Luis Miguel Pascual
París, 4 jun (EFE).- Podía ser el año en el que consiguiera los pocos récords que todavía le faltan, pero la de 2024 no está siendo una temporada buena para el serbio Novak Djokovic, que este martes se retiró de Roland Garros un día antes de jugar los cuartos de final contra el noruego Casper Ruud.
Ha sido el último mazazo de un «annus horribilis» en el que no ha conseguido sumar ningún título y en el que un buen número de jugadores de clase media han sumado su nombre a la lista de los que han derrotado al jugador de palmarés más brillante.
Con la retirada de París, además cede al italiano Jannik Sinner el número 1 del mundo que lucía desde el 11 de septiembre de 2023, cuando se lo arrebató al español Carlos Alcaraz, que cayó en semifinales del Abierto de Estados Unidos.
El tenista de 37 años lleva ya tiempo dosificando sus torneos y dando prioridad a los Grand Slam, con la vista puesta en el 25 grande que le colocara más arriba que nadie en la historia del tenis, uno por encima de la australiana Margaret Court.
El año comenzó mal, con una derrota en cuartos de final de la United Cup que sirvió de preparación para el Abierto de Australia, que buscaba por undécima ocasión, su Grand Slam más prolífico, pero cayó en cuartos de final contra Sinner.
Su retorno a las pistas tras esa derrota se produjo en el Masters 1.000 de Indian Wells, donde en su segundo partido cayó en tres sets contra el italiano Luca Nardi, 123 del mundo, rescatado de la fase de clasificación del torneo, al término de un partido muy mediocre del serbio.
Era la segunda vez en toda su carrera que el serbio caía ante un jugador rescatado de la fase previa, una gesta que había logrado en Viena en 2020 el italiano Lorenzo Sonego.
Tras un mes sin competición, en el que renunció a Miami, el serbio se proyectó en la gira de tierra batida, que comenzó en Montecarlo, donde alcanzó la semifinal por 77 ocasión de un torneo de esta categoría, en la que cayó ante el noruego Casper Ruud, que hasta ese momento nunca le había arrebatad un set.
El botellazo de Roma
Su participación en Roma estuvo marcada por el golpe que recibió tras su victoria en su primer partido contra el francés Corentin Moutet de una cantimplora que dejó caer un espectador cuando el serbio abandonaba la pista.
Al día siguiente, contra el chileno Alejandro Tabilo, su prestación fue extraña, se apresuraba a sacar, trataba de acortar cada punto con dejadas, multiplicaba los errores que acabaron por valerle una derrota ante el 32 del mundo.
Siguiente cita en Ginebra, donde en semifinales jugó afectado por un virus y dejando un partido con muchos altibajos ante el checo Tomas Machac, 44 del mundo, que acabó encadenando cinco juegos consecutivos ante la proliferación de errores del número 1 del mundo.
Con esos prolegómenos llegó a París, donde tras dos partidos plácidos, ante el francés Pierre-Hugues Herbert y el español Roberto Carballés, volvió a afrontar situaciones complejas.
El inicio de su partido de tercera ronda frente a Musetti se retrasó hasta las 22.30 y el italiano le planteó un duelo duro, en el que llegó a dominar 2 sets a 1. Visiblemente fatigado, el serbio se reenganchó al partido en el cuarto set y acabó ganando tras 4 horas y media de pelea en el partido más tardío de la historia del torneo.
Tras un día de reposo, su rodilla se quebró en el segundo set del partido de octavos de final contra el argentino Francisco Cerúndolo y durante dos sets apenas pudo desplazarse por la pista. El argentino, 27 del mundo, llegó a disponer de una bola para colocarse 5-2 en el cuarto, pero no lo aprovechó.
Los analgésicos que tomó el serbio hicieron efecto y acabó remontando para terminar imponiéndose en el partido más largo que ha jugado nuca en París.
Las pruebas a las que se sometió indicaron que sufre un desgarro en el menisco medio, por lo que tomó la decisión de retirarse del torneo.
La única buena noticia para el serbio en este año es que contra Cerúndolo firmó su victoria número 370 en Grand Slam, con lo que arrebata un nuevo récord al suizo Roger Federer.