Madrid, 17 abr (EFE).- El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) ha presentado este miércoles un manual para intérpretes que participan en procesos de asilo, profesionales con un papel «nuclear» y muy «complejo» que deben conjugar la neutralidad propia de su función con la empatía necesaria para tratar con personas en situación de extrema vulnerabilidad.
Así lo ha explicado en declaraciones a EFE el coordinador del equipo de Protección Legal de la Oficina de Acnur en España, Juan Carlos Arnaiz, minutos antes de la presentación del manual que ha tenido lugar en Madrid.
El documento, de casi 250 páginas y 13 unidades didácticas, tiene su origen en 2015, cuando se redactó un primer documento en Austria, que fue traducido por primera vez al inglés en 2017, posteriormente ampliado hasta su última versión en 2022 y que ahora se ha traducido al español.
Se dirige a los profesionales de la interpretación que desempeñan su labor en las entrevistas personales que realizan las autoridades a las personas que solicitan protección internacional en otro país ante el temor de ser perseguidos en su lugar de origen por motivos de raza, religión, ideología, género, orientación sexual y otros.
En estos contextos, la diferencia de traducción entre palabras como 'colina' o 'montaña' «puede suponer, unido a otros factores, que te rechacen tu solicitud», ha señalado Arnaiz como un ejemplo de la «gran responsabilidad» de los intérpretes en estas entrevistas.
Por eso, para procurar la mayor calidad y exhaustividad en la interpretación en estos contextos tan sensibles, el intérprete debe ser profesional y «no debe estar de parte ni ser percibido de parte, incluso en el sitio en el que se sienta en el espacio físico», ha subrayado Arnaiz.
Tampoco puede «resumir» lo expresado por el solicitante, ya que en muchas ocasiones la clave está en los detalles, ni «embellecer» sus palabras al omitir, por ejemplo, palabras malsonantes, ni opinar sobre la credibilidad del relato del peticionario de asilo o acabar dirigiendo la entrevista.
Profesionalidad sin olvidar el factor humano
Pero al mismo tiempo, «el intérprete es humano», ha enfatizado Arnaiz, por lo que también debe procurar, junto al entrevistador, un entorno seguro y de confianza para que el solicitante de asilo pueda expresar sus circunstancias, muchas veces de extrema vulnerabilidad.
El propio manual alude a una prevalencia del trastorno de estrés postraumático en grupos vulnerables como los refugiados de entre el 25 % y el 50 %, frente al 7 % u 8 % de la población general.
Por eso, los intérpretes deber tener cuidado para, por ejemplo, no tener comportamientos que puedan ser percibidos como autoritarios con personas que han sido víctimas de tortura, o mostrar paciencia y apoyo ante los problemas de memoria habituales en personas que han sufrido traumas.
El manual da indicaciones como la conveniencia de hacer una adecuada presentación por parte del intérprete, explicar su función o por qué es necesario que tome notas durante la entrevista, así como estar preparado para mostrar estas anotaciones al solicitante y destruirlas, de forma visible, al final.
La «carga emocional» del intérprete
Una de las novedades de este manual respecto a ediciones anteriores es que incorpora una unidad dedicada a la «carga emocional» del intérprete por su implicación en este tipo de entrevistas.
Según ha señalado Arnaiz, es «muy frecuente» que estos profesionales desarrollen problemas de salud mental por su continua exposición a realidades muy dolorosas, razón por la que este documento insiste en pautas de «higiene mental» y «autocuidado» con el fin de proteger a estos trabajadores del denominado «trauma vicario».
Esto es especialmente difícil para los intérpretes que fueron refugiados en el pasado: «Estamos hablando muchas veces de lenguas minoritarias, por lo que el intérprete que va a prestar ese servicio es una persona que ha vivido unas experiencias similares o igualmente duras, con lo cual está reviviendo todo, la herida se abre», ha explicado.
En el acto de presentación del manual ha participado la representante de Ancur en España, Sophie Muller, quien ha señalado que a España llegan personas procedentes de hasta 110 nacionalidades no hispanohablantes, lo que supone un reto «muy importante» en cuanto a capacidad de repuesta para la administración y la sociedad civil.
Por su parte, el director general de Protección Internacional, dependiente del Ministerio del Interior, Octavio Rivera, ha destacado «el valor que las palabras pueden tener para determinar el devenir de una persona» en este contexto y la capacidad de los intérpretes para «conectar con la realidad emocional y cognitiva de las personas».