Asunción, 19 mar (EFE).- Jenifer González entra y sale de su casa constantemente. Carga sobre sus hombros sacos de plástico con algunos de sus enseres para salvarlos de las aguas del río Paraguay, que amenaza con inundar su hogar en un barrio humilde de Asunción.
«Tengan cuidado con el lodo», advierte a sus vecinas. Su casa, como otras muchas, está ubicada en el populoso barrio La Chacarita, a las orillas de la bahía de Asunción, una zona que queda bajo el agua cada vez que aumenta el caudal del río.
Después de unos tres años consecutivos de sequía, las esperadas lluvias han vuelto al país ensanchando el cauce del río Paraguay, que nuevamente impacta zonas históricamente vulnerables como La Chacarita.
Las aguas del río ya alcanzaron varias casas de esta barriada -fabricadas principalmente de madera y láminas de zinc- y seguirán subiendo. Camas, mesas y muebles están mojados, y las condiciones para sus habitantes son insalubres.
Forzados por la naturaleza, los residentes de este barrio han empezado a salir.
Los hombres cargan los objetos más pesados, como armarios y refrigeradores, y caminan entre las aguas hasta alcanzar una colina que los lleva hasta la Costanera, un paseo que bordea la bahía de Asunción y se ha convertido en una importante arteria para descongestionar el tráfico capitalino.
REMANENTES DE UN INCENDIO
«No tenemos suerte», suelta González en idioma guaraní. Y es que en 2020 estas familias ya lo habían perdido todo como consecuencia de un voraz incendio ocasionado por un fuego artificial que cayó sobre esta zona en plena celebración de Nochebuena.
El incendio, que se extendió rápidamente entre las viviendas precarias, afectó a unas 150 familias, según cifras oficiales.
«Nos quedamos con la ropa puesta, perdimos todo lo que teníamos», agregó esta mujer de 37 años.
A raíz del incendio, algunos de los lugareños fueron trasladados a refugios improvisados, otros vivieron por más de un año en un plaza cercana al Palacio de López, la sede del Ejecutivo.
La familia de González había regresado a La Chacarita hace siete meses y construyó esta vez una pequeña casa con tablas de madera a pocos metros del sitio afectado por el incendio.
Según Gustavo González, otro de los habitantes de esta barriada, al menos 31 de las familias damnificadas por ese siniestro regresaron a la zona.
González, quien trabaja en la Dirección General del Área Social de la Municipalidad de Asunción, está ayudando a los ahora afectados por la creciente del río a mover sus bienes hacia algunos refugios y a construir con tablas de madera pequeñas casas ubicadas lejos de las aguas.
El intendente de Asunción, Óscar Rodríguez, declaró a EFE que la Municipalidad habilitó 12 refugios para trasladar a unas 300 familias afectadas por las inundaciones.
CAUCE QUE NO BAJA
Y mientras los habitantes de la Chacarita intentan poner a salvo sus pertenencias, las previsiones no son alentadoras.
A raíz de las lluvias, el cauce del río Paraguay, por donde se mueve mayoritariamente el comercio de este país mediterráneo, no ha parado de subir desde febrero pasado, cuando su cauce se encontraba en torno a los 2,11 metros.
En la actualidad, explicó Luis Jara, integrante de la Comisión Mixta Paraguaya Argentina del Río Paraná, al diario ABC, el río crece de 10 a 15 centímetros diariamente y su cauce se aproxima a los cinco metros.
Ese nivel, explicó al diario Última Hora el director de Meteorología e Hidrología, Eduardo Mingo, «ya es grave», por lo que consideró «altas» las probabilidades de que unas 3.000 familias deban desplazarse de sus viviendas.
Rubén Peña