Campamentos saharauis de Tinduf (Argelia), 23 may (EFE).- Con igual nombre que el líder del Frente Polisario, el treintañero Brahim Gali, que renegaba de las órdenes y las jerarquías y optó por licenciarse en gestión, se ha puesto ahora el uniforme, como muchos jóvenes saharauis, por la lucha armada en el movimiento independentista porque «este largo exilio ya es suficiente».
El número de combatientes con estudios superiores ha aumentado significativamente desde el fin de la tregua con Marruecos en 2020, que ha contribuido a «profesionalizar» la contienda frente al muro del Sáhara Occidental contra un «Ejército regular, preparado» y en clara superioridad armamentística: con drones, atestigua a EFE.
A decenas de kilómetros del frente, en los campamentos levantados hace casi cinco décadas en el desierto argelino, los refugiados hablan ya de una «segunda guerra». La anterior, primero contra España (1973-1976) y seguida contra Marruecos (1976-1991), se apaciguó con el alto el fuego impulsado por la ONU que alentó, con la propuesta de un referéndum, unas esperanzas hoy frustradas.
«Nosotros los saharauis vemos la guerra como dice el refrán árabe: no porque queramos sino porque estamos obligados. No aspirábamos a llegar a este nivel con los hermanos marroquíes. Y aquí no estoy hablando del régimen sino del pueblo que está afectado por esta tragedia y por un engaño», considera Limam Shrif, que estudió periodismo y hoy se calza las botas.
NOVATOS Y VETERANOS
Cuando Gali cursaba gestión y administración en una universidad argelina entró en conflicto con su identidad, al carecer de una nacionalidad con la que identificarse ante sus compañeros extranjeros: sirios, yemeníes o palestinos. «Estamos olvidados», sintió.
Como nunca aceptó órdenes, había descartado su alistamiento, a diferencia de Mohamed Nafi, de 34 años, que en su veintena se enroló en el brazo armado del Polisario por «convicción moral», aún más intensa con la vuelta al enfrentamiento del 13 de noviembre de 2020.
Aquella fecha, -cuando tras una operación militar marroquí en la zona tapón de Guerguerat, cerca de Mauritania, el Polisario dio al día siguiente por roto el alto el fuego de 1991- fue también un punto de inflexión para Gali y Shrif.
El fervor de alistamientos se extendió por los campamentos hasta el punto de que el Polisario tuvo que contener a los jóvenes por temor a que las instituciones de la proclamada República Árabe Saharaui Democrática (RASD) se vaciaran de empleados formados.
«Llegamos desde la universidad en diferentes especialidades, relaciones internacionales, química e incluso doctores que podemos aportar al Ejército», valora Gali sobre la «nueva élite» militar. Él se ha especializado en artillería.
La larga espera en el inhóspito exilio de los campamentos, con el único horizonte de un desierto ingrato e infinito, ha llevado a una nueva generación de saharauis a creer de nuevo en la lucha armada como única vía.
POR Y EN EL SÁHARA OCCIDENTAL
Los tres coinciden ahora en el «campo de batalla», conscientes de las notables diferencias con el más que superior Ejército marroquí, pero consideran que, como en el primer enfrentamiento, con formas «sencillas» de guerrilla, están plantando cara a los drones.
«Lo que nos diferencia del ejército marroquí es que ellos son un ejército regular, tienen órdenes de no evacuar el muro (que separa el Sáhara Occidental controlado por Marruecos -80 %- con el del Polisario -20 %-), y nosotros tenemos preferencia para movernos de un lugar a otro desde donde podemos atacarlos en cualquier momento», describe Nafi, lo poco que le dejan por confidencialidad, sobre la línea estratégica.
Confía en que las nuevas afiliaciones de jóvenes con alto nivel de estudios han beneficiado con «mucha información que faltaba» y, junto con los veteranos, planifican con mayor conocimiento las emboscadas o construyen sus propias armas, todas móviles para evitar ser blancos de contraofensivas.
Su objetivo militar, aseguran, es atacar y provocar el mayor daño material posible en el lado marroquí, y han asumido el coste humano que provoca. El político, presionar por un referéndum que incluya la independencia de todo el Sáhara Occidental, excolonia española.
El nuevo frente, que el Polisario reivindica y ante el que Marruecos guarda silencio, ha forzado a miles de saharauis que permanecían en las lindes del Sáhara a refugiarse ahora en los campamentos del sur argelino, donde estos jóvenes advierten: «Nosotros no estamos dispuestos a pasar 20 años más aquí».
Laura Fernández Palomo