Tokio, 11 dic (EFE).- Con una proyección internacional prometedora tras haber representado a su país en la 60 edición de la Bienal de Venecia, Yuko Mohri realiza instalaciones artísticas «relacionadas con la experiencia» al combinar arte y fenómenos naturales en sus obras, como en su primera gran exposición en solitario en Japón.
«Creo que mi arte no es el más apropiado para distribuirse por internet. Mi instalación está más relacionada con la experiencia porque incluye sonido, escritura, luces, movimiento y a veces olores de las frutas en descomposición», explicó Yuko Mohri (Kanagawa, Japón, 1980) en una entrevista con EFE.
Mohri fue invitada hace tres años a participar en una Jam Session organizada por el Artizon Museum de Tokio -colaboración anual entre un artista contemporáneo y la colección de la Fundación Ishibashi-.
Desde entonces, estudió la colección de la Fundación Ishibashi para incluir en su proyecto aquellas obras de artistas clásicos que pudieran ser puestas a conversar con sus creaciones, algunas que ya había expuesto previamente -en la Bienal de Venecia- y otras desarrolladas exclusivamente para la ocasión.
Obras de Monet, Matisse o Duchamp dialogan con los innovadores trabajos de Mohri en un espacio con pocas explicaciones en el que el visitante puede moverse a su antojo para ver las obras que forman parte de esta colaboración.
«Quería mantener la atención del público en las obra de arte, por eso no hay mucha explicación, de manera que los visitantes pueden ir descubriendo a su tiempo», dijo Mohri a EFE.
Física y vida diaria para hacer arte
«Los artistas se inspiran en su vida diaria. Yo también. Pinto, uso sonido, cualquier aparato, no me centro en una única forma de hacer arte, lo que hago viene de lo que me inspira en mi día a día», destacó la creadora al explicar su visión.
La 'Jam Session: The Ishibashi Foundation Collection × MOHRI Yuko–On Physis' es un ejemplo de ello. Los visitantes son recibidos por unas frutas cuyo proceso de descomposición determina tanto el panel de luz que se encuentra tras ellas como el sonido emitido por los altavoces colocados a ambos lados de la caja que las guarda.
Junto a otras pinturas y a luces controladas por el agua de otras frutas, Mohri ha colocado el lienzo 'Waves at Oarai' del japonés Takeji Fujishima al final del pasillo que lleva a una sala abierta desde la que se pueden contemplar el resto de obras.
«Imaginaba que las personas pudiesen ver todas las obras a la vez desde aquí y que lo único que tengan que hacer sea moverse por sí mismos, como las olas del océano en la pintura», explicó la artista nipona, que reconoció haber escogido todos los colores de la muestra, incluido el del suelo, a partir de esta pintura.
‘Belle-Ile, Rain Effect’ de Monet, pieza central de la exhibición
Monet visitó Belle-Ile, la mayor de las islas bretonas, entre septiembre y noviembre de 1886. Durante ese tiempo pintó este cuadro que pertenece a la colección de la Fundación Ishibashi, expuesto en el Museo Artizon y que Yuko Mohri escogió como una de las piezas claves de su muestra.
Para crear una conversación entre su arte y el de Monet, Mohri creó una instalación basada en ese lugar de la pintura que «parece muy calmada al principio, pero que realmente luce atormentada», al menos para ella.
«Me causaba curiosidad cómo era el mar allí porque crecí cerca del océano, por lo que decidí ir», explicó la artista durante la entrevista.
Tras su viaje, Mohri creó una instalación a partir del vídeo que grabó en la misma localización que sirvió de inspiración al pintor francés, «un lugar peligroso entre los acantilados», destacó.
El público puede ver el vídeo grabado por la nipona y escuchar el sonido del mar golpeando las rocas a través de unos grandes altavoces. Dos micrófonos recogen el rugido de las olas y, conectados a un piano, lo hacen sonar como si fuese el mar el que hace que sus teclas se muevan sin que nadie las toque.
Junto a esta instalación, otras obras, como una representación tridimensional de 'Box in a valise' de Marcel Duchamp o tres escáneres en constante funcionamiento que captan el movimiento de las telas de encaje movidas por ventiladores y que lo muestran en tres pantallas colgadas del techo, completan el proyecto.
La combinación de elementos inestables, en constante cambio y movimiento a causa de factores diversos como el viento, el tiempo o el sonido, es la base del arte de Mohri que tan patente es en esta muestra.
Sara Rodríguez Pachón