Viena, 25 sep (EFE).- El argentino Rafael Grossi, reelegido este lunes al frente del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), es un experimentado diplomático que destacó en los últimos cuatro años por su activa gestión, marcada especialmente por el conflicto nuclear iraní y la invasión rusa de Ucrania.
Grossi asumió en 2019 el primer mandato como director general del OIEA -la agencia del sistema de Naciones Unidas encargada de velar por el uso pacífico de la tecnología atómica-, convirtiéndose en el primer latinoamericano que dirige el organismo internacional con sede en Viena.
Previamente fue embajador de su país ante Austria, Eslovenia y Eslovaquia, así como ante los organismos internacionales con sede en la capital austríaca, entre ellos el propio OIEA, a cuya dirección general llegó ya con una carrera en gran parte vinculada al mundo de la energía nuclear.
Entre 2009 y 2013 fue director adjunto para Asuntos Políticos y jefe de Gabinete de su predecesor en la dirección general del OIEA, el japonés Yukiya Amano, fallecido en julio de 2019.
Nacido en 1961 en Buenos Aires, Grossi se tituló en Ciencias Políticas por la Universidad Católica de Argentina y realizó sus estudios diplomáticos en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación.
Tiene además una maestría en Relaciones Internacionales y un doctorado en Historia y Política Internacional por la Universidad de Ginebra (Suiza).
Grossi trabajó en la Dirección de Asuntos Nucleares de la Cancillería de Argentina y ha representado a su país en numerosos foros internacionales de asuntos de seguridad, desarme y no proliferación nuclear.
En 2002 fue nombrado jefe de Gabinete de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), con sede en La Haya.
En 2015 presidió la Conferencia Diplomática sobre la Convención de Seguridad Nuclear, convocada para revisar cuestiones de seguridad atómica tras el accidente en la central nuclear de Fukushima (2011).
Su segundo mandato, confirmado hoy por la conferencia general del organismo, comenzará el 3 de diciembre próximo y terminará el 2 de diciembre de 2027.
Hasta ahora, la gestión del alto funcionario latinoamericano ha estado marcada por las tensiones en torno al conflicto sobre el programa nuclear de Irán, en el que el OIEA y sus inspectores tienen la misión de verificar que Teherán no utilice la tecnología atómica con fines militares.
A ello se añadió la invasión rusa de Ucrania, con el ejército ruso ocupando la planta nuclear de Zaporiyia desde marzo de 2022.
Para reducir los riesgos de un accidente nuclear en medio de los combates, Grossi intenta desde entonces negociar con las partes enfrentadas la creación de una zona de seguridad y protección en torno a la central atómica, que con sus seis reactores es la más grande de Europa.
De 62 años, Grossi es padre de ocho hijos, y habla inglés, francés, italiano y alemán.