Madrid, 5 jul (EFE).- Vox tiene puesto el punto de mira fijo en la Moncloa, adonde está decidido a llegar tras las generales del 23 de julio como parte fundamental del próximo gobierno e impulsado por los pactos autonómicos con el PP, al que exigirá entrar en el Ejecutivo si como apuntan las encuestas precisa su apoyo para dirigir el país.
Santiago Abascal lo tiene claro: hay que gobernar para cambiar las políticas y, así, lo ha defendido en los acuerdos alcanzados después de las últimas elecciones autonómicas y municipales, en los que Vox ha hecho valer sus apoyos y ha forzado a los populares a cederles cuotas de poder.
Unos logros para su partido que quiere trasladar al Gobierno una vez que el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha admitido el peso electoral de Vox y asumido la posibilidad de incorporarles en su gabinete, si fuera necesario.
Aunque el PP no llegan a reconocerlo expresamente, los de Abascal se sienten aliados imprescindibles para conformar un futuro ejecutivo de coalición con ministros e incluso un vicepresidente de Vox, siguiendo el modelo iniciado en la Junta de Castilla y León y replicado luego en otras comunidades.
Los sondeos coinciden en reducir sus 52 escaños actuales en el Congreso de los Diputados hasta situarlos, en el peor de los casos, en 27 asientos, lo que en Vox no se comenta en público al considerar que las encuestas se han convertido en una «herramienta de propaganda y no de predicción del voto» y al confiar en la fidelidad de su electorado.
En cualquier caso, para la cúpula de Bambú lo verdaderamente importante es mantener el protagonismo en la agenda política y la capacidad de influencia para condicionar la acción de gobierno, pero ahora ya desde el puesto de mando.
LO PRIMERO: ARREBATAR EL GOBIERNO A SÁNCHEZ
Tras dos mociones de censura fallidas contra Pedro Sánchez en la legislatura, Vox ve una oportunidad cierta en el adelanto electoral del 23J de desalojarle de la Moncloa, el gran objetivo de estas elecciones para Abascal.
Lo primero es arrebatar el Gobierno a Sánchez y sus aliados, insiste en recordar a Feijóo, a quien le advierte de que no puede gobernar con solo 150 diputados y de que le necesitará para tener una mayoría suficiente. No obstante, garantiza que no habrá bloqueo institucional, si depende de su partido.
Aún así exigirá estar en el Ejecutivo para asegurar, dice, el fin de las políticas «nefastas» e «ideologizadas» de la izquierda y centrar el debate en los que considera los verdaderos problemas de los ciudadanos: inmigración ilegal, la merma del poder adquisitivo, el incremento de los precios de los suministros básicos o la soberanía energética.
30 CIUDADES EN QUINCE DÍAS
Con el lema «Decide lo que importa», Vox aspira a mantenerse como tercera fuerza política y, para conseguirlo, Abascal lleva recorriendo en las últimas semanas las provincias medianas.
Es consciente del papel decisivo que otorga el sistema electoral a las pequeñas circunscripciones en el reparto de los escaños y, por eso, también las tendrá muy presentes en la campaña que abrirá este viernes en Valladolid, sede del simbólico Gobierno de Castilla y León.
Durante la quincena de campaña, visitará 30 ciudades y participará en 24 mítines acompañado por los candidatos provinciales, en los que tratará de volver a exhibir su capacidad de movilización.
A estos actos, se sumarán otros de los principales dirigentes del partido: el secretario general, Ignacio Garriga, y el vicepresidente de Acción Política, Jorge Buxadé.
El portavoz en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros, también tendrá un papel preeminente, así como el vicepresidente de Castilla y León, Juan García Gallardo, y la senadora por Andalucía y candidata al Congreso, Pepa Millán, a la que la dirección de Vox cada vez le está dando un mayor protagonismo.
Belén Gil Orantos