Sao Paulo, 28 sep (EFE).- Nuevos casos de violencia política han elevado la tensión en la recta final de la campaña electoral en Brasil, altamente polarizada entre el exmandatario progresista Luiz Inácio Lula da Silva y el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro.
Las autoridades investigan el asesinato de al menos cuatro personas tras presuntas discusiones políticas, dos de ellas el pasado fin de semana, entre otras agresiones a militantes y candidatos desde el inicio de la campaña.
El ambiente de crispación ha obligado a Lula, favorito en los sondeos de cara a los comicios del domingo, y a Bolsonaro, que en la campaña de 2018 recibió una puñalada de un enfermo mental, a acudir a algunos de sus mítines con chalecos antibalas.
A ambos los rodea además un amplio dispositivo de seguridad, que al menos en el caso del líder del Partido de los Trabajadores (PT) se ha reforzado ante la escalada de amenazas en su contra.
En la última conocida, ha entrado la Justicia con la aprehensión del celular de un sospechoso que en un correo electrónico comunicó al PT su intención de asesinar al antiguo dirigente sindical en Sao Paulo: «El cuchillo ya está afilado».
La tensión ha traspasado fronteras y es motivo de preocupación por parte de algunos países.
Este martes, Estados Unidos, a través de la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, condenó los últimos incidentes violentos en el marco de la campaña y dijo esperar que las elecciones transcurran «de manera justa, transparente y creíble».
La situación podría agravarse el día de los comicios. Un oficial de la Policía Militar de Sao Paulo dijo a Efe, bajo condición de anonimato, que «no descarta altercados» callejeros, en caso de una victoria de Lula en primera vuelta, escenario dibujado por varias encuestas.
ASESINATOS A TIROS Y PUÑALADAS
El primer caso grave de supuesta violencia política ocurrió en julio, en Foz de Iguazú.
Allí, un agente penitenciario, declarado seguidor de Bolsonaro, mató a tiros a uno de los líderes locales del PT, mientras este celebraba su cumpleaños con una fiesta temática sobre Lula.
El 7 de septiembre, otro simpatizante del capitán retirado del Ejército asesinó a un colega de trabajo, admirador de Lula, a cuchilladas durante una discusión política, en una zona rural del estado de Mato Grosso.
Los dos últimos ocurrieron el pasado fin de semana, siendo la motivación política una de las líneas abiertas de investigación.
En Ceará, un sospechoso entró en un bar, preguntó quién era votante de Lula y apuñaló a un hombre, que murió poco después en el hospital, según relatos de testigos recogidos por medios locales.
En Santa Catarina, la Policía investiga la muerte, también a cuchilladas, de un correligionario de Bolsonaro durante otra riña en un bar.
«Ninguna línea de investigación está descartada con relación a la motivación del crimen», señaló en una nota el comisario Juliano Tumitan, siendo las principales hipótesis una disputa política o familiar.
A estos casos hay que sumarles diversas agresiones entre bolsonaristas y lulistas en medio de actos de campaña, además de episodios de violencia contra periodistas.
En este contexto, una encuesta del Foro Brasileño de Seguridad Pública y de la Red de Acción Política por la Sustentabilidad (RAPS) indicó que siete de cada diez brasileños reconocen tener miedo de ser agredidos físicamente al manifestar sus opiniones políticas.
La politóloga Mônica Sodré, directora de RAPS, una plataforma que incentiva el diálogo entre líderes políticos de distintos espectros ideológicos, explica que detrás de ese dato hay dos posibles factores.
El primero es el discurso «abiertamente proarmas y proviolencia» de Bolsonaro y el segundo, la política de flexibilización de acceso a las armas de fuego patrocinada por su Gobierno.
«Eso tiene consecuencias porque cuando el principal líder de la República estimula a las personas a ser violentas, estas se sienten autorizadas a comportarse de esa manera», señaló a Efe.
¿QUÉ DICEN LULA Y BOLSONARO?
Bolsonaro, un nostálgico de la dictadura militar (1964-1985), se ha quejado en repetidas ocasiones de que lo responsabilicen de propagar un «discurso de odio» que él atribuye a la izquierda y ha manifestado que quiere un Brasil en «paz».
Por su parte, Lula culpó este martes al Gobierno de Bolsonaro de crear un clima de «miedo» entre la población, «motivado por el odio y el fascismo».
Y lanzó una advertencia para el futuro: «Vamos a ganarle a Bolsonaro, pero el bolsonarismo va a continuar existiendo y necesitamos derrotarlo en el debate político».