Madrid, 31 may (EFE).- Las «islas de calor urbanas», un fenómeno meteorológico que se traduce en un aumento de las temperaturas en las grandes ciudades, pueden afectar a la salud de las personas y aumentar por ejemplo el riesgo de hospitalizaciones, pero los efectos se observan principalmente en las temperaturas mínimas -las nocturnas-.
Así lo ha comprobado un grupo de investigadores de la Unidad de referencia de Cambio Climático y Salud del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), que ha publicado las conclusiones de su trabajo sobre el efecto de la isla térmica urbana en los ingresos hospitalarios urgentes y los fallecimientos a corto plazo en cinco ciudades españolas (Madrid, Barcelona, Valencia, Málaga y Murcia).
Los resultados de la investigación, que se han publicado en la revista Science of the Total Environment, concretan diferencias en el aumento de temperatura según ciudades, identifican patrones de riesgo y sugieren la necesidad de realizar más análisis locales para determinar la mayor o menor importancia de la isla de calor urbana según el tipo de ciudad.
Se denomina efecto isla de calor urbana a un fenómeno meteorológico que se traduce en un aumento de la temperatura en áreas urbanas, generalmente por la noche, atribuido a factores como los elementos que desprenden el calor acumulado durante el día, entre ellos materiales presentes en las ciudades como el asfalto, las fachadas de los edificios y los aparatos de climatización.
Este fenómeno, añadido al calentamiento global producido por el cambio climático, puede afectar a la salud de las personas al aumentar el riesgo de hospitalizaciones y fallecimientos, ha señalado el ISCIII en una nota difundida hoy.
Sus efectos se observan principalmente en las temperaturas mínimas -las nocturnas- y no tanto en las máximas, y los investigadores han comprobado que sus valores traducidos en aumento de temperaturas mínimas oscilan bastante según la ciudad.
Por ejemplo, en Murcia se refleja en 1,2 grados más en la ciudad que en la periferia, mientras que en Valencia lo hace en 4,1 grados más.
Los autores han confirmado además que la relación entre el riesgo de enfermedad y de muerte en las ciudades del interior se da con las temperaturas máximas -las diurnas-, mientras que esta asociación, en las ciudades costeras, aparece con las temperaturas mínimas.
Una de las novedades de este trabajo es que se basa en datos de observatorios meteorológicos, uno situado dentro de las ciudad y otro en la periferia, lo que ha permitido confirmar las diferencias térmicas del efecto isla de calor urbana.
Así, los valores más altos de diferencia entre el observatorio situado en el interior urbano y el situado en el exterior tienen un rango máximo diario de hasta 11,2 grados en Valencia, los 9,5 en Murcia y los 7,1 grados en Madrid.
El trabajo está liderado por investigadores del Instituto de Salud Carlos III, y en el mismo han colaborado científicos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), del Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja del CSIC y del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha.
Los resultados indican que la localización geográfica y las características de cada zona son claves en el posible efecto de la isla térmica urbana, lo que sugiere una necesidad de realizar estudios locales para determinar la mayor o menor importancia de la isla de calor urbana según el tipo de ciudad.
Además, apuntan que en ciudades de interior como Madrid y Murcia la isla térmica puede generar incomodidad en las personas, pero tiene menos posibles efectos sobre la salud, ya que no incide en las muertes ni en los ingresos hospitalarios urgentes a corto plazo.
En cambio, en ciudades costeras como Valencia sí se identifica un mayor riesgo para la salud, con un aumento de temperaturas mínimas diarias urbanas relacionado con fallecimientos e ingresos, y en el caso de Barcelona, tanto las mínimas como las máximas parecen influir.