Francisco Ávila
Barcelona, 1 mar (EFE).- El mallorquín Hugo González de Oliveira, flamante campeón mundial de los 200 espalda, tiene en su catálogo de artilugios diarios desde el cronómetro manual, que todavía sobrevive en la era de los sofisticados ‘gadgets’ acuáticos, a dispositivos que graban automáticamente su frecuencia cardíaca, la distancia y ritmo en la piscina.
Este último se sitúa entre las gafas y el gorro. Es un dispositivo con conexión bluetooth que permite al entrenador, mediante una aplicación, saber el ritmo cardíaco con el que se realiza una serie durante el entrenamiento con una latencia de menos de un segundo.
Otro de los dispositivos que utiliza a diario el nadador es un temporizador, que también se sitúa en el gorro, y que determina las frecuencias de ciclo del nado. «Suena el temporizador según el tiempo que lo programes», comenta Hugo González a EFE.
Pero más allá de éstos y otros muchos dispositivos, el cronómetro manual aún sobrevive. Esa imagen icónica del entrenador situado a pie de piscina, cronómetro en mano, no es una foto fija del pasado, sino se ve aún hoy, por mucho que hayan evolucionado los dispositivos inteligentes en el mundo acuático.
Se pueden utilizar métodos de medición de lo más sofisticado. Los últimos son unos anillos inteligentes que cuantifican la calidad del sueño y los periodos de recuperación de los nadadores.
«Analizan la actividad y la calidad del sueño y se tiene en cuenta para la calidad en la recuperación», asegura un técnico a EFE. Estos anillos han captado últimamente la atención de ‘celebrities’ de todo tipo, desde el príncipe Harry, a Will Smith o Kim Kardashian.
Los relojes inteligentes con GPS integrado para natación son también de uso habitual, en piscinas o en aguas abiertas, y monitorizan la frecuencia cardíaca en la muñeca debajo del agua. Hasta no hace mucho tiempo se utilizaban únicamente para actividades de carrera, ciclistas o de cardio.
En el agua pueden calcular la distancia, el ritmo, el número de brazadas, el tipo de brazada y la distancia conseguida por brazada. Todo ello se traslada a una aplicación para ser evaluada por los entrenadores.
En las pruebas de aguas abiertas no hace tanto que se comercializan unas gafas de realidad aumentada, que permite disponer de toda la información de nado incorporada en la propia lente.
Las gafas integran un dispositivo en un lateral donde se recoge la información que luego se proyecta en tiempo real sobre la lente mientras se nada.
Incorpora sensores de movimiento -acelerómetros y giroscopios que detectan el movimiento-, y un ordenador que utiliza la inteligencia artificial para mostrar todo tipo de métricas (pasos intermedios, distancias o número de brazadas).
Fuera del agua, los entrenadores preparan a sus nadadores con diferentes dispositivos para medir la velocidad de ejecución de los ejercicios, sobre todo en los entrenamientos de fuerza.
Se denominan ‘encoders lineales’ y se trata básicamente de un dinamómetro que se utiliza para realizar una medición directa y continua del espacio recorrido y el tiempo de movimiento de una carga externa conocida.
Además de todo ello, los análisis de lactato también son fundamentales para conocer información sobre el nadador, los cambios que se producen en la relación entre el esfuerzo y la velocidad. Todo ello con la idea de mejorar el rendimiento del deportista o de encontrar soluciones sobre el tipo de entrenamiento que realizan.