Málaga, 28 jun (EFE).- Es bien sabido, gracias a García Lorca, que el torero Ignacio Sánchez Mejías encontró la muerte en el ruedo a las cinco de la tarde, pero no era tan conocido que entre las múltiples facetas que cultivó estaba la poesía, con unos textos inéditos que ahora se han publicado por primera vez en un libro.
Presidente del Real Betis y de la Cruz Roja de Sevilla, autor teatral o piloto de coches y aviones fueron algunas de las muchas ocupaciones del protagonista del «Llanto por Ignacio Sánchez Mejías» de Lorca, una de las más bellas elegías de la historia de la literatura.
Los manuscritos originales de sus poemas inéditos reposaban entre los fondos personales depositados en el Archivo-Museo Sánchez Mejías de Manzanares (Ciudad Real), la ciudad donde el 11 de agosto de 1934 sufrió la cogida que dos días después le causaría la muerte.
Ahora ven la luz en el libro «Las cuerdas de mi guzla», coeditado por dicho Archivo-Museo y por el editor malagueño Rafael Inglada en su colección «Arroyo de la Manía», en la que ya ha desempolvado otras rarezas como la poesía de Pérez Galdós o los poemas que el jabón Heno de Pravia inspiró al bohemio Emilio Carrère.
Al cuidado de esta edición de solo 150 ejemplares han estado el propio Rafael Inglada y Javier La Beira, quienes han trabajado durante meses para desentrañar unos manuscritos que estaban en la frontera de lo legible y sobre un papel en ocasiones deteriorado por el tiempo.
«Un día, charlando con Rafael (Inglada), me dijo que le encantaría publicar poemas de Sánchez Mejías, pero no había escrito nada. Me puse en contacto con su Archivo y encontramos algunos poemitas sueltos, escritos sin intención de publicarlos, porque él habría podido hacerlo cuando y donde hubiera querido con sus contactos y la posición que ocupaba», explica La Beira en una entrevista con EFE.
Algunos de los poemas están terminados y otros aparecen con tachaduras, apunta el editor, que añade que «era raro que un hombre que hizo tanto por las letras, el arte y el 27 no se hubiera animado a escribir poesía, al menos en la intimidad».
Y es que Sánchez Mejías tuvo una estrecha relación con la Generación del 27, y por ejemplo colaboró económicamente con la organización del acto de homenaje a Góngora en el Ateneo de Sevilla que dio lugar a la que se ha convertido en la fotografía fundacional de este grupo poético.
Precisamente, estar rodeado de las grandes figuras del 27 pudo ser la razón de que estos poemas permanecieran inéditos, porque «seguramente consideró que no estaban a su altura», según La Beira.
En estos poemas aparece por momentos la temática taurina, pero son fundamentalmente «poemas amorosos en sentido amplio, coplas y requiebros amorosos».
El editor descubrió un paralelismo de estos textos con coplas flamencas, y al consultarlo con un flamencólogo este le confirmó «que pudo haberse basado en la soleá y en otras variantes».
«En algunos casos cumple a rajatabla las reglas de la soleá, la rima y el número de versos y de sílabas, y en otros casos se sale un poquito», señala La Beira, que resalta que estos versos «estaban en su archivo personal sin que nadie hubiera reparado en ellos».
Por el contrario, sí se conocía más su obra teatral, «especialmente la primera, ‘Sinrazón'», un texto «realmente interesantísimo», de carácter vanguardista y con claves surrealistas.
Inglada coincide con La Beira en la dificultad para entender los textos, a lo que se ha sumado la tarea de distribuir las estrofas, porque «son manuscritos hechos rápidamente y ha habido que hacer la partición de las estrofas para facilitar la lectura».
Una de las incógnitas a desvelar estaba en el último poema que escribió, «Diez mil toros mataría», que garrapateó al dorso de una fotografía y dedicó a su hija, porque hay quien interpretaba esa cifra como «cien mil».
«Diez mil toros mataría para labrarte un camino de alegría. Diez mil toros mataré para que tú nunca sepas lo que sé» comenzaba aquel poema.
«Era un hombre orquesta que hizo un montón de cosas. Fue conocido como torero, pero también como autor teatral. Su nieta me dijo que escribía para sí mismo y que no quería dar a conocer sus poemas teniendo a gente alrededor como Lorca o Alberti», señala a EFE Rafael Inglada.
José Luis Picón