Santiago de Chile, 15 ene (EFE).- El «futuro del flamenco», como nombra la directora del Ballet Flamenco de Andalucía, Patricia Guerrero, a la nueva generación de bailaores que componen su elenco, hizo viajar la cultura andaluza a más de 10.000 kilómetros de su origen, hasta Santiago de Chile, donde este martes estrenó mundialmente y con gran éxito 'Tierra Bendita'.
Los trece bailarines españoles, acompañados por su directora y por el maestro repetidor de la compañía, Eduardo Leal, subieron al escenario del Teatro Nescafé de Las Artes, en el centro de la capital chilena, para interpretar esta suite que Guerrero concibió con la intención de revisitar la tradición flamenca desde la actualidad y de mostrar la personalidad de los bailaores emergentes.
Como si de diferentes postales se tratase, el elenco ofreció un recorrido por los distintos palos (subgéneros) del flamenco y sus territorios teniendo Andalucía, “tierra bendita”, como hilo conductor de esta obra, el primer estreno internacional del ballet público, que seguirá su gira por diversas localidades del país austral.
Palmas, taconeos y castañuelas
Ante un teatro lleno, la compañía dio inicio al espectáculo con la alegría y la espontaneidad de las bulerías, tangos y tanguillos que se dan en algunos de los pintorescos rincones andaluces, que los bailaores representaron al son de sus palmas y taconeos, acompañados también por los «olé» del público y los primeros de muchos aplausos.
Almería, concretamente su emblemática Venta al pobre, fue la siguiente parada de este viaje bailado por el sur de España, a donde el público se pudo transportar a través del solo de Eduardo Leal, que se entregó al ritmo de los tientos flamencos interpretados en directo por los cantores Amparo Lagares y Manuel de Gines, y los guitarristas Jesús Rodríguez y José Luis Medina.
Este primer atisbo al dinamismo de los tablaos dio paso a un fandango a capela que protagonizó el percusionista David Chupete, maestro de las imprescindibles castañuelas, cuyo repiqueteo encandiló al público santiaguino.
«Tierra bendita de arte y tradición, de arraigadas costumbres en continua evolución», rezó a continuación una voz en off que resumía, con estos versos, la esencia de la propuesta a la vez clásica y vanguardista de los bailaores, que tuvieron la oportunidad de exhibir su identidad con breves solos.
De la calma del romance a la fuerza del empoderamiento
El trayecto continuó con un homenaje al histórico Paseo de los Tristes de Granada, que un dúo de bailaores evocó al compás de una granaína interpretada por el cante dulce y romántico de Lagares.
Tras la calma de esta estampa, la fuerza de las cantiñas tomó el escenario para trasladar al público a las plazas de Sevilla y Cádiz con un número que destacó por el empoderamiento del elenco pero, sobre todo, por su deslumbrante atuendo.
Las tradicionales batas de cola y mantones que lucieron las bailaoras, que movían las faldas como si fueran una extensión de su cuerpo, se convirtieron en protagonistas de un baile hipnótico que hizo estallar la ovación de los espectadores, quienes cada vez contribuían con más entusiasmo al jaleo que acompañaba el espectáculo.
El flamenco que está por venir
Catorce años después de haber ingresado al Ballet Flamenco de Andalucía como primera bailarina, la actual cabeza de la compañía y Premio Nacional de Danza 2021, Patricia Guerrero, volvía a brillar en el escenario, esta vez con un fandango narrativo que combinó versos del poeta de Albaicín (Granada) Manuel Benítez Carrasco con su danza.
Ella misma fue quien recitó el poema de su paisano, que despertó risas cómplices entre el público, a la vez que ofrecía pinceladas de su baile inconfundible, ensalzado por el rojo de su vestido, que contrastaba con el vestuario negro de los músicos.
Su solo siguió con un enérgico recorrido por los cantos de los hermanos Tomás y Pastora Pavón, reconocidos cantaores de bulería por soleá, en recuerdo a Sevilla y su Alameda.
La solemnidad de la seguiriya que bailaron como si fueran uno solo los intérpretes de la compañía, el maestro repetidor y la directora, concluyó este viaje por las infinitas sensibilidades flamencas, que acabaron por fundirse en el negro de la última escena; un atípico lienzo sobre el que trazar el camino del flamenco que está por venir.