Moscú, 22 feb (EFE).- El líder ruso, Vladímir Putin, «ya es un presidente ilegítimo», independientemente de que Occidente reconozca o no las elecciones presidenciales de marzo, aseguró a EFE Yan Rachinski, director de Memorial, organización que recibió en 2022 el premio Nobel de la Paz.
«Si hablamos de legitimidad, Putin ya es ilegítimo, ya que desde 2011 no ha habido ni siquiera un amago de elecciones competitivas. Falsificación total, no hablo ya de la reforma de la Constitución», comentó durante una entrevista en la sede de Memorial en Moscú.
Rachinski, cuya organización fue liquidada por la Justicia rusa, considera que la involución social y política en Rusia no comenzó hace dos años con el inicio de la guerra en Ucrania, sino mucho antes, en 2014, con la anexión de la península ucraniana de Crimea.
«Cuando una persona (como Putin) cree que puede derrotar a Ucrania en una semana, tiene que tratarse de una persona que no está en sus cabales», afirmó.
Putin, un usurpador
El director de Memorial considera que «no reconocer al presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, se puede, ya que es un país muy pequeño (…) y no es un actor importante desde el punto de vista económico».
En cambio, añade, «Rusia es un país enorme. El no reconocimiento significa ruptura de relaciones y lazos, y renunciar a la posibilidad de influir en lo que ocurre dentro del país».
«Es más una cuestión política. Desde el punto de vista del derecho, hace mucho que no existe esta legitimidad. Ni él ni el llamado Parlamento. Proclamar para que todos lo entiendan que este no es un presidente elegido, sino un usurpador y un dictador es algo totalmente oportuno y correcto», afirma.
Él considera que «mucho depende» de la disposición de Occidente y del resto del mundo «a defender el derecho internacional» en Ucrania.
Occidente debe elegir «entre las incomodidades de ahora y la catástrofe de mañana», subrayó y recordó que para Putin «fue una sorpresa» que los dirigentes europeos pusieran por delante la lucha junto a Ucrania a «los intereses económicos».
«Estaba acostumbrado a tratar con empresarios no muy honrados. Pensó que con el gas y el petróleo recibiría carta blanca, pero no le salió bien», dijo.
Navalni, un asesinato político
Rachinski considera que la muerte en prisión del líder opositor Alexéi Navalni es un fiel reflejo de la «degradación» actual, aunque recuerda que «no es el primer preso político que muere en prisión, pero sí el caso más sonado».
«Independientemente de la causa formal de su muerte, sin duda, fue un asesinato político (…) Navalni fue coherente, no se rindió. Sólo eso ya merece respeto. Nunca recurrió a la violencia, nunca renunció a sus convicciones», subraya.
El activista reconoce que le sorprendió «la cobardía de las autoridades ante los ramos de flores» depositados por los rusos durante los últimos días, acciones pacíficas durante las que fueron detenidos cientos de personas.
Recuerda que «la oposición rusa no rompió ni una sola ventana ni quemó ningún coche», pero «son condenados por extremismo».
«Las autoridades no entienden que están cerrando la válvula de escape. La olla ya está llena (…) El miedo tarde o temprano se convierte en ira. La presión del vapor puede arrasar con todo», resalta.
Pero advierte que, a día de hoy, «no ha posibilidad de preparar un poder alternativo, ya que no hay actores políticos».
«El campo político ruso ha sido prácticamente arrasado. Hay un solo partido opositor (legal), Yábloko, que no tiene grandes opciones (…) No vemos nada positivo a corto plazo. Eso sí, a largo plazo Rusia será libre. ¡Qué remedio hay!», apunta.
Putinismo, un régimen sobre bayonetas
Rachinski, que recibió personalmente el Nobel de la Paz en Oslo el 10 de diciembre de 2022, considera que, «mientras no se diga que el poder soviético fue un Estado criminal y terrorista, no el pueblo, sino el Estado, entonces será difícil progresar».
Al mismo tiempo, tiene serias dudas de que el régimen 'putinista' «resista más de diez años».
«Primero, porque no hay nada eterno. Segundo, no es cómodo vivir sentado sobre bayonetas. Este régimen vive sobre las bayonetas. No hay nada en lo que apoyarse. Es muy pequeño el segmento de la sociedad que se beneficia del actual régimen. Y es cada vez más amplio (el de) los que sufren debido a lo que ocurre», señala.
Destaca que «los precios aumentaron un 50 % y siguen aumentando, la inflación crece. Y entre los ricos, muchos de ellos querrían cambiar las cosas, pero no saben cómo (…) Y otros ya se lo piensan, buscan variantes».
«La ideología de Putin es simple: el Estado por encima de todo. El Estado es sagrado», dijo Rachinski, que definió el modelo actual en Rusia como una «modernización autoritaria».