Rodríguez defiende la cultura ecologista del Nunca Máis como política de Estado

La ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, durante el acto 'Marea Branca 2002-2022', homenaje de la Costa da Morte a los voluntarios que limpiaron las playas y rocas gallegas del chapapote que dejó el Prestige hace veinte años.- EFE/Cabalar

Camariñas (A Coruña), 13 nov (EFE).- Camariñas, un 13 de noviembre, veinte años después de la mayor catástrofe ecológica del país, sigue recordando, sobre todo, a los voluntarios que vinieron a limpiar, pero también una decisión, o no decisión, errada que aún discuten muchos de los vecinos, en particular los marineros.

La ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez (4d), durante el acto 'Marea Branca 2002-2022', homenaje de la Costa da Morte a los voluntarios que limpiaron las playas y rocas gallegas del chapapote que dejó el Prestige hace veinte años, evento en el que ha quedado instalada una lona de grandes dimensiones con una fotografía en recuerdo de aquellos voluntarios. EFE/Cabalar

La propia alcaldesa de la localidad, Sandra Ínsua, que entonces contaba con 26 años, tiene una cosa clara, que «hay que hacer caso a los marineros», que son «los que entienden y saben», cuando hay una catástrofe en el mar; y ellos decían, por aquel entonces, cuando el buque estaba a la deriva, que había que «acercarlo a puerto».

Un hombre hace la señal de victoria frente a una fotografía de voluntarios que limpiaron el chapapote del Prestigedurante el acto 'Marea Branca 2002-2022', homenaje de la Costa da Morte a los voluntarios que limpiaron las playas y rocas gallegas del chapapote que dejó el Prestige hace veinte años, evento en el que ha quedado instalada una lona de grandes dimensiones con una fotografía en recuerdo de aquellos voluntarios. EFE/Cabalar

Uno de esos marineros, Francisco, que este domingo se resguardaba de la lluvia bajo el soportal de la Casa del Mar con otros compañeros, coincide en la misma idea de que la solución era traer el barco hacia la costa.

«Desde aquí se veía», ha relatado a EFE, tras recordar que tal día como hoy, hace dos décadas, también «había viento y lluvia, como ahora». Después vino «ese demonio», en referencia al Prestige, y fue «como una cosa de otro mundo», algo que en esta población litoral de la Costa da Morte nunca imaginaron, asegura.

«Nosotros pensamos, cuando vimos el barco, si lo trajeran aquí para dentro de la ría iba a haber un problema pero, comparado con lo que hubo, mucho más pequeño», ha considerado, tras lamentar que «los políticos no tienen ni idea» y a ellos nadie les preguntó.

De repente, fue como si una empresa, esta que para los gallegos es el mar, que todas las Navidades supone una fuente aún mayor de trabajo que el resto del año, se declarase en quiebra, como «si vas a trabajar y te cierran las puertas del tinglado y ves todo negro, nos ves futuro», explica Francisco.

Así también lo expresa Jola, que tiene una tienda de encaje de Camariñas, Encajes Gelina, en el mismo puerto. «Lo vimos todo negro, cada vez iba a peor, lo llevaron para otro sitio, el chapapote se extendió todo», es lo que cuenta de aquellos primeros días.

Pero tiene otros recuerdos, más positivos, de la solidaridad que se desplegó ante esta catástrofe, de que «vino gente de todos los sitios» a ayudar, tanta que no tenían ni donde meterla.

Eran los voluntarios, a los que hoy se les rindió homenaje en Camariñas, y a los que la alcaldesa se ha referido como «héroes». Tanta gente que «no sabíamos ni dónde ponerla a dormir, ni dónde darle de comer», ha asegurado Sandra Ínsua (PSdeG), que entró de concejal un año después y ahora lleva cuatro al frente del municipio.

Así que este domingo, 20 años después, ha vuelto a ser una ocasión para recordarlos, para homenajear a esa «marea blanca» de gente frente a la marea negra, como se ve en la foto que cubre un muro en la lonja del pueblo.

Una imagen en blanco y negro, como es el resumen del Prestige. El negro del chapapote que lo tiñó todo, y el blanco de los voluntarios que ayudaron a retirarlo.

Desde hoy tienen también una placa con un mosaico a todo color que los recuerda y que dice, en gallego: «En agradecimiento a los voluntarios que limpiaron la costa de Camariñas durante la catástrofe del Prestige y que hicieron de la Casa da Pedra su hogar. GRACIAS».