUEÑOS OFICIOS PARA SOBREVIVIR

Expuestos a las intemperies del tiempo y afectados por las consecuencias sicológicas de su experiencia, estos desplazados se han buscado pequeños oficios para poder sobrevivir en espera de tiempos mejores.

Es el caso de Bintou Karanguo, madre viuda que se ha desplazado al campo hace tres años dejando su pueblo norteño de Timenèré, una zona agrícola con una fuerte actividad de pastoreo, y donde conviven las etnias peul y los antiguos cazadores dozo.

«Es un drama lo que nos ha llevado a huir de nuestro pueblo Timenèré hasta aquí. Es muy difícil para mí y para mis cinco hijos poder sobrevivir el día a día. Solo queremos volver a nuestro pueblo para poder trabajar en nuestros campos», cuenta a Efe .

Karanguo ha subrayado que se dedica a pequeños oficios como el comercio o el lavado de ropa para poder pagar los gastos de escuela y comida de sus hijos.

«Espero que Dios nos ayude a salir de esto para poder volver a nuestros hogares», dice a Efe antes de dirigirse a un fogón cerca de la carpa donde vive para preparar un plato llamado «el Tô», hecho a base de diferentes cereales, y una salsa gumbo.

En el mismo campo vive también Adama Minta, que ha tenido que huir de su pueblo Oundou tras haber sido atacado por un grupo de hombres armados, que saquearon todo antes de prender fuego en las casas y matar a los habitantes.

«Nosotros, los supervivientes, no hemos tenido otra solución que huir a pie o en transporte hasta llegar aquí. Al principio nos han acogido bien con comida, ropa y muchas otras cosas, pero desde hace un año las cosas se han complicado», cuenta Minta, quien añade que los pequeños oficios que ejerce no le permite mantener una familia numerosa.

MÁS DE 386.000 DESPLAZADOS INTERNOS

La Agencia de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) cifra en 386.000 el número de desplazados internos en la región de Mopti, Gao, Tombuctú, Segou y Menaka, entre enero y mayo de 2021.

La mayor parte de estos desplazados está compuesta de niños (63 % que tiene menos de 18 años) y mujeres, que se encuentran en una situación de precariedad extrema, según alerta OCHA.

La crisis humanitaria de estos desplazados se ha agravado con la expansión de la inseguridad y la violencia yihadista en todo el norte y centro del país y hacia el sur, además de las consecuencias socioeconómicas de la crisis sanitaria de covid-19.

Estos refugiados afrontan también las consecuencias del cambio climático con las recurrentes inundaciones y los períodos de sequía.

Además de la violencia yihadista y la ausencia de tropas occidentales que luchaban contra el terrorismo, el país africano sufre un duro embargo económico y financiero impuesto por la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) para forzar al gobierno golpista acortar el período transitorio y convocar elecciones para restablecer el orden constitucional.