Alicia López
Madrid, 17 ene (EFE).- Podemos cumple este miércoles una década de existencia desde que se presentó el 17 de enero de 2014 en el madrileño Teatro del Barrio revindicándose como «palanca del cambio» y lo hace mirando al futuro con inquietud y cruzando los dedos para que las elecciones europeas, que precisamente fueron su trampolín, les devuelva un poco de oxígeno y eviten su disolución.
Hace diez años se subía el telón para un proyecto que emergía como fuerza radicalmente transformadora de la mano de cinco personas que fueron claves en un viaje que les llevó a casi pisar los talones al PSOE y después también determinantes en su caída.
Allí estaban Pablo Iglesias, su primer secretario general; Juan Carlos Monedero; los anticapitalistas Miguel Urbán y Teresa Rodríguez; e Íñigo Errejón. Casi todos peleados entre todos y solo uno de todos ellos, Errejón, que se ha pasado a las filas de Yolanda Díaz y de Sumar.
Tampoco queda nada ya de la foto de la asamblea fundacional de Vistalegre I, en octubre de 2014, con «los cinco» ideólogos-fundadores de Podemos (Iglesias junto a Monedero, Errejón, Carolina Bescansa y Luis Alegre). Solo sigue Iglesias, pero entre bastidores.
En las primeras elecciones a las que se presentaron, las europeas del 25 de mayo de 2014, los morados fueron la sorpresa al irrumpir con cinco escaños y seguir en racha en las generales de diciembre de 2015, cuando consiguieron ser tercera fuerza con 69 diputados.
Eran los tiempos de mieles aunque muy pronto empezaron a romperse por dentro cuando surgieron las primeras diferencias en el debate de si debían facilitar un Gobierno de Pedro Sánchez con Ciudadanos para desbancar al PP, como defendían algunos ‘errejonistas’. Pero ganó el ‘no’ y se repitieron las elecciones en junio de 2016.
Ya nada volvió a ser lo mismo en Podemos pese a que se quedó a una decena de escaños de los socialistas.
Luego llegó Vistalegre II (febrero de 2018) y el pulso con los ‘errejonistas’ se hizo evidente, aunque el triunfo sin paliativos se lo llevó Pablo Iglesias y su empecinamiento en mantener la tensión en el Parlamento y en los conflictos sociales. De ahí salieron fortalecidos otros perfiles, como Irene Montero o Pablo Echenique, ya convertido al ‘pablismo’.
Esa asamblea fue la derrota de Errejón y sus tesis a favor de la ‘competencia virtuosa’ con otras fuerzas políticas, y el hasta entonces número dos de Podemos decidió dejar el partido para aliarse con Manuela Carmena y su plataforma «Más Madrid» en las autonómicas.
Luego, Podemos entró en el Gobierno de Pedro Sánchez, el primer Ejecutivo de coalición desde la II República que surgió después de la nueva repetición de las generales en noviembre de 2019 con los morados ya de bajada (35 escaños).
Cinco ministerios fueron para Unidas Podemos, incluida la Vicepresidencia segunda que ocupó Iglesias hasta que dimitió el 15 de marzo de 2021 para enfrentarse a Isabel Díaz Ayuso en las elecciones de la Comunidad de Madrid.
Los morados cerraban así una etapa que culminó en Vistalegre IV (junio de 2021) con una nueva dirección bajo el liderazgo de Ione Belarra, que también había ocupado la cartera de Derechos Sociales y Agenda 2030 al salir Iglesias del Consejo de Ministros.
Pero a quien dejó como sucesora no fue a Belarra sino a su entonces amiga Yolanda Díaz, quien lejos de plegarse al camino que quería marcarle Iglesias arrancó su propio proyecto político, Sumar, en el que los morados se vieron arrinconados desde el principio.
Nueva etapa en un recorrido en el que Podemos ya circulaba cuesta abajo con el desgaste que le supuso la gestión en el Gobierno y algunas medidas muy cuestionadas del Ministerio de Igualdad.
En ese escenario nació el pulso con Yolanda Díaz que hizo muy complicada la relación dentro del Gobierno e inviable, como se evidenció poco después, que Podemos siguiera dentro de la coalición.
El veto a Irene Montero, primero en las listas electorales del 23 de julio de 2023 y después a que continuara como ministra de Igualdad en el segundo Gobierno de coalición, junto a otros desplantes como dejarles sin portavocías adjuntas en el grupo parlamentario, hicieron saltar por los aires la convivencia.
Podemos ya no tuvo reparos en consumar la ruptura con Sumar el 5 de diciembre y sus cinco diputados, con Belarra a la cabeza, se fueron al Grupo Mixto, desde donde se desquitaron del cúmulo de agravios tumbando el decreto de reforma del subsidio de desempleo de la vicepresidenta y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz.
Ahora está por ver si los morados consiguen mantenerse a flote con esta estrategia o acaban desapareciendo del mapa político, como ya le sucedió a Ciudadanos, otra de las fuerzas que emergieron con empuje en el tablero nacional para dar la vuelta a la política.
En las elecciones europeas del próximo 9 de junio, Podemos y su candidata Irene Montero se someterán a su primer test de estrés de esta nueva andadura.