Álvaro Mellizo
Damasco, 12 dic (EFE).- El nuevo Gobierno de transición sirio, encabezado por el islamista Mohamed al Bashir, comenzó este jueves a desplegar la máquinaria burocrática para la vuelta al funcionamiento de las insitutuciones estatales, bajo una flamante y omnipresente bandera y cambios de personal pero aún con viejos funcionarios que han regresado a sus puestos laborales.
El color verde, blanco y negro, con tres estrellas rojas, que ya era empleado por el Gobierno de Salvación, el gobierno civil de las zonas dominadas por los islamistas del Organismo de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham, HTS en árabe) antes del derrocamiento de Bachar al Asad, se elevó hoy de forma masiva por toda la capital, hito simbólico que marca el incio de la nueva era política en el país.
Más allá de este mensaje de soberanía, apresuradamente pintados hoy por los tenderos de Damasco en los cierres metálicos de sus comercios por encima de los colores del antiguo régimen, también el campo de la propaganda del poder estatal se reflejó en la presencia de los mismos combatientes de HTS que llegaron a la ciudad hace apenas cuatro días con nuevos e impolutos uniformes.
Pan y promesas
También en el reparto de pan gratuito en plazas, donde éstos jóvenes con armas automáticas detenian el tráfico para entregar bolsas de pan ácimo en nombre del Gobierno de transición, una primera y un tanto cruda atención a una de las mayores quejas de todos los sirios:los precios imposibles de los alimentos.
En este sentido fueron también las declaraciones de Al Bashir en una entrevista publicada por la TV Siria, en donde prometió triplicar los sueldos públicos, mejorar los servicios básicos y restablecer la seguridad, como prioridades del nuevo ejecutivo.
Al Bashir, cuyo equipo de prensa había anunciado para este jueves una rueda de prensa abierta que luego fue cancelada, desveló también su plan para eliminar las odiadas «tarjetas inteligentes», un sistema de racionamiento que se emplea en el país y que impone grandes restricciones para la compra de algunos productos como gasolina.
La diplomacia del nuevo Ejecutivo también se activó y agradeció, por via del departamento de Asuntos Políticos del Gobierno de Salvación, a los países árabes y a Italia por «la reanudación de sus misiones diplomáticas en Damasco» tras la toma de la capital siria por los rebeldes.
Otro paso más ha sido la recuperación de la burocracia, que recuperó su papel tras cuatro días de anarquía práctica, y ya se empenzaron a solicitar registros y permisos para algunas actividades, en especial los periodistas que hasta el momento habían podido campar a sus anchas por la ciudad, con muy pocas limitaciones.
Los burócratas son una mezcla de nuevos funcionarios venidos del norte con las HTS, jóvenes que ocupan los puestos de responsabilidad, con viejos empleados de rango inferior que están en sus puestos de siempre.
Por volver al trabajo, han vuelto hasta los bedeles y los portadores de té.
Sigue la luna de miel
Fuera de las oficinas, los combatientes de HTS y los policías del Servicio General de Seguridad -leales al nuevo gobierno- departen con una población que mantiene mucha ilusión y mucha alegría.
Casi todos son de entornos rurales y nunca habían venido a la gran ciudad, como confesó a EFE uno de ellos procedente de Alepo, que no quiso dar su nombre, y que hizo todo el camino de 12 días de combate que derribaron al régimen de Al Asad.
«Era fácil, los cerdos y traidores de Al Asad se retiraron de forma completa. En Hama hubo poco de resistencia, pero era un Ejército colapsado», resumió.
Ahora, dice que sólo permanecerá en Damasco «unos diez días, sólo para celebrar», y luego regresará a su tierra.
El imán (clérigo musulmán) Abdelraham al Kok también se expresó con mucha alegría a EFE, ante el nacimiento de una nueva Siria que será «brillante y tranquilizadora».
«Aseguraremos a todos los civiles, lo que están en Siria y fuera de Siria, y a (los seguidores) de las (otras) religiones, que Siria es para todos y no para una sola confesión, y no es para la casa (familia) al Asad. Será reconstruida si quiere Dios, sólo necesitamos un poco de tiempo», dijo.
Pidió así un voto de confianza para Al Bashir, que necesitará un tiempo para resolver todo lo malo que dejó Al Asad, y señaló que su gente tiene experiencia y madurez, «alcanzada por su trabajo en Idlib».
«Han aprendido que no pueden apropiarse del poder o excluir un componente de la sociedad, por eso han llegado a una conclusión que la solución es un estado civil, que protege la libertad de expresión y religión», culminó.