Bruselas, 6 dic (EFE).- Reducir las emisiones de CO2 es indispensable para mitigar el calentamiento global y evitar que el mundo se convierta en un lugar mucho más inhóspito para los seres humanos. Pero ese esfuerzo no bastará si simultáneamente no se redoblan también los esfuerzos para proteger la naturaleza.
«Incluso aunque se alcance la neutralidad de emisiones, no bastará porque no hay tecnología que pueda reemplazar a la capacidad de los océanos, los suelos o los bosques para absorber CO2 (…) Nuestra cuerda de seguridad, nuestra economía y nuestro bienestar depende de que haya ecosistemas sanos», dice en una entrevista con Efe el comisario europeo de Medioambiente, Virginijus Sinkevicius.
El político lituano, de sólo 32 años, recibe en su despacho de la sede de la Comisión Europea en vísperas de que arranque la Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas (COP15), que se celebrará en Montreal entre el 7 y el 19 de diciembre.
La meta de ese foro es marcar los hitos en protección global de la naturaleza y la biodiversidad en la presente década y las líneas maestras para 2050, la otra pata de la transición hacia sistemas económicos más sostenibles.
«El objetivo climático es sólo la mitad del camino. Si queremos ser serios luchando contra la crisis climática y mantener las temperaturas por debajo de 1,5 ºC, los objetivos climáticos sólo nos pueden llevar a la mitad del camino», insiste.
La cita se programó inicialmente en la ciudad china de Kunming en octubre de 2020, pero fue reajustada por la pandemia de Covid-19 y por las restricciones asociadas a China y se reubicó en Canadá. La COP15 pretende fijar el marco global para proteger y restaurar la naturaleza fijando 22 metas para 2030. Pero parte con varios problemas.
Uno de ellos es que las 20 metas pactadas en 2011 en Aichi (Japón) para 2020 nunca se cumplieron. El segundo, y quizá vaya unido al primero, es que la lucha por la biodiversidad tiene menos calado entre el grueso de la población que la acción climática, pese a ser dos caras de la misma moneda.
El calentamiento global es evidente, los episodios meteorológicos extremos se multiplican y la lucha para que las temperaturas no suban más de 1,5 ºC con respecto a los valores preindustriales -ya han subido 1,1 ºC- ha escalado en las prioridades ciudadanas, políticas y económicas.
«La biodiversidad es mucho más difícil de explicar. Con el 1,5 ºC es fácil sentirse relacionado», dice Sinkevicius preguntado sobre si ayudaría contar con un hito icónico y fácilmente identificable que fijara la atención.
«Es absolutamente necesario. Ayuda en el marketing y ayuda a que lo entienda un segmento más amplio de la población. Así que ’30-30′ podría ser el objetivo. Para ser honesto, el ’30-30′ es ambicioso: proteger el 30 % de la tierra y el 30 % de los océanos en 2030», resume.
Es el objetivo que se ha marcado la UE y el que defiende también una coalición de un centenar de países liderados por Francia y Costa Rica. Será uno de los aspectos a negociar en Montreal pero, ¿cómo se mide el éxito de la COP15?
«Primero, tener un acuerdo ambicioso que cubra no sólo los objetivos ’30-30′ sino que tenga también indicadores, como una especie de mecanismo de revisión para mirar hacia atrás y ver cómo estamos progresando. También que consiguiéramos recaudar recursos significativos. Cuando hablas de prioridades es muy importante que estas tengan asignada una línea de presupuesto», indica del comisario.
Sinkevicius evita poner números porque «siempre se puede responder que cualquiera que sea la cifra, será insuficiente, y probablemente sea en parte verdad», y se inclina por pedir que se desarrollen los instrumentos financieros que ya existen en lugar de crear otros nuevos, que requerirían años de negociaciones.
¿Y cómo se podrá saber si la COP15, que llega tras una cumbre climática COP27 celebrada en Egipto con avances muy moderados, termina en un fracaso?
«Un fracaso sería no llegar a un acuerdo, llegar a un acuerdo que no sea suficientemente ambicioso o a uno con un objetivo ambicioso pero sin mecanismos de implementación para que dentro de ocho años volvamos para ver por qué no lo hemos conseguido. Eso sería un fracaso», concluye el comisario más joven del Ejecutivo comunitario.
Javier Albisu