Sevilla, 20 sep (EFE).- El fiscal ha subrayado este viernes la «frialdad» y la «premeditación» con la que actuó el acusado de matar a su pareja en Sevilla en abril de 2002 y de tirar su cadáver al río Guadalquivir y ha recordado que fue capaz de «seguir de fiesta y viviendo la vida» durante dos meses hasta que hallaron el cadáver de la víctima.
Un jurado ha comenzado este viernes el juicio al procesado, quien se enfrenta a una petición de las acusaciones de 29 años de cárcel y cuya declaración finalmente esta se producirá el próximo lunes.
En una extensa intervención, la Fiscalía ha definido al acusado como una persona «violenta que actuó con frialdad y premeditación», capaz de «seguir de fiesta y viviendo la vida» durante los dos meses que costó encontrar el cadáver de la víctima tras el crimen.
La acusación particular, ejercida por una letrada de oficio en nombre del hijo de la fallecida -quien reside actualmente en Bolivia-, ha censurado la actitud del procesado: «Asesinó a una mujer por el hecho de serlo, porque era mujer y se iba a ir con otro», ha sentenciado.
Tanto la Fiscalía como la acusación particular y la popular ejercida por la Junta de Andalucía consideran los hechos constitutivos de un delito de asesinato con las agravantes de parentesco y de género, y atribuyen además al acusado un delito continuado de estafa y de lesiones en el ámbito de la violencia sobre la mujer con la agravante de reincidencia.
Frente al relato de las tres acusaciones personadas, la defensa, -también de oficio- mantiene que el procesado debería ser absuelto, dado que el día de los hechos estuvo movido por un arrebato o un estado pasional ante los celos que le generó enterarse de que su pareja había estado con otra persona, circunstancia que considera una eximente. De manera subsidiaria, alega la atenuante por consumo de alcohol.
Relato de las acusaciones
La Fiscalía relata que el 24 de abril de 2022, durante una fiesta en el inmueble de Sevilla que compartían, el acusado «se percató» de que su pareja «presentaba marcas de chupetones en el cuello que no le había hecho él y se molestó, iniciando ambos una discusión» durante la cual la fallecida «le dijo que era muy viejo y aburrido y que prefería estar» con un hombre «con el que había pasado la noche y el día anterior».
Tras golpearla y marcharse del domicilio regresó y, cuando los amigos dormían, entró en la habitación de la víctima y, aprovechando su situación de indefensión por el abundante alcohol ingerido y que estaba desprevenida, «de forma súbita y sorpresiva se colocó encima de ella con objeto de darle muerte».
Después de asfixiarla y echar a los amigos de la casa, el acusado «empaquetó el cuerpo sin vida» y lo arrojó en la orilla del Guadalquivir oculto entre matorrales, donde permaneció hasta el 21 de junio, cuando tras ser detenido reveló su ubicación.