Un cine beirutí paseó por la gloria y la ruina…pasando por una sala X

Entrada del Cine Royal, en el suburbio beirutí de Bourj Hammoud. EFE/Ana María Guzelian

Beirut, 19 abr (EFE).- A lo largo de sus siete décadas de vida, el beirutí Cine Royal pasó de ser un referente para los amantes de Bollywood a quedar dañado por una guerra civil, de reinvertarse como sala X a convertirse en un burdel y, ahora, vuelve a resurgir de sus cenizas en medio de una grave crisis económica.

El cine, de estética gris pero moderna y ubicado en el suburbio de Bourj Hammoud, llegó a las manos de un joven cineasta que al inicio de la depresión en 2020 optó por invertir en un sueño en lugar de ver cómo sus ahorros se quedaban atrapados para siempre en los bancos libaneses, donde todavía hay un «corralito».

Desde hace unos meses, el Royal funciona como centro cultural y, aunque no opera como cine comercial, vuelve a acoger la proyección de películas, volviendo a convertirse en una muestra de la determinación de la población libanesa por preservar sus pequeñas joyas culturales.

UN NICHO IMPROBABLE

A mediados del siglo pasado, la capital libanesa se convirtió en un importante núcleo para el cine árabe y el Royal formó parte de esa época de oro, aunque inicialmente los éxitos de taquilla no atraían a demasiados espectadores.

«Después, como el cine estaba ganando popularidad en todo el mundo, decidieron buscar un nicho en Bollywood, las artes marciales y las películas de serie B, que extrañamente encontraron un público enorme en el Líbano», explicó a EFE el nuevo dueño del Cine Royal, Karl Hadife.

Al joven, de 25 años, le resulta simpático el interés que despertaban entonces las películas de Bollywood, llegadas de tan lejos con sus guiones melodramáticos, su vestuario llamativo y su intercalación de canciones coreografiadas al más puro estilo de un musical.

«Un montón de padres de mis amigos vienen a decirme que solían acudir allí a ver películas indias. Es gracioso, son como las series turcas de su generación», relata el cineasta, al compararlas con una de las industrias favoritas de la juventud de hoy en día.

Sin embargo, la gloria tocó a su fin durante la guerra civil libanesa, que comenzó en 1975 y trajo consigo 15 años de destrucción, desplazamientos y derramamiento de sangre, infligiendo también daños materiales a diversas estructuras culturales del país.

El Cine Royal fue una de las bajas del conflicto, que lo dejó con importantes daños.

La violencia no solo afectó a la operatividad de los cines libaneses y a sus condiciones materiales, sino que también provocó un éxodo de artistas y cineastas, hiriendo la evolución natural del arte en el país mediterráneo.

DE BURDEL A CENTRO CULTURAL

El Royal tuvo que ser restaurado tras el final del conflicto en 1990 y encontrar una nueva forma de producir dinero.

«Necesitaban más ingresos, así que comenzaron a explorar la industria del cine porno y a poner espectáculos después de cierre o cosas así. Ganó tanta popularidad que se dieron cuenta de que el dinero estaba ahí y convirtieron el cine al completo en un cine porno», afirmó Hadife.

Una vez más, la gloria se fue apagando con la expansión del internet y en 2015 el Royal tuvo que desenchufar sus pantallas para dar paso a una nueva época oscura.

«Debido al aumento (en el acceso) del internet, el porno ‘en línea’ y básicamente el tema de la privacidad, lo pararon y lo convirtieron en un burdel al que la gente venía a simplemente…», comentó el nuevo dueño del edificio.

Cuando estalló la actual crisis en el Líbano a finales de 2019, el joven residía en Estados Unidos, pero decidió regresar a su país para fundar una ONG llamada Vecindario, a través de la que espera dar vida a los muchos planes que tiene para este cine de las afueras de Beirut.

Adquirió el Royal con cheques del banco pocos meses después del estallido de la crisis, al darse cuenta de que las limitaciones a la retirada de efectivo iban a continuar y de que la libra libanesa estaba perdiendo valor a la velocidad del rayo.

Con el cine y la organización como armas, busca cumplir su sueño de la infancia: juntar a personas de todas las clases y procedencias para «crear un intercambio real» en la comunidad de Bourj Hammoud.

El restaurado Cine Royal opera como centro cultural, lo que le permite ofrecer películas al público como otrora, además de otros tipos de eventos, exhibiciones y talleres para que los niños de la zona den rienda suelta a su imaginación en estos momentos difíciles para el país.

Ana María Guzelian