Raleigh (EE.UU.), 5 mar (EFE).- Quince estados de Estados Unidos votan este martes en el día más grande de las primarias presidenciales, una cita conocida como supermartes y que parece un mero trámite ante la casi inevitable reedición del duelo entre el actual presidente, el demócrata Joe Biden, y el exmandatario republicano Donald Trump (2017-2021).
Entre los votantes no existe sensación alguna de que Nikki Haley, la única republicana que intenta hacerle sombra a Trump, pueda lograr un vuelo milagroso que catapulte sus aspiraciones a la Casa Blanca.
«Tendría que haberse retirado ya, es obvio que no ganará», comenta a EFE Larry Jennings, un votante republicano que orgullosamente se define como MAGA, del lema trumpista 'Make America Great Again' (Hagamos grande de nuevo a Estados Unidos).
Jennings votó a primera hora de la mañana en un colegio electoral en los suburbios de Raleigh, capital de Carolina del Norte, uno de los quince estados que celebran primarias este supermartes, entre los que también están Texas y California.
Para este hombre de 71 años, cuyas mayores prioridades son frenar la llegada de inmigrantes al país y acabar con el derecho al aborto, Nikki Haley representa al 'establishment' del Partido Republicano que Trump enterró cuando llegó al poder en 2017.
Desde que arrancaron las primarias republicanas con los 'caucus' de Iowa en enero pasado, el magnate neoyorquino ha arrasado en casi todas las contiendas, apuntalando así su nominación para batirse de nuevo en noviembre próximo contra Biden, quien buscará su reelección.
Haley no logró ni tan siquiera imponerse a Trump en Carolina del Sur, su estado natal y del que fue gobernadora, y solo ha ganado las primarias del Distrito de Columbia, una contienda con muy poco peso político.
Cada vez afronta más presiones dentro del partido para que tire la toalla este supermartes si se confirma la victoria arrolladora de Trump que predicen las encuestas.
¿Una tercera vía?
Su única opción, por tanto, según se especula cada vez más, es que se presentara igualmente a las elecciones como una tercera opción, intentado aprovechar el hastío que generaría un nuevo duelo entre Biden y Trump.
En Carolina del Norte, considerado bisagra entre demócratas y republicanos, la mayoría de votantes están registrados como independientes, de manera que los resultados pueden vislumbrar si hay cabida para una tercera opción.
En los últimos días han dado mítines en el estado Trump, Haley y la vicepresidenta Kamala Harris, compañera de fórmula de Biden.
Una votante de Raleigh, que no quiso revelar su identidad, explicó que votó por Nikki Haley en las primarias para intentar frenar el paso a Trump, pero en noviembre pretende hacerlo por Biden.
Pero el sentimiento generalizado es que estas son unas primarias muy poco competitivas, con Biden y Trump acariciando su nominación, de modo que se espera una baja participación, contó a EFE Lightning Czabovsky, experto en macrodatos de la Universidad de Carolina del Norte.
«Mi sueño es tener una mujer presidenta, pero nunca votaría por Haley», explicó la votante demócrata Marcia Perry, quien no ve diferencia alguna entre Trump y la exembajadora ante la ONU.
Biden, con el reto de levantar los ánimos
Si Trump tiene la nominación garantizada, Biden todavía más, dado que es tradición que el presidente en ejercicio no enfrente casi oposición interna en las primarias.
Pero tiene el reto de levantar los ánimos de sus propias filas ante las varias encuestas que lo sitúan en noviembre por detrás de Trump.
La motivación de los pocos demócratas que se acercaban a dos diferentes puntos de votación en Raleigh y en la vecina ciudad de Durham era demostrar su apoyo a un presidente cada vez más cuestionado, según los sondeos, por su avanzada edad de 81 años, la gestión de la inmigración o la guerra de Gaza.
«Votaría a Biden aunque él estuviera en coma», dijo convencida Perry, quien confía en su victoria.
«Tengo buena memoria como para recordar lo que significó Trump», explicó Jonnah S., de 35 años, quien votó con su hijo pequeño en brazos con el deseo de que este nunca vea a Trump en la Casa Blanca.
Eduard Ribas i Admetlla