Málaga, 30 oct (EFE).- David Ruiz, vocalista de La M.O.D.A., acrónimo de La Maravillosa Orquesta del Alcohol, asegura que la banda, inmersa en la gira de presentación de su último disco, está en su mejor momento, especialmente después de las restricciones por la pandemia, que ha hecho que «cada concierto sepa todavía mejor».
«Todo cobra sentido para nosotros en el directo, donde puedes compartir las canciones con el público, y después de estos tiempos difíciles los conciertos se valoran aún más», afirma en una entrevista con EFE el líder de este septeto de músicos surgido en Burgos hace once años.
En este tiempo, La M.O.D.A., que ha alcanzado el éxito gracias a temas como «1932» o «Héroes del sábado», ha dado más de 500 conciertos en salas y festivales de España, y otros países como México, Colombia, Francia, Italia, Reino Unido, Países Bajos o Estados Unidos.
El grupo, que aúna folk, blues, punk y rock & roll con una personalidad propia, volverá el próximo año a México, al festival Vive Latino (18 de marzo), y espera cerrar nuevas fechas en Colombia y acercar por primera vez su música al público de Chile y Argentina. «No tenemos discográfica y nos cuesta más llegar a salas de fuera», reconoce Ruiz.
VUELTA A LAS RAÍCES
La banda, formada también por los burgaleses Joselito Maravillas, Alvar de Pablo, Caleb Melguizo y Jorge Juan Mariscal, el gallego Jacobo Naya y el madrileño Nacho Mur, está ahora centrada en la gira de presentación de su último álbum, «Nuevo cancionero burgalés», que arrancó en enero y que le llevará este otoño por salas de conciertos de toda España, entre ellas la París 15 de Málaga, donde actuaron el viernes.
El disco está compuesto por ocho canciones inspiradas en el repertorio popular de su tierra, de manera que, aunque las melodías son totalmente nuevas, compuestas por la banda, las letras, en cambio, están sacadas de dos cancioneros burgaleses de Federico Olmeda y Antonio José, de principios del siglo pasado.
El grupo halló casualmente estos dos cancioneros, de los que no había oído nunca hablar, navegando por internet, y pensó que esas letras, que «estaban prácticamente olvidadas y corrían riesgo de desaparecer», podían tener vigencia actualmente.
«Ha sido como reconectar con las raíces, con el lugar del que venimos. Es emocionante cantar letras que cantaban nuestras bisabuelas hace más de cien años», comenta David Ruiz, que destaca el importante legado de la música popular, que «siempre ha estado ahí y siempre estará».
Ruiz cree que «el disco ha llegado a la gente» y prueba de ello es que muchos de sus conciertos han colgado el cartel de completo, como ha sucedido en Granada, Santander o Vitoria-Gasteiz.
LA IMPORTANCIA DE LAS SALAS
Tras los festivales de verano, ahora es el turno de actuar en salas de conciertos, un formato que estos siete músicos treinteañeros uniformados con pantalón negro y camiseta blanca reivindican especialmente, porque es ahí donde empiezan la mayoría de bandas.
«No hay que olvidarse de ellas, es importante reivindicarlas y apoyarlas», subraya el líder de La M.O.D.A., que recuerda que el grupo no está en discográficas ni en una ciudad grande, por lo que su éxito depende, principalmente, del «boca a boca» del público, de que las salas les programen y de «los medios que se preocupan por lo que haces».
«Por eso es importante mantener el circuito de las salas, que se ha quedado tocado tras la pandemia. Los festivales son tres meses de verano, pero hay que vivir los otros nueve meses», recuerda el compositor y cantante de este grupo que combina instrumentos como acordeón, saxo, banjo, mandolina o clarinete.
CENTRADOS EN EL PRESENTE
Tras dos discos publicados en poco tiempo, «Ninguna ola» (2020) y «Nuevo cancionero burgalés» (2021), La Maravillosa Orquesta del Alcohol solo piensa en disfrutar de los conciertos que quedan, que viven intensamente, como si acabaran de empezar.
«Ahora no estamos pensando en nuevo disco. Queremos aprender a cuidarnos, a no quemarnos ni nosotros ni al público. Esta gira es para disfrutarla, queremos centrarnos en el presente y cuando lleguen canciones nuevas, pues ya llegarán, pero sin prisa», indica Ruiz.
El músico prefiere no hacer balance de estos once años de trayectoria, porque eso es propio de cuando «estás en las últimas», bromea. Por ahora se queda con la alegría de las experiencias vividas y asegura que los siete mantienen «la ilusión intacta» de cuando se juntaron por primera vez en un garaje para tocar canciones.
«Lo importante -asegura Ruiz- es no perder las ganas de cuando empiezas por mucho que pasen los años. Al final todo se acaba, son cosas naturales, pero nosotros estamos a gusto y no le damos muchas vueltas a eso. De momento no nos sentimos como si lleváramos juntos once años, sino solo un par».
Gemma Bastida