Alberto Masegosa
Madrid, 13 nov (EFE).- «La realidad judía en la Historia de España y su diáspora» es el título de un libro que permite aproximarse por primera vez a cuatro siglos y medio de legado judeo-español a un golpe de clic.
La edición no tiene precedentes e incluye en sus páginas un catálogo que constituye su eje medular y está compuesto de 436 volúmenes aparecidos entre 1478 y 1948, escritos en su generalidad en judeo-español, hebreo, castellano y catalán, y a los que en su mayoría el lector puede acceder digitalmente a través de un código QR.
Los textos proceden de la Bibliotheca Sefarad de José Jimenez Salazar, de 20.000 títulos, y están divididos en cinco partes; Judíos en España, Inquisición y Conversos, Antijudaica, Sefárdica y Miscelanea, que prologan los académicos José Ramón Magdalena, José Antonio Escudero, Moisés Orfali, Harm Der Boer y Jon Juaristi.
La ingente labor de documentación para analizar, comentar y contextualizar históricamente todos y cada uno de los cientos de volúmenes seleccionados para una obra que tiene vocación enciclopédica -y que se presenta el martes en Barcelona-, ha correspondido al investigador y especialista en bibliografía judía Uriel Macías.
En la España de la Edad Media «lo judío pudo ser en ocasiones algo extraño o malquerido pero nunca ajeno; formaba parte inseparable de un rico y complejo entramado social», mantiene en la introducción del libro Uriel Macías, quien en entrevista con EFE destaca el importante aporte judío «al acerbo de la identidad española».
P.- ¿Qué hace diferente a la comunidad judía en España a la de otros países?
R,.- Durante 1500 años hubo presencia judía en la península ibérica, donde los judíos eran una minoría importante en diferentes aspectos de la vida, en especial por su aporte al acerbo de la identidad española, y al fermento de una España más plural. En el libro se refleja la enorme contribución intelectual tanto en Al Andalus como en los reinos cristianos, con grandes personalidades en campos como la medicina, la astronomía o la poesía.
P.- Hay quien dice que España y Alemania fue donde los judíos influyeron más en la cultura e idiosincrasia locales. Y que eso explica su trágico fin en ambos países por ver amenazada la población local su identidad.
R.- Creo que no hay una relación entre causa y efecto. La contribución a la sociedad de la España medieval y a la Alemania del siglo XX no son comparables. Ambos casos tienen en común la notable contribución judía en ciencia y cultura. Pero hablar de amenazas a la identidad local es entrar en el campo de las percepciones.
P.- También hay quien piensa que los mayores antisemitas de la Historia de España fueron conversos.
R.- No lo diré de manera tajante pero es cierto que algunos de los mas virulentos antisemitas eran descendientes de conversos. Entre los conversos hubo judíos antijudíos y al conocer el judaismo tenía más capacidad de hacer daño pero no se puede afirmar con rotundidad que los peores antisemitas fueran conversos.
P.- Aparte del factor religioso por la permanente labor de zapa de la Iglesia, ¿se puede atribuir el antisemitismo al carácter exclusivista de la religión judía ante el universalismo de los otros monoteísmos, el cristiano y el islam?
R.- La pregunta está imbuida del mismo prejuicio de los antisemitas clásicos, siento decirlo. Por supuesto que el judaísmo tiene vocación universal. Los judíos eran una minoría porque no podían ejercer proselitismo. Si ejercían proselitismo los mataban, lo tenían prohibido. Pero antiguamente sí eran proselististas. La expansión del judaísmo en la cuenca mediterránea antes del Imperio Romano no puede explicarse sin un proceso de conversiones.
P.- ¿Cual es la clave de la excelencia de los judíos en las ciencias y todo lo relacionado con el arte y el pensamiento? ¿La exigencia de merecer la elección de Dios les obliga a ser mejores que los demás?
R.- Me atrevería a decir que hay dos cosas que explican el gran número de personalidades judías en los ámbitos del conocimiento. Una, los judíos, sabían leer y escribir en una época en que casi todo el mundo era iletrado. En la Edad Media solo un porcentaje muy reducido de la población sabía leer y escribir. En el caso de los judíos por razones religiosas, para aprender la Biblia. Y saber leer y escribir les permitía el acceso al conocimiento. Y luego que el judaísmo es una religión en la cual la pregunta y el cuestionamiento son parte esencial del sistema de aprendizaje. Y el avance en la ciencia no suele ser el resultado de una respuesta sino de una buena pregunta.
Macías apostilla que ese sistema de aprendizaje es «una marca de identidad del judaismo».
En la Edad Medía, como ejemplo del resultado de ese método puede servir el filósofo, astrónomo y médico hebreo cordobés Maimónides, para los judíos único personaje histórico que se puede comparar al Moisés bíblico. También, no obstante, pueden servir los descendientes de conversos que después alumbraron el Siglo de Oro.
Entre otros, el teólogo Francisco de Vitoria, los místicos Luis de León y Teresa de Ávila, el poeta Luis de Góngora, el humanista Luis Vives y el jurista y dramaturgo toledano Fernando de Rojas, el autor de «La Celestina».